Me sumo
a la carta que el d¨ªa 11 de octubre le ha enviado do?a Pilar Manzano Enecotegui (Reflexiones de una v¨ªctima). A la m¨ªa la podr¨ªamos titular Reflexiones de una v¨ªctima Il porque estas historias son como pel¨ªculas.Desde el a?o 1979 he sufrido sucesivamente: un atraco mientras estaba en la peluquer¨ªa; a los seis meses, otro en la aven Ida Diagonal de Barcelona, muy cerca de Calvo Sotelo. Un a?o y medio despu¨¦s, al salir del ascensor de mi casa (viv¨ªa en el paseo de la Castellana), fui atacada por un drogadicto a punta de navaja (cuando llam¨¦ al 092 me dijeron que lo sent¨ªan mucho, que aunque podr¨ªa identificarlo ten¨ªan mucho trabajo y que me pusiera contenta con que no me hubieran violado). En el autob¨²s 27, tres veces me robaron la billetera del bolso (viajaba dos veces al d¨ªa para ir a trabajar). Nos desvalijaron la casa durante un puente de la Almudena. Desesperada, angustiada por lo que sign¨ªficaba salir a la calle, le ped¨ª a mi marido que me comprara un perro adiestrado. ?Cr¨¦anlo o no! Un tranquilo domingo, a las cuatro de la tarde, mientras mi perro hac¨ªa sus cosas y estaba a una distancia de unos 20 metros, fui cogida por detr¨¢s por un drogadicto. L¨®gicamente, llam¨¦ a mi perro a gritos, pero estaba tan aterrorizada que no pod¨ªa recordar las ¨®rdenes en alem¨¢n. De cualquier forma, esa vez no pudieron robarme... Esto ocurri¨® en Carlos Maurr¨¢s y paseo de la Castellana.
En los d¨ªas previos a las fiestas navide?as, tres amigas que trabajamos juntas fuimos sucesivamente, a semana cada una, objeto de robo mis amigas e intento conmigo. Cruzando el sem¨¢foro de la Castellana con Raimundo Fern¨¢ndez Villaverde, sent¨ª algo: repentinamente mi bolso pesaba m¨¢s, y al mirar, ?oh sorpresa, una mano dentro! Puede usted comprender que en ese momento acumul¨¦ toda la rabia por las agresiones pasadas y la emprend¨ª contra la gitanilla (eran dos) y, cual posesa, le met¨ª la mano en sus bolsillos y saqu¨¦ tres billeteras. Claro que ninguna me pertenec¨ªa, ?no le hab¨ªa dado tiempo! La m¨ªa colgaba a¨²n a punto de caerse de mi bolso. Dem¨¢s est¨¢ decir que, aunque interrumpimos durante unos minutos el tr¨¢fico, no apareci¨® un guardia ni por milagro.
La semana pasada he vivido el ¨²ltimo incidente. A la salida de mi trabajo en la Torre Picasso, a las 19.30, cuando me dirig¨ªa hacla la Castellana, fui agredida con una navaja por un muchacho de unos 18 a?os, bien vestido; en fin, de los que no despiertan sospechas... Presa del p¨¢nico, comenc¨¦ a dar tales alaridos que no s¨®lo lo asust¨¦, sino que atraje a la se?ora del puesto de peri¨®dicos y revistas y a varios transe¨²ntes que muy amablemente me atendieron, sent¨¢ndome en uno de los bancos.
Y hago esta reflexi¨®n. Si a m¨ª, que tengo la suerte de moverme en la llamada "zona selecta de Madrid", me han pasado todas estas cosas, ?qu¨¦ se puede esperar de las llamadas "zonas conflictivas"? ?Por Dios, se?ora Tutor, esto no es seguridad ciudadana ni nada que se le parezca!-
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