Michael Jackson nunca ha sido negro
Anochec¨ªa en Par¨ªs, pero eso a m¨ª me importaba un bledo. Me animaba que anochec¨ªa en Saint Germain, donde el bulevar abandona su biograf¨ªa cultural y elegante -aunque enfile hacia la Tour d'Argent, el restaurante m¨ªtico- y se remansa moment¨¢neamente en el ensanchamiento de la plaza de Maubert. Eso s¨ª me importaba, porque siempre he sido un amante de la noche, y no por convertirme en pardo como todos los gatos, sino porque es cuando el tiempo ya no existe y las urgencias se diluyen, y el Latino era mi barrio. Anochec¨ªa en un caf¨¦ de la plaza de Maubert y en torno a una mesa habl¨¢bamos interminablemente un veterano comunista que hab¨ªa dejado de serlo oficialmente aunque todav¨ªa necesitaba del marxismo para explicarse el mundo, un editor anarco que se cre¨ªa anarquista (me atengo a la definici¨®n de Ernst J¨¹nger: "El amor es an¨¢rquico, el matrimonio no. El homicidio es an¨¢rquico, el asesino no. Cristo es an¨¢rquico, Pablo no. Pero esto no son contradicciones, sino gradaciones. La historia universal se mueve mediante la anarqu¨ªa. En suma: el hombre libre es an¨¢rquico, el anarquista no... El anarco puede vivir en solitario; el anarquista es un ser social y tiene que buscar la colaboraci¨®n de otros camaradas") y yo, un marxista antiestalinista, felipe de primera promoci¨®n y, como se dec¨ªa entonces, primera ca¨ªda, lo que supon¨ªa una buena a?ada. Y en ese momento el veterano militante comunista se pregunt¨®, aunque al hacerlo en voz alta pareciera que nos interrogaba: "?Dentro de unos a?os, los comunistas ser¨¢n una especie a proteger para evitar su extinci¨®n?"La pregunta me ha vuelto peri¨®dicamente, como una digesti¨®n mal hecha, desde el fin de nuestra adscripci¨®n eclesial al marxismo y a partir, sobre todo, de la ca¨ªda del muro, la desbandada del comunismo y la pertinaz sequ¨ªa intelectual de lo que fuera la izquierda europea pensante durante varias d¨¦cadas. Porque no s¨®lo ya nadie se reclama del comunismo -o casi nadie-, sino que incluso muchos se entristecen por haberlo sido, otros recuerdan s¨²bitamente que en realidad nunca lo fueron del todo, y hay quienes se aprovechan del final de ese cap¨ªtulo de la historia para pasar factura a quienes s¨ª lo fueron de manera militante en los a?os del franquismo.
Sin embargo, hay que recordar algunas cosas. El estalinismo, en el que nunca milit¨¦ -yo de verdad-, no tuvo una relaci¨®n directa con la actividad pol¨ªtica de la mayor¨ªa de los comunistas y marxistas de otras obediencias bajo la dictadura. Ni aqu¨ª, ni en la Grecia de los coroneles, ni bajo la ocupaci¨®n nazi de Francia, ni en los a?os de la democracia sucia en Italia. Los comunistas, y puedo hablar de ellos sin pudor porque nunca milit¨¦ en el Partido -el Partido por antonomasia-, lucharon por la democracia y las libertades, y lo hicieron como pocos m¨¢s se atrevieron. La mayor¨ªa de los dem¨®cratas de toda la vida llegaron a la democracia -hubo gloriosas excepciones- cuando ya Franco dormitaba en los consejos de ministros y el fin era visible. En las c¨¢rceles del franquismo, s¨®lo las breves estancias de Dionisio Ridruejo y algunos m¨¢s testimoniaban sobre una lucha precisamente testimonial. Desde los a?os cincuenta, liquidadas las direcciones nacionales de la CNT promoci¨®n tras promoci¨®n y entrados los socialistas en periodo de reflexi¨®n -Nicol¨¢s Redondo, Antonio Amat, Luis Mart¨ªn Santos y algunos otros son excepciones-, hasta la llegada de los etarras, mediados los sesenta, poco m¨¢s o menos, los comunistas llenaban las prisiones. Burgos era un penal donde, se concentraba la mayor¨ªa de los que luchaban por la libertad, aunque fueran estalinistas y el estalinismo supusiera la negaci¨®n misma de la libertad.
Porque se produc¨ªa una ruptura, algo esquizofr¨¦nica, entre lo que se hab¨ªa convertido el comunismo, de forma probablemente inevitable desde su misma ra¨ªz te¨®rica, en los pa¨ªses del socialismo real y la lucha por las libertades de los comunistas en los pa¨ªses ocupados, sometidos a dictaduras o de democracia sucia a la italiana. Se luchaba por la libertad, se pensaba en la democracia, fueran cuales fueran las especulaciones doctrinarias de las direcciones y su rigidez organizativa. Quiz¨¢ por eso cuantos en alg¨²n momento nos reclamamos del marxismo nos encontramos con que la democracia formal, tan repudiada entonces, era la ¨²nica forma de vivir en democracia; incluso con sus carencias y cortedades. Y tambi¨¦n con que la econom¨ªa de mercado, m¨¢s o menos necesitada en cada caso de elementos correctores, superaba todo lo ensayado hasta ahora.
Pero eso no quiere decir que se luchase por otra dictadura en los a?os pasados. Se luchaba por la libertad m¨¢s de lo que lo han hecho la mayor¨ªa de los dirigentes dem¨®cratas genuinos en Italia, por ejemplo. La democracia sucia italiana cre¨® cuerpos especializados en falsificar la democracia y en impedirla. Cre¨® la estrategia de la tensi¨®n; no persigui¨®, o disimul¨®, la violencia de las tramas oscuras; no se inmut¨® -en el mejor de los casos- ante el asesinato de Aldo Moro, que muri¨® a manos de las Brigadas Rojas, o azules, o negras, o amarillas, o de color fucsia, pero ante la impasibilidad o la complicidad de quienes ten¨ªan la misi¨®n de cerrar el paso a una apertura a la izquierda de la Democracia Cristiana, dijesen lo que dijesen las urnas. Los comunistas italianos guardaban el rosario estalinista de su madre, y los partidos anticomunistas se quedaban con todo lo dem¨¢s. Se creaban redes incluso armadas para que de ninguna manera el PCI pudiera llegar al Gobierno, porque la soberan¨ªa popular, como la gracia santificante, s¨®lo recae en quienes se la merecen. Como ha dicho Eugenio Scalfari, poco sospechoso director de La Repubblica romana, tras el descubrimiento de los papeles de Aldo Moro: "Este descubrimiento no s¨®lo obliga a escribir de nuevo la historia de los ¨²ltimos 25 a?os, sino a verificar que adem¨¢s del sistema comunista, el otro sistema recurr¨ªa a los mismos m¨¦todos fuera de toda ley, Constituci¨®n y Parlamento".
Los comunistas espa?oles, quiz¨¢ sin saber exactamente cu¨¢l era el sistema real por el que finalmente combat¨ªan, lo hac¨ªan inmediatamente por la. libertad. Ahora, quienes llegaron a la democracia en el ¨²ltimo autob¨²s, e incluso quienes en el fondo de sus sentimientos todav¨ªa no la han aceptado, y muchos otros, se?alan sus equivocaciones te¨®ricas. Equivocaciones realmente existentes, pero que no les influyeron entonces y que la historia no les ha dado, afortunadamente, oportunidad para desarrollar en la pr¨¢ctica. Algunos otros, precisamente muchos de los te¨®ricos que les empujaron, resulta que ni siquiera fueron nunca comunistas realmente; todo lo m¨¢s, hermanos separados de un socialismo al que ahora regresan. Y es que, si se mira con atenci¨®n, nadie puede asegurar que Michael Jackson haya sido negro alguna vez.
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