Laurie en el pa¨ªs de Anderson
La vanguardia engendra sus propias paradojas. Hace 15 a?os, Mikel Laboa ya actuaba por Euskadi con planteamientos similares a los que hoy ofrece en su gira espa?ola Laurie Anderson. Solo en el escenario, Laboa se lanzaba de un micr¨®fono a otro cantando, gritando y recitando. Sola en escena, Anderson canta, grita y recita.Mikel Laboa es vasco, sus medios t¨¦cnicos se limitaban a una guitarra y un magnet¨®fono, y es cantautor. Laurie Anderson es norteamericana, utiliza la tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada y es vanguardia. En definitiva, ambos representan el enfrentamiento de dos artistas con el libre ejercicio de su imaginaci¨®n sin cortapisas ni etiquetas.
Papanatismos aparte, el recital de Laurie Anderson en Madrid fue serio, riguroso y natural. Diez pantallas de v¨ªdeo; otros tantos micr¨®fonos que filtraron la voz de la cantante haci¨¦ndola sonar en femenino, masculino, neutro y hasta en polif¨®nico; diversos teclados, un viol¨ªn y cintas pregrabadas formaron el equipaje de su ¨²ltimo espect¨¢culo, Empty places (Lug, ares vac¨ªos).
Laurie Anderson (voz, teclados, viol¨ªn, percusi¨®n electr¨®nica)
Aforo: 700 personas. Precio: 2.500 a 3.500 pesetas. Palacio de Congresos y Exposiciones. Madrid, 14 de noviembre.
La actuaci¨®n de la norteamericana tuvo el m¨¦rito del esfuerzo y la profesionalidad. Carit¨® y narr¨® casi todo el repertorio en un castellano m¨¢s que aceptable, se preocup¨® en comunicar e intent¨® acercar al p¨²blico madrile?o temas estrechamente conectados con la realidad norteamericana.
Reagan, Bush, el conservadurismo, la segregaci¨®n racial, la discriminaci¨®n de la mujer y la censura fueron sus blancos. Robert Mapplethorpe, Walter Benjamin y William Borroughs, sus flechas en un recital de alto contenido ideol¨®gico, aunque de relativo inter¨¦s en unos textos directos y poco sutiles.
La preocupaci¨®n de Laurie Anderson por la originalidad t¨ªmbrica salv¨® en parte, nunca en su totalidad, el alejamiento que produce la m¨²sica pregrabada, y la veracidad de la norteamericana permaneci¨® a salvo por la honestidad en su utilizaci¨®n. As¨ª, acompa?¨® canciones de su ¨²ltimo disco, como las magn¨ªficas Strange angels e Hiawatha, s¨®lo con un teclado, enriqueciendo la sencillez musical con una magn¨ªfica utilizaci¨®n de las im¨¢genes.
Sorprendente por la adecuaci¨®n entre m¨²sica, palabra e imagen, Laurie Anderson aburri¨® en algunos momentos por su monoton¨ªa, aunque el recital alcanz¨® momentos de gran intimidad y expresi¨®n, permitiendo descubrir algo de su mundo y participar en el viaje de Laurie al pa¨ªs de Anderson.
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