Sectas y sectarismo
Todos los d¨ªas se habla o escribe de sectas, y se cuentan mil disparates o inmoralidades que se dice cometen estos grupos. Y se pretende una legislaci¨®n prohibiendo tales peque?as agrupaciones.Yo he vivido este problema en la ¨¦poca que dirig¨ª la Protecci¨®n de Menores, y he tenido ocasi¨®n de conocer directamente tanto estos variados grupos como tambi¨¦n aquellos que pretenden contrarrestar su acci¨®n.
Lo que falta -seg¨²n mi experiencia- es percatarse de que el mal no est¨¢ en el grupo como tal, sino en su cerrada postura cuando llega a l¨ªmites negativos, postura que suele llamarse sectarismo, pudiendo llegar hasta el extremo del fanatismo.
Y entonces bastan las leyes que nos preservan de cualquier coacci¨®n perjudicial que coarte nuestra libertad, protegida como est¨¢ por la Constituci¨®n, o cuando explote ilegalmente a quienes entran en uno de estos grupos.
Secta es un t¨¦rmino t¨¦cnico que la sociolog¨ªa emplea desde Weber para entender este fen¨®meno social generalmente de car¨¢cter religioso m¨¢s o menos expl¨ªcito. Iglesia suele ser una organizaci¨®n religiosa amplia, claramente institucionalizada; y secta es un peque?o grupo que generalmente se ha desprendido de esa organizaci¨®n m¨¢s amplia. La secta tiene una estructura cerrada, que pretende salvar a sus pocos seguidores del mundo, contra el cual se encuentra en cerrada oposici¨®n, siguiendo a un l¨ªder carism¨¢tico que propaga un mensaje salvador de todos nuestros males.
Y nada podemos decir de ello que sea ilegal, salvo que nos guste m¨¢s o menos su postura concreta.
El cristianismo primitivo, seg¨²n H. R. Niebuhr, fue primero una secta, para luego convertirse en una Iglesia. Pero tambi¨¦n han aparecido despu¨¦s en su historia numerosas sectas desgajadas del gran n¨²cleo central -ll¨¢mese Iglesia, al estar institucionalizada, o simple movimiento religioso, como sigue siendo el budismo- Es lo mismo que le ha ocurrido tambi¨¦n a este ¨²ltimo al diversificarse, y que tanta semejanza ten¨ªa con el, cristianismo en sus pretensiones primitivas de ser un gran movimiento espiritual m¨¢s que una religi¨®n con sus ritos, su clero y su disciplina escrita, cosa a?adida despu¨¦s a uno y otro.
Existen muchos cristianismos, como existen muchos budismos; y proliferan en ellos sectas y m¨¢s sectas que pretenden ser las ¨²nicas puras y poseedoras de la total verdad. Del mismo modo que la espiritualidad oriental ha dado lugar a un sinf¨ªn de peque?os grupos m¨¢s o menos esot¨¦ricos, que entran en competencia con aqu¨¦llos y que invaden nuestro pa¨ªs, reclutando sus fieles entre la juventud desanimada ante el panorama descorazonante para ella del mundo creado por los adultos, donde no tienen sitio, y el formalismo de las grandes igles¨ªas y su falta frecuente de vitalidad, llenas como est¨¢n de rutinas y a falta de una puesta al d¨ªa razonable.
Sin embargo, el peligro de las sectas, fuera y dentro de las iglesias, es evidente y tiene un nombre: sectarismo. Porque este fen¨®meno no se da s¨®lo al desgajarse un grupo peque?o de la gran instituci¨®n, sino de modo m¨¢s solapado se produce tambi¨¦n dentro de ella. En el mundo cat¨®lico se da el sectarismo de los grupos, sean ¨®rdenes o congregaciones de religiosos, o movimientos organizados de laicos, institutos seculares o semejantes. Yo todav¨ªa he conocido en ejercicios espirituales, dici¨¦ndolo de t¨² a t¨² para impresionar m¨¢s, que si ingres¨¢bamos en una determinada orden religiosa ten¨ªamos asegurada la dif¨ªcil salvaci¨®n; y a los que estaban dentro de ella se les pon¨ªan los pelos de punta ante la salida de sus filas, porque se aseguraba que la condenaci¨®n eterna se les vendr¨ªa encima. Y, ?no es esto -o algo parecido, pero aparentemente m¨¢s al d¨ªa- lo que se han dejado decir algunos movimientos cat¨®licos, igual que pretenden algunas de las sectas -cristianas o no que denunciamos duramente?
El gran mal es el sectarismo, que es la ciega sistematizaci¨®n e inflaci¨®n de lo que es una secta, se encuentre donde se encuentre. Es la coacci¨®n, la identificaci¨®n de la verdad absoluta con lo que dice el l¨ªder, el exclusivismo, la explotaci¨®n de la buena fe, la b¨²squeda oculta de los intereses materiales de los dirigentes y los m¨¦todos de disminuci¨®n de la personalidad libre. Y yo, como cat¨®lico, me siento con dificultad para tirar la primera piedra contra los de fuera, si no hago un examen profundo de conciencia con el fin de evitar en mi religi¨®n lo que achaco a otros que est¨¢n alejados de m¨ª. Y adem¨¢s, este virus no s¨®lo est¨¢ desarroll¨¢ndose en el plano religioso, sino que lo hace al modo laico hasta en los grupos sociales y pol¨ªticos, que ofrecen a veces el oro y el moro si se pertenece a ellos de modo sumiso.
S¨®lo venceremos esa tentaci¨®n de seguridad y de falsas ventajas que prometen estos peque?os grupos si, en vez de luchar discriminatoriamente contra algunos de ellos, no hacemos excepci¨®n alguna all¨ª donde veamos surgir clara o rebozadamente el sectarismo cerrado, sea conservador o progresista. Debemos guiamos por el antiguo libro del Eclesi¨¢stico cuando dice: "Gu¨¢rdate del consejero, mira antes cu¨¢les son sus necesidades; ( ... ) m¨¢s bien atiende al consejo de tu propio juicio, porque nadie es m¨¢s digno de confianza que ¨¦l". O lo que Jes¨²s ense?¨® a sus oyentes: "?Por qu¨¦ no juzg¨¢is lo que es justo por vosotros mismos?"; y san Pablo recomendaba: "Examinado todo y quedaos con lo bueno". Lo mismo que ense?aba Buda -seg¨²n el Anguitara Nikaya- a quienes le o¨ªan: "No os guie¨ªs por lo que o¨ªs decir a otro, ni por las revelaciones de los llamados libros sagrados ni por abstractas deducciones l¨®gicas, ni por las opiniones establecidas; no os gui¨¦is por fen¨®menos aparentemente reales, ni por las palabras de un asceta o un maestro; pero, si puesto en pr¨¢ctica, causa desgracia y sufrimiento en vosotros y en los dem¨¢s, desechadlo entonces; y si redunda en liberaci¨®n y felicidad para vosotros y los dem¨¢s, aceptadlo entonces y vivid conforme a ello".
Y as¨ª tendremos que acostumbrarnos, nos guste m¨¢s o nos guste menos, a aceptar -siempre que no caigan en el sectarismo despreciador de la libertad humana de decisi¨®n, y no hagan da?o real- toda suerte de grupos, religiosos o no, producto de ese perspectivismo que descubri¨® Ortega y Gasset y en el que se mueve necesariamente la naturaleza humana, que no puede ser nunca la poseedora exclusiva de la verdad absoluta.
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