El Papa pide a los farmac¨¦uticos objeci¨®n de conciencia en materia anticonceptiva
Juan Pablo II ha hecho una llamada a todos los farmac¨¦uticos cat¨®licos del mundo para que ejerzan la objeci¨®n de conciencia a la venta de productos que "directa o indirectamente" puedan ser utilizados "contra la vida". Les ha pedido tambi¨¦n que "se hagan distinguir" ante la clientela como "cat¨®licos" y que, como los antiguos monjes herboristas, se conviertan en una especie de "consejeros" o directores espirituales de la gente que entra en las farmacias.
El papa Wojtyla no les da detalles concretos de c¨®mo "hacerse reconocer" como cat¨®licos, si poniendo un cartel en la farmacia o una insignia en la solapa, pero s¨ª les ha dicho, en su discurso a la Federaci¨®n Internacional de Farmac¨¦uticos Cat¨®licos, presente. estos d¨ªas en el Vaticano, que antes que las " ganancias" es importante la "fidelidiad a la propia conciencia", y que por tanto deben estar dispuestos a perder dinero antes que traicionar la propia fe y la moral. Y es que, seg¨²n el papa Juan Pablo II, la venta de productos m¨¦dicos que puedan "atentar contra la vida" es un problema de "¨¦tica" antes que "econ¨®mico".Tampoco ha indicado el Papa polaco qu¨¦ tipo de productos deben entrar en la objeci¨®n de conciencia de los farmac¨¦uticos cat¨®licos, pero, seg¨²n la prensa italiana, sin duda se refer¨ªa a la p¨ªldora abortiva, RU 486, llamada la "p¨ªldora del d¨ªa siguiente", como a todo tipo de anticonceptivo, ya que seg¨²n la Iglesia impedir el nacimiento de una vida equivale a agredirla. Lo mismo que a todo medicamento que pueda servir a la eutanasia.
Seg¨²n los primeros comentarios al discurso del Papa, el problema no consiste en que un Papa cat¨®lico pida a sus fieles que no compren productos que sirvan para llevar a cabo acciones que seg¨²n la moral de su religi¨®n son pecado, ya que un papa tiene el derecho y hasta el deber de hacerlo. El problema es si puede pedir a un cat¨®lico que ejerce un servicio p¨²blico como es regentar una farmacia que boicotee tal ejercicio en nombre de su fe a los "no creyentes" o a los mismos cat¨®licos que no quieran obedecer a su Iglesia.
El problema podr¨ªa ser a¨²n m¨¢s grave en aquellas localidades donde existe una sola farmacia o donde para poder ejercer tal actividad se necesita el permiso de un Estado que no es cat¨®lico. De hecho, el Papa no s¨®lo se ha limitado a pedir a los farmac¨¦uticos cat¨®licos que enarbolen la bandera de la "objeci¨®n de conciencia", sino que les ha pedido que se conviertan en instrumento de presi¨®n "contra los gobiernos" para orientarlos hacia el reconocimiento del "car¨¢cter sagrado e intangible de la vida".
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