La transici¨®n al capitalismo
Mil novecientos ochenta y nueve y 1990 han sido aquellos a?os en los que la realidad ha destrozado casi todas las ideolog¨ªas globalizantes. Probablemente la ¨²nica cosa igual de absurda, a efectos pr¨¢cticos, que la biblioteca de un liberal manchesteriano sea la de un marxista ortodoxo; cu¨¢nto papel y cu¨¢ntos estudios sirvieron para sustentar una concepci¨®n del mundo que se ha hecho trizas. Durante muchos a?os fue casi un dogina de fe la marcha de la historia como sucesi¨®n de modos de producci¨®n sin posible vuelta atr¨¢s: las etapas de la historia estaban definidas por un modo de producci¨®n dominante; la revoluci¨®n era la sustituci¨®n de un modo de producci¨®n por otro superior por m¨¦todos violentos.La sustentaci¨®n te¨®rica de ello estaba en el propio Marx: "En la producci¨®n social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producci¨®n, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales". La mec¨¢nica era la siguiente: cuando las fuerzas de producci¨®n superaban a las relaciones de producci¨®n, la revoluci¨®n no s¨®lo era posible, sino inevitable.
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JOAQU?N ESTEFAN?A
La transici¨®n al capitalismo
Viene de la primera p¨¢ginaDe modo paralelo se analizaban las fases de transici¨®n: del feudalismo al capitalismo y del capitalismo al socialismo.
El concepto marxista de revoluci¨®n socialista supon¨ªa que debe existir un periodo de transici¨®n del capitalismo al socialismo; en contraposici¨®n de la revoluci¨®n burguesa, la toma del poder pol¨ªtico por parte de la burgues¨ªa no era sino el primer episodio de la transformaci¨®n revolucionaria del capitalismo en socialismo. El estadio m¨¢s alto de la historia ser¨ªa el comunismo, la sociedad sin clases.
La gran paradoja se ha producido cuando la Uni¨®n Sovi¨¦tica, patria del proletariado, sede de la primera gran revoluci¨®n socialista, ha iniciado el gran salto atr¨¢s y la transici¨®n del socialismo al capitalismo. Este es el mensaje que ha tra¨ªdo Gorbachov a Espa?a; en la entrevista que hoy publica este peri¨®dico dice: "Estamos en una ¨¦poca de transici¨®n. Esto afecta a la econom¨ªa, a la pol¨ªtica a los procesos de democratizaci¨®n y transparencia informativa. Pero al haber comenzado el paso de un estado a otro debemos desprendernos de las viejas formas, o por lo menos de la mayor¨ªa de ellas. Por eso da la impresi¨®n de que un estado de cosas ha desaparecido y el nuevo a¨²n no se ha formado, de que uno pierde pie... La idea socialista no excluye ni la econom¨ªa de mercado, ni la democracia parlamentaria, ni los derechos del hombre". ?Qu¨¦ permanece de aquella filosofia de Lenin cuando defend¨ªa que quien asume la lucha de clases pero no la dictadura del proletariado se encuentra todav¨ªa dentro del pensamiento burgu¨¦s? El ¨²ltimo muerto de esta nueva situaci¨®n del comunismo sovi¨¦tico ha sido precisamente Louis Althusser.
La obsesi¨®n del premio Nobel de la Paz es la de modernizar la URSS. Gorbachov se encontr¨® con una situaci¨®n en la que se mezclaban el desabastecimiento y la penuria econ¨®mica con la inflaci¨®n y las tendenclas centr¨ªfugas de las distintas rep¨²blicas que conforman la URSS. Cinco a?os despu¨¦s la coyuntura se ha agravado hasta extremos l¨ªmites y ha decidido cambiar la respuesta a la tradicional alternativa con que se encontraron los bolcheviques hace 73 a?os, cuando el crucero Aurora dispar¨® por primera vez: Gorbachov no tiene m¨¢s remedio que preferir la mantequilla a los ca?ones.
Este hombre, discutido en su pa¨ªs por la lentitud de los resultados y saludado en Occidente como una mezcla de Lenin y Lincoln, ha iniciado la traves¨ªa al capitalismo; de la planificaci¨®n central a la conformaci¨®n m¨¢s o menos libre de los precios, es decir, a una econom¨ªa de mercado, con sus imperfecciones. Para ello est¨¢ tenier¨ªdo que debatir incluso con quienes pretenden ir m¨¢s r¨¢pido que ¨¦l y establecer las bases de un nuevo manual: c¨®mo pasar del socialismo realmente existente al capitalismo en 500 d¨ªas.
Nadie sabe en profundidad cu¨¢l es la concepci¨®n finalista de Gorbachov; es decir, si ha llegado al entendimiento, con todas sus consecuencias, de que el mercado es una categor¨ªa de vida indiscutible, no ideol¨®gica, comoque hay paisaje o existen catedrales en el mundo; o, por el contrario, si su perestroika es un concepto t¨¢ctico -por muy de largo plazo que sea precisa su aplicaci¨®n: ¨¦l habla de 10 generaciones- como lo fue la Nueva Pol¨ªtica Econ¨®mica (NEP) de Len¨ªn en los a?os veinte. En sus declaraciones afirma: "El proceso que estamos viviendo puede ser comparado -con la transici¨®n a la NEP", pero tambi¨¦n advierte que no es un movimiento t¨¢ctico. J¨¹rgen Habermas defiende la tesis de las revoluciones recuperantes, seg¨²n la cual lo que est¨¢ sucediendo en la URSS y en su entorno es una especie de NEP, totalmente leninista, desde la cual el socialismo estar¨ªa dispuesto a empezar otra vez con renovada juventud, recuperando aquello que dej¨® olvidado a partir de 1917: las libertades individuales, los derechos civiles., el mercado como regulador de los mercados de valores, la propiedad privada como fruto del trabajo y quiz¨¢ hasta el lucro como incentivo.
De alguna manera, la praxis de Gorbachov recuerda algunas de las ideas propugnadas en la segunda parte de su vida por aquel bolchevique que, pese a ser fusilado por Stal¨ªn en 1938, fue definido por Lenin como "el hijo m¨¢s querido del partido". No por casualidad ha sido Gorbachov quien ha rehabilitado a Bujar¨ªn.
Repasando la formidable biograflia de Stephen F. Cohen Bujarin y la revoluci¨®n bolchevique y las recientes memorias de la mujer del moscovita, Anna Lanina Bujar¨ªna, se encuentran sorprendentes analog¨ªas entre Bujarin y Gorbachov. Bujarin calific¨® el paso del comunismo de guerra a la NEP como el "naufragio de nuestras ilusiones", y su grito: "?Enriqueceos!" ("A todos los campesinos globalmente, a todas las capas de campesinos, debemos decirles: enriqueceos, acumulad, desarrollad vuestras haciendas" semeja a la acumulaci¨®n originaria de capital que pretende implantar Gorbachov en la URSS.
Para conseguir esta acUmulaci¨®n y la estabilidad de la econom¨ªa sovi¨¦tica, prioridad absoluta de la perestroika, uno de los elementos centrales es la ayuda occidental que Gorbachov demanda. La deuda externa de la URSS es equivalente a la de Polonia o Argentina y, por tanto, manejable y susceptible de ampliaci¨®n para un pa¨ªs de una importancia pol¨ªtica, magnitud geogr¨¢fica y potencial financiero muy superior a los dos citados. Independientemente del peque?o monto econ¨®mico de la Declaraci¨®n de Madrid -entre 1.000 y 1.500 millones de d¨®lares-, resulta muy significat¨ªva la entrevista que el l¨ªder sovi¨¦tico mantendr¨¢ con Felipe Gonz¨¢lez unas horas antes de que se re¨²na en Roma la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Europea (CE), en la que uno de los puntos esenciales del orden del d¨ªa es la ayuda de Europa al Este, y de modo espec¨ªfico a la URSS. Gonz¨¢lez llevar¨¢, pues, a Roma las ¨²ltimas novedades de la coyuntura sovi¨¦tica en boca de su m¨¢ximo responsable. Y lo har¨¢ con la satisfacci¨®n de quien ha o¨ªdo decir a Gorbachov, en respuesta a la pregunta de si sigue siendo comunista, las siguientes palabras: "Ser comunista significa fidelidad a la idea socialista, al socialismo democr¨¢tico como ideal".
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