Flor de loto

Un hombre enjuto de pelo casta?o, ejecutivo de Morgan Stanley, sobresale de entre la multitud de japoneses que abarrotan a diario el inmenso patio de operaciones de la Bolsa de Tokio. Esta fren¨¦tica sala, que ahora es el ombligo del mundo financiero, albergada en un edificio s¨®lido de largo vest¨ªbulo modelo ata¨²d que es conocido como el kabulo cho, tiene un gran panel electr¨®nico en el que brillan las cotizaciones con destellos anaranjados. El famoso Nikkei, ¨ªndice del mayor mercado del mundo, alcanza para el Jap¨®n moderno un valor tot¨¦mico similar al que tuvo la flor de loto en el tiempo de los samur¨¢is. Cualquier sobresalto del Nikkei tiene repercusiones inmediatas en los mercados financieros de todo el planeta; a excepci¨®n de Espa?a, a tenor de lo ocurrido ayer en las bolsas nacionales, que iniciaron la sesi¨®n con aperturas floj¨ªsimas a pesar del tir¨®n japon¨¦s de la madrugada anterior. La influencia nipona lleva varios d¨ªas sin hacerse notar. El continuo abre vacilante y va tomando fuerza a medida que se acercan los cierres acompasados por la evoluci¨®n de Nueva York entre las tres y media y las cinco de la tarde. Ayer, D¨ªa de Acci¨®n de Gracias, festivo en Estados Unidos, fue puro plomo para las ¨®rdenes de compra.