Jueces e informaci¨®n
ENTRE LAS obligaciones judiciales no es la menor cumplir la regla general de la publicidad de las actuaciones ni la de satisfacer la justificada demanda de informaci¨®n de los ciudadanos, que jueces y magistrados deben hacer compatible con el respeto a la vida privada y a la presunci¨®n de inocencia de los sometidos a su jurisdicci¨®n. Especialmente necesario es que los jueces de instrucci¨®n, a quienes corresponde la investigaci¨®n de las causas penales, garanticen tanto el derecho a la informaci¨®n sobre los asuntos de su competencia como la preservaci¨®n de aquellos datos que puedan herir los derechos individuales afectados.Sin embargo, con alguna frecuencia, quienes imparten justicia caen en la patrimonializaci¨®n y opacidad de su funci¨®n o, en el extremo opuesto, en una inconveniente locuacidad sobre la investigaci¨®n a su cuidado. Por a?adidura, la acogida que estas diferentes conductas tienen en los medios de comunicaci¨®n suelen crear una din¨¢mica en los jueces afectados, que retroceden al silencio cuando su verbalismo es criticado, o mantienen su facundia si observan que sus excesos informativos son jaleados y aplaudidos.
As¨ª ocurre que la diferente vara de medir empleada por los periodistas respecto al juez Luis Manglano -que investig¨® el caso Naseiro- y al juez ?ngel M¨¢rquez -que instruye el caso Juan Guerra- no s¨®lo ofende al sentido de la ecuanimidad, sino que influye sobre la actitud mantenida por uno y otro juez. Mientras que el primero, acusado de exhibicionismo por balbucear unas palabras ante los periodistas que le acosaban, se recluy¨® en el mutismo, el juez M¨¢rquez, convertido en h¨¦roe justiciero, un d¨ªa anticipa las pesquisas que ordenar¨¢ para completar la biografia jur¨ªdica de Juan Guerra, en la que se halla empe?ado; otro sorprende con su respuesta a unas declaraciones del autor de Yo, el hermano sobre su libro, y otro m¨¢s comparte con los periodistas sus dudas sobre en qu¨¦ concepto citar¨¢ al vicepresidente del Gobierno.
Es f¨¢cil imaginar los reproches de que hubiera sido objeto el juez Manglano si se hubiera atrevido a entrar en debate con alguno de los inculpados en el caso Naseiro, o a revelar sus reflexiones sobre los implicados o testigos, o a ordenar que la polic¨ªa investigara a centenares de personas. Pero lo que resulta m¨¢s lamentable es que los jueces sean tan sensibles a lo que publican sobre ellos los medios de comunicaci¨®n social, como si la ley y el sentido com¨²n no les ofrecieran suficientes criterios de conducta y necesitaran respaldar su actuaci¨®n con un determinado grado de aceptaci¨®n social.
En lo que respecta al juez M¨¢rquez, su aplaudida falta de continencia est¨¢ oscureciendo la principal aportaci¨®n de este magistrado a la lucha contra la corrupci¨®n pol¨ªtica: la realizaci¨®n de la ¨²nica investigaci¨®n sobre el esc¨¢ndalo por la instalaci¨®n de Juan Guerra en un despacho de la Delegaci¨®n del Gobierno en Andaluc¨ªa. Por el contrario, la investigaci¨®n judicial estar¨ªa desprovista de los entusiasmos que suscita si la mayor¨ªa socialista -con Felipe Gonz¨¢lez y Alfonso Guerra al frente- hubiera dado v¨ªa libre a la de car¨¢cter parlamentario, obligada en democracia.
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