Al calor del hogar
Lou Donaldson QuartetCon Lou Donaldson no hay posibilidad de error: se sabe de antemano lo que va a ofrecer y nunca defrauda las expectativas. El es saxofonista de estirpe noble, nombrado caballero del bop en los a?os en que las cruzadas se hac¨ªan por causas ligadas al arte y no a imperativos, caprichosos y su fidelidad se mantiene firme hasta las ¨²ltimas consecuencias aunque al amor de su m¨²sica se congreguen menos parroquianos que en otras ceremonias de mayor relumbr¨®n. Peor para los que no estuvieron, porque su saxof¨®n parece una caldera brillante que despide incensantemente calor que no quema; muy al contrario, exhala bocanadas confortables que entonan y has la tienen textura. Su sonido es limpio y liso, pero duro y redondo como una piedra de r¨ªo arrastrada por una sola corriente: la del buen jazz.El d¨ªa anterior hab¨ªa ofrecido un concierto en la I Muestra de Jazz de Segovia en el elegante teatro Juan Bravo, pero el escenario del Clamores result¨® m¨¢s adecuado para dar cobijo a sus c¨¢lidas versiones de temas que forman parte del entra?able libro de oro del jazz y que fueron presentados con todo el sabor del que conoce la historia porque estuvo donde y cuando se produjo. Si como presentador Donaldson recuerda al muy peculiar maestro de ceremonias del birdland Pee Wee Marquette, como saxofonista no tiene otra referencia que la de Charlie Parker aunque refinada por ligeros toques de la elegante escuela de Johnny Hodges, sobre todo en las baladas.
Lou Donaldson (saxo alto), Herman Foster (plano), Richy Ferrer (contrabajo) y Jeff Jerolamon (bater¨ªa)
Clamores Jazz. Madrid. 25 de noviembre.
De Marquette debi¨® aprender Donaldson en las hist¨®ricas sesiones del 54 cuando empezaba a gestarse un estilo de Jazz que pronto har¨ªa fortuna. Junto a ¨¦l estaban Clifford Brown, Horace Silver y Art Blakey, m¨²sicos todo alma empe?ados en una peque?a recvoluci¨®n posterior al gran cambio del be bop. El carisma de las presentaciones del peque?o oficiante eran pre¨¢mbulo perecto al jazz desenfadado, vital, y de swing contagioso con or¨ªgenes evidentes en el blues y en el gospel. Despu¨¦s, Brown muri¨® y el propio Donaldson se desmarc¨® hacia terrenos m¨¢s comerciales pero siempre manteniendo inalterables la esencia de aquel esp¨ªritu a hurtadillas de los mandatos de la industria.
Entre tanto m¨²sico opaco como existe hoy d¨ªa, Donaldson es transparente, se ve de d¨®nde viene y hacia d¨®nde va, no esconde limitaciones ni disimula or¨ªgenes y fue una deficia oirle recitar en puro lenguaje bop Bye bye blackbyrd, o incitar al baile con Cheek to cheek. Hizo asomar el esp¨ªritu de Billie Holiday cuando toc¨® con ternura Lover man, y los ritmos brasile?os bien entendidos fueron magn¨ªficamente encauzados en la composici¨®n Blue bossa del trompetista Kenny Dorham. Al Final, se meti¨® al p¨²blico en el bolsillo con su Whiskey drinkin' woman, un divertido blues interpretado con la naturalidad reservada a los aut¨¦nticos maestros del g¨¦nero.
El pianista que acompa?¨® a Donaldson fue jocosamente presentado por ¨¦ste como Ray Charles, pero no era otro que su inseparable Herman Foster, con quien lleva colaborando m¨¢s de 30 a?os. Su estilo, espeso y lleno de contrastes, recuerda por igual a Errol Garner, Bud Powell y los pianistas primitivos de blues. Acompa?¨® con correcci¨®n y sentido del humor y se vio bien correspondido por el contrabajista Richy Ferrer y el bater¨ªa Jeff Jerolamon, que adem¨¢s se beneficiaron de un excelente sonido que redonde¨® esta hogare?a sesi¨®n.
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