Idiota, iluso, gilipollas
No se lo llamo a usted, hombre; por lo menos, todav¨ªa no: m¨¢s tarde; a lo largo del art¨ªculo... ya veremos: depende de c¨®mo lo lea usted y de qu¨¦ contestaciones se queda rezongando por lo bajo.Por ahora, lo que nos importaba era fijarnos un rato en los insultos populares, no sea que, por el aquel del tono airado con que se propinan, por lo barriobajero y poco literario, se les considere, falsamente, faltos de precisi¨®n sem¨¢ntica y se nos escape algo profundo y claro que quieran a lo mejor decir. Lo que es yo, casi estoy por pensar que los insultos populares (no en la justicia con que ocasionalmente se le apliquen a Fulano o a Menganita, que eso aqu¨ª nos importa un r¨¢bano, sino en su propia formaci¨®n y reglas de uso) puede que est¨¦ alentando el sentido com¨²n y la raz¨®n com¨²n.
En los de veras populares -entiende ust¨¦: porque hay otros, como "vil", "villano", "traidor", "degenerado", "paleto", "chusma", "mala hembra", que, por m¨¢s que alguna vez se oigan en boca de buena gente, no acaban de entrar en uso popular y conservan un tufillo pedante y se?oril que denuncia su procedencia: a saber, que son de los que se lanzan desde arriba; mientras que otros, como los del t¨ªtulo, puede que salgan de m¨¢s abajo y digan algo m¨¢s honrado, o sea inteligente.
Y note usted incluso c¨®mo el uso popular ha redimido a otros, como "cabr¨®n" y "puta", vini¨¦ndolos a aplicar a situaciones que no guardan el menor recuerdo de la condici¨®n de cornudo o la de prostituta para la que en un principio se inventaran. De modo parecido, acaso "tonto", "idiota", "imb¨¦cil", "memo", "gilipollas" y otros por el estilo no hagan en verdad alusi¨®n a ninguna deficiencia mental y natural, sino a otra cosa.
Por lo que toca al de "gilipollas", con que ha venido a ampliarse y redondearse el "gil¨ª" de tiempos de mi abuela, he tenido ocasi¨®n, una vez que quise dejar que el co?o hablase por mi boca, de precisar el sentido general con que le usa, para explicarme el misterio doloroso de que, siendo eso de "mujer" un abismo maravilloso, un p¨¢lpito de vida y pueblo y demonios por bajo de la armadura pedantesca del Poder, puedan ser sin embargo las mujeres en su mayor¨ªa, personalmente, igual de gilipollas m¨¢s o menos que los hombres: as¨ª que "gilipollas" quer¨ªa decir "el que hace, dice o piensa lo que le mandan desde Arriba, pero convencido de que lo hace, dice y piensa porque le da la gana, porque le sale de sus ideas y gustos propios". Y eso pienso que describe bastante bien el sentido con que el insulto se lanza ordinariamente, ?no le parece a usted?
As¨ª la gilipollez se acerca bastante a la idiotez, tal como aparece formulada en los restos de nuestro primer Ebro de l¨®gica, el de Heraclito: pues, siendo as¨ª que "com¨²n es a todos el pensar" y "siendo la raz¨®n p¨²blica y com¨²n", se pregunta la raz¨®n por boca de Her¨¢clito c¨®mo es que ello no se nota mucho, en nuestro mundo; y es que "viven los m¨¢s como teniendo cada cual un pensamiento privado suyo"; y as¨ª, "con lo que m¨¢s de continuo tratan, que es la raz¨®n, con ello est¨¢n en desacuerdo"; porque: "no piensan, los m¨¢s, pensamientos tales como esos con que se tropiezan, ni aun aprendiendo los reconocen, pero ellos se creen que s¨ª".
En suma, que es gracias a la idiocia m¨¢s etimol¨®gica, la personalidad y privac¨ªa de cada uno, como se consigue este prodigio de que, siendo com¨²n a todos el lenguaje popular y la raz¨®n, no sea eso lo que gobierne el mundo de los hombres (como gobierna, sin embargo, de hecho, el mundo todo), sino que lo que domine sea la idiocia generalizada y repartida desde Arriba a las mayor¨ªas en forma de opiniones y gustos personales de cada uno.
(?Va entendiendo usted?: porque, si no entiende, ser¨¢ que alguna ide¨ªta personal se lo est¨¢ impidiendo).
Ni?os, motos y cojines
De acuerdo, pues, con la interpretaci¨®n del insulto popular, ese muchacho que, nada m¨¢s montarse en el tren, se cala los auriculares para tragarse la murga chocha que: le han metido todas las veces que dure el viaje, mientras hojea la revista de motos a todo cromo que se ha comprado voluntariamente, es ciertamente un gilipollas; y la ni?a que se mete un cojincito de espuma pl¨¢stica en el hombro, porque no es que se lo hayan mandado, sino que le hace ilusi¨®n a ella llevar hombreras, y si se rapa el pelo a lo punky o se lo enreda en cordelitos, es porque le ha venido ese gustito a ella, ¨¦sa es igualmente una gilipollas; y es un g¨ªlipollas desarrollado ese ejecutivo que se viste de ejecutivo y, con su malet¨ªn de ejecutivo y con su cara de saber lo que hace, porque es un hombre de su tiempo, se coge el avi¨®n para estar en Tokio ma?ana para resolver ese negocio que le han preparado por TELEX de tal manera que tenga que estar ma?ana en Tokio: ?le parece a ust¨¦ bastante gilipollez? ?O no? Y en fin, esa joven se?ora que, seg¨²n los consejos del Consultorio Psicol¨®gico, se pone a quitarse a golpe de rodillo las grasitas de la cintura y a comprarse sostenes de puntillitas con el fin de salvar su matrimonio, con un ah¨ªnco tan ¨ªntimo y personal como si fuera ella la que ha inventado el Matrimonio y la encargada por consiguiente de salvarlo, tambi¨¦n, la pobre, qu¨¦ se le va a hacer, es una gilipollas; ?o no cree ust¨¦? Pues ya ve: de ¨¦sos y tales est¨¢ compuesta la Mayor¨ªa democr¨¢tica, y as¨ª va el mundo.
El idio¨®tees, el simple particular, el que cree en su vida privada y a ella se dedica, es justamente el que no es deem¨®tees, que no es p¨²blico, que no es hombre de pueblo ni del pueblo; y es de esos idiotas (iron¨ªas de la etimolog¨ªa y la pol¨ªtica) de lo que est¨¢ hecha la Democracia, el r¨¦gimen ¨²nico y triunfante del fin de los tiempos que sufrimos la gente por ac¨¢ abajo.
Es la famosa privacy, el derecho sagrado a la privac¨ªa o privacidad de la vida de cada uno, que Estado y Capital no s¨®lo respetan, sino que defienden furibundamente (?c¨®mo no van a, si son Ellos los que la inventaron!) es esa idiocia y privac¨ªa del iluso que se cree que su vida es suya y que es ¨¦l el que la vive, del hombre no-p¨²blico y que no hace pol¨ªtica, es ¨¦sa la que hace la pol¨ªtica del Se?or de las Mayor¨ªas, la que sostiene el Imperio de Estado-y-Capital juntos (porque ?no es verdad que Econom¨ªa y Pol¨ªtica son ya lo mismo?) que bajo nombre de Democracia padecemos los rabos de pueblo que por ac¨¢ abajo seguimos siempre coleando: "Cada uno en su casa y Dios en la de todos", o bueno, de la mayor¨ªa, pero que se quiere vender por "todos".
(?Qu¨¦? ?Tiene usted la impresi¨®n de que va entendiendo ya la cosa? Que ya me est¨¢ pareciendo ust¨¦ un poquillo lento: ?si basta un poco de sentido com¨²n, hombre!).
Opini¨®n Personal
Y as¨ª es, en fin, que la Opini¨®n Personal ha venido a ser lo m¨¢s respetable de este mundo de la Pol¨ªtica-Econom¨ªa de la Demotecnocracia o Tecnodemocracia. "El Se?or Diputado, en su opini¨®n personal, muy respetable...", "Las opiniones del Autor sobre el asunto, muy personales y respetables por lo dem¨¢s...": ?no ve usted lo respetables que son todas las opiniones personales en este mundo?
Y ?se da ust¨¦ cuenta de por qu¨¦ son tan respetables? ?Ser¨¢, piensa usted, porque as¨ª el que habla, al respetar la opini¨®n ajena, se gana el derecho a exponer la suya y que igualmente se la respeten? S¨ª, tambi¨¦n eso; pero es, m¨¢s a fondo, porque se calcula prudentemente que una opini¨®n, en cuanto sea personal, va a ser necesariamente idiota y gilipollesca, y as¨ª no le va a hacer da?o a nadie; vamos, a nadie de la Mayor¨ªa ni al Se?or que la gobierna.
La personalidad es garant¨ªa de idiotez, de inocuidad y de sumisi¨®n; y Estado y Capital, que as¨ª lo saben, proceden en consecuencia a respetar todas las opiniones personales que se les echen (?qu¨¦ lejos de aquella forma arcaica de Poder en que se luchaba por la libertad de expresi¨®n!, ?se acuerda?), con tal de que se presenten como personales, "En mi opini¨®n", "A mi entender", "A m¨ª lo que me gusta.. .". Luego, que se sumen los gustos y las opiniones, que se apl¨ªque la estad¨ªstica, y que salga la mayor¨ªa, que bien puede confiarse en que ser¨¢ tan idiota como cada uno de sus componentes.
Y as¨ª es que se protege religiosamente la Propiedad Intelectual, ?verd¨¢?: porque, si uno tiene la modestia de presentar lo que escribe o canta como cosa suya, ?no va a premiar el Se?or con oros y con honras su modestia?
?Se percata ust¨¦ del truco?: as¨ª, a fuerza de opiniones personales y de suma de opiniones, lo que est¨¢ tratando de impedir es que hable el que sabe, que es el lenguaje popular, que no razone el sentido com¨²n del pueblo, incomputable y desconocido, y que, si por ventura habla y razona, que no haya Dios que lo oiga en medio de la barah¨²nda de las opiniones personales.
Hombre, y a lo mejor a usted mismo se le est¨¢ ocurriendo ahor¨¢ pensar, ingeniosamente, que todo esto que est¨¢ ust¨¦ leyendo desde hace un rato son tambi¨¦n mis opiniones personales, "ideas de Fulano", del A. G. C. que figura en la firma de este art¨ªculo, a cuyo nombre tengo que mandarlo, porque, si lo mando an¨®nimo, a ver de d¨®nde iba a conseguir que lo publicara este honorable Rotativo ni que ust¨¦ se lo leyera.
Pues mire, por si se le ocurre pensar tal cosa para escapar as¨ª de lo que pueda usted o¨ªr de raz¨®n com¨²n y herirle en su coraz¨®n popular en todo esto, tengo una vez m¨¢s que dec¨ªrselo claramente: yo aqu¨ª no vengo a dar mi opini¨®n: vengo a decir la verdad, ?qu¨¦ pasa? Que luego me equivoque, y mi idiotez personal ¨ªnterfiera, y no acierte a hablar con sentido com¨²n y a decir la verdad de sus mentiras... eso ya es otro asunto, y demasiadas probabilidades hay, por desgracia, de que as¨ª suceda. Pero, si empieza uno ya por dar su opini¨®n personal... pues no le digo.
?Entiende usted, va oyendo ya, cosas tan comunes como estas que le cuento? ?O se queda ust¨¦ todav¨ªa opinando sobre el art¨ªculo, decidiendo s¨ª le gusta o no le gusta, y consiguiendo as¨ª no enterarse de nada de lo que dices? Pues mire, ya me est¨¢ usted hartando, y como se ponga en ¨¦sas, ea, que le llamo lo del t¨ªtulo, y m¨¢s insultos de propina que del lenguaje popular me suban a la boca.
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