70 a?os de labor seria y libre a favor de la mujer
En 1910 hab¨ªa 21 mujeres estudiantes en la Universidad en toda Espa?a. En 1920 hab¨ªa 345, y 100 pertenec¨ªan a la Juventud Universitaria Femenina, asociaci¨®n creada en 1920 cuya tarea fue muy importante en a?os en que la universitaria y la mujer eran unas desconocidas en la vida profesional y ciudadana. La articulista recuerda la historia del grupo, luego llamado Asociaci¨®n Espa?ola de Mujeres Universitarias, con motivo de su disoluci¨®n, el 16 de octubre.
Es de agradecer a Mar¨ªa Luisa Maillard su trabajo para poner en pie la publicaci¨®n Asociaci¨®n Espa?ola de Mujeres Universitarias (1920-1990), que se present¨® al p¨²blico en el acto de clausura -precisamente- de la citada asociaci¨®n (AEMU). Es un libro valioso que con un buen tono narrativo da cuenta de una labor seria, lib¨¦rrima en toda ocasi¨®n, a veces alevosamente silenciada por la autoridad competente en la dictadura pasada y otras penosamente ignorada cuando lleg¨® la democracia.La asociaci¨®n fue creada en 1920 por Mar¨ªa de Maeztu y Clara Campoamor como Juventud Universitaria Femenina (JUF). Su tarea fue sumamente importante en a?os en que la universitaria, en particular, y la mujer, en general, era una desconocida en la vida profesional y ciudadana, adem¨¢s de una mal tratada en el derecho penal. La documentaci¨®n sobre los primeros a?os de la AEMU la debemos a Lola Crespo y a la ¨²ltima presidenta, Helena Araluce, que indag¨® y tradujo del ingl¨¦s el informe que desde Espa?a se enviaba a la International Federation of University Women (FIMU), creada en Londres el 11 de julio de 1919, de la que Espa?a era miembro. Esta puntualizaci¨®n no aparece suficientemente clara en el libro de Maillard.
El libro adolece, desde su indudable calidad, de un cierto descuido y precipitaci¨®n en cuanto a ¨ªndices, uso de material in¨¦dito, bibliograf¨ªa, entrevistas a las personas implicadas en la historia que se narra, etc¨¦tera, que facilitar¨ªa su consulta. Volviendo a la FIMU y a la JUF, s¨®lo un a?o de diferencia transcurre desde la fundaci¨®n de una y otra instituciones. Eso dice mucho, habla muy alto de la modernidad y sentido de las primeras universitarias espa?olas. Recordemos que en 1910 hab¨ªa s¨®lo 21 mujeres estudiantes en la Universidad en toda Espa?a. En 1920 hab¨ªa 345, y 100 pertenec¨ªan a la JUF, es decir, el 30% de la poblaci¨®n femenina universitar¨ªa. Este porcentaje nunca volvi¨®, desgraciadamente, a los archivos de la asociaci¨®n. Entre las asociadas mayores siempre se consider¨® un fracaso no haber llegado a la Universidad, como expres¨® Carmen Caama?o con su br¨ªo y lucidez caracter¨ªsticos en la clausura. No obstante, m¨¢s me parece otra consecuencia, otro dato m¨¢s, de la brutal herida de la guerra civil de 1936.
Contaminaci¨®n azul
En 1953, la asociaci¨®n resurge con un nombre ciertamente m¨¢s neutro y m¨¢s diferenciador, alej¨¢ndose de las palabras y juventudes, contaminadas ya de horizontes azules y marchas imperiales. Fueron Isabel Garc¨ªa Lorca -primera asociada- y Justina Ruiz de Conde quienes, desde el exilio interior la primera y desde el norteamericano la segunda, iniciaron el rebrote, unidas a Pilar Lago de Lapesa, Soledad Ortega, Luisa Elena del Portillo, Consuelo Vaca y Mar¨ªa Teresa Bermejo, que fue la primera presidenta de la renacida AEMU. Esas mujeres y las que no cito por razones de espacio, todas, todas, fervorosamente unidas en la tarea de pasar la antorcha del saber espa?ol. Sab¨ªan que pod¨ªan hacer una labor ampar¨¢ndose en la federaci¨®n internacional para mantener el fuego sagrado de la cultura, tan devastada por aquellos tiempos. A?os de infinita cautela y hasta temor. En la sala de Miguel ?ngel, 8, donde se aloj¨® la asociaci¨®n siempre hubo un polic¨ªa que asist¨ªa a los actos y conferencias, a pesar de estar previamente autorizados en la Direcci¨®n General de Seguridad. La presidenta Mar¨ªa Bra?a y, m¨¢s tarde, Pilar Mu?oa saben mucho de esos ires y venires con la autoridad, que suspend¨ªa actos a la menor sospecha. Sab¨ªa la AEMU que detr¨¢s del biombo de cosas de mujeres -poco peligroso en aquellos tiempos- se pod¨ªan organizar actividades del m¨¢s alto nivel: conferencias, ciclos, seminarios, cine, teatro... En los famosos t¨¦s mensuales, hasta nos visit¨® Marguerite Yourcenar. Efectivamente, la AEMU se siente muy orgullosa de haber contado con la colaboraci¨®n de lo m¨¢s aut¨¦ntico y florido de la intelectualidad no adscrita al franquismo. (Conviene recordar aqu¨ª que en la asociaci¨®n nadie cobr¨® un c¨¦ntimo nunca, ni las mujeres de la junta ni los invitados).
Bajo la presidencia de Otilia L¨®pez Fanego, la AEMU se lanza con valent¨ªa a abrir las puertas a los protagonistas de todo aquello que clamaba en el desierto.
En 1959, el homenaje a Antonio Machado, con la sala atestada, marca el punto de arranque del compromiso ideol¨®gico de la asociaci¨®n. Sedej¨® o¨ªr la autoridad po¨¦tica de Vicente Aleixandre, Aurora de Albornoz, Luis Felipe Vivanco y Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald. Los poemas de Machado sonaron en las voces de Francisco Rabal, Fernando Fern¨¢n-G¨®mez y Fernando Rey. Algunos eran versos prohibidos -por escritos durante la guerra y por la guerra-, que se escuchaban por primera vez en p¨²blico, aprovechando un descuido del polic¨ªa de turno, que se fue a tomar un caf¨¦ cuando supo que "el asunto era de versos". La tribuna libre que Madrid necesitaba se abri¨® a partir de ese homenaje.
Con Soledad Ortega se rompe la prudencia en la elecci¨®n de mujeres con apellidos ilustres de la historia de Espa?a. El nombre de Ortega y Gasset galvaniz¨® y fortaleci¨® a lo mejor del pensamiento espa?ol de posguerra. Su nombre en la segunda mitad de los sesenta no despertaba ya el recelo de los primeros a?os franquistas. Su hija Soledad, amant¨ªsima celadora de la labor paterna y, como el padre, brillante inspiradora de empresas culturales, organizar¨ªa el curso sobre la Universidad, en el que de manera libre se enfoc¨® todo el conjunto de problemas de la siempre problem¨¢tica Universidad.
Ansia democr¨¢tica
En los a?os setenta la Universidad bull¨ªa de inquietud, de ansia democr¨¢tica, de libertad de expresi¨®n. En la AEMU se vive este esp¨ªritu. En consonancia con ¨¦l, se elige una presidenta de la generaci¨®n siguiente. Una generaci¨®n que accede a la Universidad en 1949-1950. Que ha nacido durante la Rep¨²blica y ha jugado durante los bombardeos de la guerra civil. Una generaci¨®n educada por la Iglesia cat¨®lica y la Secci¨®n Femenina de Falange, hu¨¦rfana, pues, de libertad, pero que sabe leer entre l¨ªneas. Las mujeres de esa generaci¨®n fuvieron que tener sus modelos en Hollywood, por no tener otros m¨¢s cercanos. Unas se encerrawn en la Greer Garson dulzona y comprensiva de Mistress Minniver y otras se aventuraron con la Greer Garson de Madame Curie o la atrevida e inconformista Katharine Hepburn. Hasta 1973 es presidenta quien esto escribe. Por consiguiente, remito a la autora de] libro sobre lo realizado en aquellos a?os. S¨®lo a?adir¨¦ que fueron los a?os m¨¢s Intensos y cat¨¢rticos de mi vida.
En toda la d¨¦cada de los setenta, el feminismo va increscendo con todas sus variantes. Quiz¨¢ a rega?adientes de algunas asociadas, pero la AEMU se percat¨® de que no pod¨ªa estar ajena al fen¨®meno feminista. Laura de los R¨ªos fue fundamental apoyo para su receptividad. En 1973 es elegida presidenta Jimena Alonso, de origen familiar inst¨ªtucionista y al mismo tiempo luchadora por unos desbordantes planteamientos del papel de la mujer en la sociedad. Con ella, por fin, mujeres j¨®venes llenan los espacios de Miguel Angel y del alquilado piso de Fernando VI. Como dijo la propia Jimena, el feminismo actual naci¨® o renaci¨® en la AEMU. Fueron a?os un tanto tumultuosos para las antiguas asociadas, pero fecundos en el deven¨ªr social.
Llegadas la democracia y la libertad, la AEMU, bajo la inteligente presidencia de la siempre recordada Consuelo de la G¨¢ndara, acepta su no protagonismo, y como dice Maillard, significa la concordia. Tambi¨¦n el agravamiento de la crisis econ¨®mica -end¨¦mica- de la AEMU, sin ayuda de nada ni de nadie, sobreviviendo mal con las cuotas de las asociadas m¨¢s fieles.
Con la dignidad propia de la casa, las siguientes presidentas, Rosa Castillo y Helena Araluce, continuaron la tarea y estrecharon lazos con la federaci¨®n internacional, aspecto descuidado en presidencias anteriores. Mar¨ªa Luisa Maillard cuenta muy bien la historia de los 70 a?os de esta asociaci¨®n. Recomiendo sin dudar la lectura de su libro, cuya publicaci¨®n ha sido posible por la beca concedida por el Instituto de la Mujer a la autora.
Por entender que un ciclo hab¨ªa terminado, la AEMU decidi¨® en asamblea disolverse y celebrar la clausura.
Rafael Lapesa evoc¨® la ¨¦poca fundacional donde "se foment¨® un ideal de entusiasmo, prudenc¨ªa, tolerancia, y superaci¨®n de fronteras intelectuales". Fue precisamente ese esp¨ªritu el que propici¨® -me permito a?adir ahora- el estar vigilantes respecto a los cambios verdaderos de la sociedad. As¨ª, la AEMU cerr¨® filas contra el acoso al poder de mujeres -tres o cuatro- todav¨ªa falangistas, y al m¨¢s ambiguo y emboscado de? Opus De¨ª. Sin embargo, cuando llegaron las voces feministas, la AEMU supo estar bien y les abri¨® las puertas.
En la despedida, Jos¨¦ Luis Sampedro rec6mend¨® que la Asociaci¨®n de Mujeres Universitarias se convirtiera en sociedad secreta. Jos¨¦ Luis L¨®pez Aranguren declar¨® que un foro libre nunca se acaba. Entre todos se pas¨® la p¨¢gina, pero el libro debe seguir abierto.
Babelia
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