?Llega el momento?

A PUNTO de cumplirse el cuarto mes de la invasi¨®n de Kuwait, los l¨ªderes aliados se debaten entre el deseo de acabar de una vez con el asunto y la prudencia que les impone saber que, una vez iniciada la guerra, sus consecuencias son impredecibles tanto en vidas humanas como en da?os materiales. La din¨¢mica decidida -una innovadora aplicaci¨®n de la Carta de la ONU- conceb¨ªa el eventual recurso a la acci¨®n b¨¦lica como una muy ¨²ltima instancia que s¨®lo se har¨ªa efectiva tras agotar las dem¨¢s alternativas. Por ello, sectores de la opini¨®n p¨²blica acostumbrados a pensar en t¨¦rminos de enfrentamiento autom¨¢tico interpretaron que el retraso de la intervenci¨®n reflejaba en realidad una insuperable debilidad de los aliados. Al amparo de esa impresi¨®n, los halcones argumentaron que el recurso a la ONU, para ellos "el m¨¢s ineficaz organismo de la posguerra", implicaba meter el conflicto en v¨ªa muerta y conceder el triunfo a Sadam.Probablemente, el futuro demostrar¨¢ que el camino elegido para doblegar a Husein fue el correcto, sencillamente porque no era concebible iniciar hostilidades en fr¨ªo en una regi¨®n tan acosada por problemas explosivos que podr¨ªan estallar de manera incontrolable. Bush obra correctamente cuando intenta convencer a los restantes miembros permanentes del Consejo de Seguridad de que ha llegado la hora de pasar de las previsiones del art¨ªculo 41 de la Carta de las Naciones Unidas (imposici¨®n del embargo) a las del 42 ("otras acciones" por tierra, mar o aire). No porque haya fallado el embargo, cosa a¨²n no constatable, sino porque es saludable incrementar la presi¨®n. T¨¦cnicamente, tal tr¨¢nsito puede entenderse como sustitutivo v¨¢lido del ultim¨¢tum pretendido por quienes defienden la opci¨®n b¨¦lica. Se estar¨ªa as¨ª en disposici¨®n de acudir a una acci¨®n de presi¨®n limitada. Tambi¨¦n se estar¨ªa un paso m¨¢s cerca de la guerra. Queda por decidir si la proximidad es m¨¢s t¨¦cnica que real. La alianza antiraqu¨ª acepta ya, como asegur¨® Felipe Gonz¨¢lez en Par¨ªs esta misma semana, que es necesario acudir al art¨ªculo 42.

Cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Francia, Reino Unido, URSS y China) consultados por el presidente Bush, que representa el quinto, han dado su aquiescencia a la aplicaci¨®n del art¨ªculo 42. Pero Bush ha ampliado esas consultas. En Par¨ªs se ha entrevistado con Mitterrand, Gorbachov y Thatcher, mientras que Baker lo hac¨ªa con el ministro de Exteriores de China. Y en un viaje rel¨¢mpago ha visitado al rey Fahad en Arabia Saud¨ª, al presidente Mubarak en El Cairo y se ha reunido con Asad en Ginebra. Todo ello, en la perspectiva de mantener la coherencia del bloque aliado, aunque para ello haya tenido que estrechar la mano de alguien, como el presidente sirio, enemigo hasta ayer mismo. Todo lo cual indica que el objetivo de mantener la unanimidad sigue condicionando cualquier iniciativa. Pero tambi¨¦n, que se abre paso la idea de que para evitar la guerra es necesario que la amenaza de desencadenarla resulte suficientemente cre¨ªble para Sadam. Lo cual exige hacerle saber por adelantado que no es s¨®lo Estados Unidos, sino la comunidad internacional, incluidos los Estados ¨¢rabes, quienes plantean el ultim¨¢tum.