Odisea de prodigios
NO DEJA de ser sorprendente -y aleccionador- que la primera obra que se conoce de Adolfo Bioy Casares (premio Cervantes de Literatura de 1990), datada en 1937, sean 20 p¨¢ginas dedicadas a contar las excelencias diet¨¦ticas del suero l¨¢cteo o yogur. Sorprendente, por cuanto dignifica a la literatura comercial, y aleccionador, porque impulsa la creatividad de quienes escriben por encargo. Si a ello a?adimos que el coautor del citado folleto fue Jorge Luis Borges, el perfil del autor de La invenci¨®n de Morel gana en concreci¨®n. La colaboraci¨®n con Borges, larga y fecunda, permite suponer adem¨¢s que cualquier dato atribuido a cualquiera de los dos es a su vez fruto de la invenci¨®n. Es parte de un juego que estimula la imaginaci¨®n y el placer de la lectura.Pero si en el origen de la brillante carrera literaria de Bioy surge el folleto de propaganda, en su tramo medio aparece en su esplendor la novela policiaca -siempre en colaboraci¨®n con Borges-. La colecci¨®n El S¨¦ptimo C¨ªrculo deja constancia del conocimiento e inter¨¦s de los dos escritores argentinos por un g¨¦nero tradicionalmente descuidado en las ¨¦lites literarias. En realidad, el premio a Bioy Casares es un galard¨®n a un espl¨¦ndido escritor en lengua castellana que se sale de los esquemas tradicionales. Su proclividad a construir obras de ficci¨®n en colaboraci¨®n (adem¨¢s de firmar con Borges como Bustos Domecq, escribi¨® con Silvina Ocampo la novela Los que aman, odian), su inter¨¦s por difundir textos ajenos como director literario y su espl¨¦ndida obra en cuentos y relatos cortos, hacen de Bioy un escritor singular.
Hombre profundamente liberal, nunca ocult¨® su inter¨¦s y fascinaci¨®n por el mundo y la literatura anglosajones. Su amistad con las Ocampo y Borges, entre otros, conform¨® un innominado grupo Bloomsbury argentino. Sin duda uno de los mayores m¨¦ritos del autor del Diario de la guerra del cerdo ha sido sobrevivir con voz propia al lado del monstruo Borges, predecesor suyo en el galard¨®n que ahora recibe y que suscribi¨® uno de los mayores elogios que escritor alguno puede recibir por su obra: "La invenci¨®n de Morel es una odisea de prodigios".
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