Belleza y renta
?TIENE SENTIDO hablar hoy de la poes¨ªa? El reciente premio Nobel Octavio Paz se hac¨ªa esta pregunta el pasado verano en su lecci¨®n inaugural de los cursos de la Universidad Complutense. La respuesta es que lo tiene m¨¢s que nunca en este fin de milemo, en que asistimos al derrumbe de algunas de las utop¨ªas nacidas del tronco de la Ilustraci¨®n y que han marcado el siglo XX. Para el autor mexicano, la poes¨ªa es "la piedra de esc¨¢ndalo de la modernidad", su autocr¨ªtica: aquello que revela lo que permanece oculto, las realidades humilladas que no caben en los programas pol¨ªticos o las especulaciones racionalistas y que, por falta de cauces, reaparecen a veces en forma de culto a la tribu, fanatismos nacionalistas o fundamentalismos religiosos. La poes¨ªa moderna es la expresi¨®n pertinaz de esa heterodoxia que desvela lo olvidado. Pero si hay poetas, no parece que haya lectores suficientes.Los participantes en unas jornadas de editores de poes¨ªa celebradas en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid se enfrentaron, con m¨¢s coraje que soluciones, a la tradicional pobreza del mercado de libros de poes¨ªa en Espa?a, en contraste con las cuotas excedentarias de producci¨®n de poetas. Al menos, los editores asistentes, algunos tambi¨¦n poetas, tendr¨¢n el in¨²til consuelo de que los expertos en mercadotecnia habr¨ªan obtenido resultados tan menguados como ellos, pero adem¨¢s menos sensibles. No en balde una caracter¨ªstica secular del poeta es el respeto a su arte y su incomprensi¨®n del comercio.
Si bien es cierto que las tiradas de los libros de poemas, salvo las contadas excepciones de quienes al cabo de los a?os se han impuesto por su val¨ªa, contin¨²an oscilando entre 1.000 y 2.000 ejemplares, se corre el peligro de confundir los t¨¦rminos del problema al establecer comparaciones con otros g¨¦neros literarios. El complejo de cenicienta olvida gran cantidad de novelas y de libros de ensayos cuyas ventas no rebasan esas cifras. Sobre todo parece obviar el hecho de? que la superproducci¨®n po¨¦tica viene determinada por el mayor grado de aparente facilidad y de simulaci¨®n que la poes¨ªa consiente, en detrimento de la calidad y autenticidad literarias m¨¢s altas que exige. Sin desde?ar que el devenir hist¨®rico act¨²a con constancia a modo de tamiz, relegando al olvido buena parte de la literatura y salvando del mismo una reducida selecci¨®n, sin que se sepa hasta la fecha los criterios no escritos de la criba secular.
Es innegable que ning¨²n libro de poes¨ªa, ni siquiera los galardonados con premios prestigiosos, goza de la promoci¨®n editorial que puede conducir a la lista de los libros m¨¢s vendidos. Sin pretender las glorias efimeras del mercado -a las que la poes¨ªa, por su vocaci¨®n de perennidad, mal se acomoda-, resulta justa la pretensi¨®n de una mayor agudeza de los editores profesionales respecto a la poes¨ªa. En definitiva, es tarea de todos aumentar la demanda de un producto poco comercial, pero que es uno de los m¨¢s valiosos de la cultura de un pueblo. Corren tiempos en los que lo aparentemente in¨²til debe recuperar su pujanza, en los que la belleza debe imponer de nuevo su criterio frente a la mitificaci¨®n de la rentabilidad.
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