Las obras de arte deber¨¢n disponer de un "pasaporte" en 1993 para circular por Europa

Las piezas del patrimonio cultural de cada pa¨ªs de la Comunidad Europea deber¨¢n disponer de un pasaporte para circular libremente a partir de 1993, si se acepta la propuesta realizada por Espa?a para garantizar la protecci¨®n de las obras de arte y de otros bienes de inter¨¦s cultural tras la supresi¨®n de las fronteras intracomunitarias. El proyecto, presentado en la reuni¨®n informal de ministros de Cultura de la CE celebrada anteayer en Roma, ser¨¢ analizado por un grupo de expertos en materia cultural y de aduanas que iniciar¨¢ sus trabajos a finales del pr¨®ximo mes de noviembre en Madrid.

Para convencer de la bondad del sistema a los pa¨ªses m¨¢s reticentes, el ministro de Cultura espa?ol, Jorge Sempr¨²n, record¨® a su interlocutor alem¨¢n , por ejemplo, que todos los ciudadanos de Alemania tienen derecho a viajar, aunque para hacerlo "necesitan un pasaporte". Sempr¨²n coment¨® durante la reuni¨®n que un sistema similar al que propone para las obras de arte ya rige actualmente en el caso de las especies vegetales y animales protegidas, que "s¨®lo viajan por el mundo provistas de su correspondiente certificado"."El aduanero de Nueva York no tiene por qu¨¦ saber que la gacela que llega es de tal o cual subespecie", abund¨® el ministro para defender su postura frente a quienes opinaban que el sistema espa?ol obligar¨ªa a los aduaneros a conocer la legislaci¨®n de m¨²ltiples pa¨ªses. "La gacela llega con un certificado que le permite viajar y viaja. Sencill¨ªsimo", apostill¨® Sempr¨²n quien coment¨® que 1o de las gacelas gust¨® mucho" a los dem¨¢s ministros.Met¨¢fora

El t¨¦rmino pasaporte fue utilizado por Sempr¨²n "como met¨¢fora" para hacer comprender, con un ejemplo com¨²n a todos los pa¨ªses, el fondo de su proyecto, que prev¨¦, en realidad, que la circulaci¨®n de los bienes integrantes del patrimonio nacional de cada pa¨ªs deba autorizarse a trav¨¦s de la emisi¨®n de un certificado. Documento que, seg¨²n el modelo vigente ahora en Espa?a (que en sus fundamentos b¨¢sicos coincide con el propuesto a la Comunidad), exige para su obtenci¨®n determinados requisitos e incluso permite al Estado en algunos casos comprar las piezas que se pretende exportar. Entre estos requisitos figura, para el caso de las exportaciones temporales, el de informar a la Administraci¨®n sobre d¨®nde va a estarla pieza y sobre cu¨¢ndo y en qu¨¦ condiciones va a ser devuelta a su origen. Sempr¨²n utiliz¨® otro ejemplo para subrayar que el modelo espa?ol no es un obst¨¢culo para la circulaci¨®n de las obras de arte. "De las 50 piezas de Mir¨® para las que un galerista solicit¨® el correspondiente certificado de exportaci¨®n, s¨®lo se declararon inexportables tres, que, por otra parte, fueron adquiridas por el Estado", dijo el ministro.

"Lo que nos proponemos", subray¨® Sempr¨²n, "no es restringir la circulaci¨®n, sino impedir que se haga l¨ªcita una circulaci¨®n que ponga en cuesti¨®n el patrimonio y una serie de valores y simbolog¨ªas culturales". "Hay que impedir", agreg¨®, "que l¨ªcitamente se pueda entrar a saco en cualquier patrimonio, que l¨ªcitamente se pueda vender y que l¨ªcitamente se pueda sacar [una obra de arte] de la comunidad para que est¨¦ en la caja fuerte de alg¨²n banco japon¨¦s".

La propuesta inicial de la Comunidad ante la libre circulaci¨®n de obras de arte a partir de 1993 fue calificada por la delegaci¨®n espa?ola de "abusiva e improcedente", ya que proyectaba se?alar, seg¨²n criterios de valor econ¨®mico o de antig¨¹edad aplicables de forma homog¨¦nea a todos los pa¨ªse s comunitarios, qu¨¦ piezas pod¨ªan ser exportadas y cu¨¢les no. Algunos pa¨ªses del sur, como Italia y Francia, se alinearon con la tesis espa?ola para afirmar, como adem¨¢s se?ala el art¨ªculo 36 del Tratado de Roma, que la decisi¨®n sobre qu¨¦ bienes integran el patrimonio nacional compete exclusivamente a cada pa¨ªs. Actualmente todos los miembros de la comunidad aceptan ya esta tesis. El problema radica ahora en lograr un nuevo acuerdo para la implantaci¨®n de un mecanismo que sustituya el control que se ejerce en la actualidad a trav¨¦s de las fronteras.

La propuesta espa?ola ha sido acogida con reticencia por algunos pa¨ªses, sobre todo por Alemania y Gran Breta?a. "Lo que nos separa de estos pa¨ªses", explic¨® Sempr¨²n, "es el temor que tienen a que se establezca una administraci¨®n comunitaria supranacional que dictamine normas homog¨¦neas y en consecuencia, de aplicaci¨®n a toda la comunidad. Y temen que esas normas pongan restricciones a algo tan vital para ellos como la libertad para la circulaci¨®n de bienes".