No a la petrocruzada
Aunque lo sab¨ªamos desde que tenemos uso de raz¨®n, uno de los viej¨ªsimos nuevos fil¨®sofos ha venido expresamente de Par¨ªs para repetirlo, por si acaso lo hubi¨¦ramos olvidado: "El peligro es el islam". Recurriendo al arsenal de t¨®picos y este reotipos forjados desde los primeros balbuceos de Europa, hace m¨¢s de 1.000 a?os, y cuyo origen, difusi¨®n y valor movilizador y emblem¨¢tico ha analizado magistralmente Edward Said en su obra Orientalismo, reci¨¦n traducida al castellano, el fil¨®sofo nos "descubre" que a escala planetaria estamos "enfrentados al mundo ¨¢rabe-musulm¨¢n", ¨²nico grupo humano, seg¨²n ¨¦l, "que plantea dificultades" respecto a la ¨¦tica universal- el titular de un semanario espa?ol expon¨ªa hace unos d¨ªas la misma idea con bastante m¨¢s gracia: "?rabes, ?qu¨¦ raro tiene esa gente?", aduciendo como prueba irrebatible la aparici¨®n de media docena de chadores en la escuela laica francesa y el re vuelo que ello produjo. Sin de tenernos ahora en la reveladora confusi¨®n entre chador iran¨ª, velo isl¨¢mico y pa?uelo con el que se cubr¨ªan el cabello las j¨®venes islamistas, resulta en verdad sorprendente que al presentar sus tesis sobre el enfrenta miento de valores irreconciliables el fil¨®sofo omita el hecho en verdad significativo de que m¨¢s de 100.000 muchachas de origen ¨¢rabe isl¨¢mico (el 99 y pico por 100 de las mismas) frecuenten las aulas como sus de m¨¢s colegas, sin trauma ni problema alguno. ?O se trata quiz¨¢ de desorbitar las cosas y atribuir a la totalidad del islam franc¨¦s lo que es s¨®lo expresi¨®n de una insignificante minor¨ªa? Pero dejemos el tema y vaya mos al meollo del asunto, que no es otro, desde luego, que la preguerra del Golfo y la peregrina opini¨®n del fil¨®sofo, conforme a la cual no hay intervenci¨®n occidental en el asunto. La ¨ªndole propagand¨ªstica de sus afirmaciones y el desenfoque deliberado de los problemas que all¨ª se ventilan obligan a puntualizar una serie de hechos ante la opini¨®n p¨²blica. Por muy raros y esencialmente distintos que sean, los pueblos ¨¢rabes han tenido la ocasi¨®n de comparar lo ocurrido en Kuwait con lo sucedido en los ¨²ltimos 20 a?os en diversas zonas de Oriente Pr¨®ximo y tomar buena nota de la doble moral y conducta de quienes pretenden defender la ¨¦tica y la justicia en las relaciones internacionales de un mundo inexorablemente dividido entre pobres y ricos.1. El hombre fuerte de Irak es sin duda alguna un dictador cuyo poder se funda en la violencia y en la vida de decenas de millares de v¨ªctimas. Este hecho, conocido y denunciado por numerosas organizaciones humanitarias, fue deliberadamente silenciado por las potencias occidentales, que lo armaron hasta los dientes y obtuvieron gracias a ello cuantiosos beneficios con el menosprecio de los valores ¨¦ticos con los que hoy virtuosamente se escudan.
2. La guerra de agresi¨®n de Sadam a Ir¨¢n cont¨® con el apoyo de la Alianza Atl¨¢ntica, obsesionada entonces por el peligro jomeinista. En septiembre de 1980 las nociones jur¨ªdicas de agresor y agredido parecieron desdibujarse de pronto, y nadie o casi nadie os¨® alzar la voz en Europa contra aquella tropel¨ªa. La ¨¦tica occidental entr¨® en hibernaci¨®n durante ocho a?os, mientras los fabricantes de armas se enriquec¨ªan a costa de un mill¨®n de muertos. El bloqueo militar al pa¨ªs agredido se cumpli¨® a rajatabla y Estados Unidos envi¨® su tropa al Golfo para imponer un alto el fuego desfavorable a los iran¨ªes.
3. El genocidio de la poblaci¨®n kurda iraqu¨ª y su desarraigo forzoso no suscitaron una condena de las Naciones Unidas ni el boicoteo del r¨¦gimen responsable. La visita de la esposa del presidente franc¨¦s, Mitterrand, a los campos de refugiados en Turqu¨ªa fue un gesto a todas luces medi¨¢tico: como me dijo un amigo kurdo, "lo mejor que podr¨ªa hacer en favor nuestro ser¨ªa convencer a su marido de que cesara de vender a Sadam las armas con las que nos extermina".
4. El rechazo por Israel de todas las resoluciones de la ONU tocantes a los territorios ocupados, su anexi¨®n de Jerusal¨¦n Este, la violaci¨®n continua de los derechos m¨¢s fundamentales de los palestinos, la represi¨®n brutal de la intifada, la negativa cerril de Shamir a negociar con la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) y admitir la existencia de dos Estados en el antiguo mandato brit¨¢nico de Palestina, etc¨¦tera, no han ocasionado el env¨ªo de tropas ni ej¨¦rcitos, sino irrisorias protestas diplom¨¢ticas y decisiones vetadas ab ovo por los sucesivos presidentes de Estados Unidos.
5. El drama interminable de L¨ªbano, la intervenci¨®n siria e israel¨ª, las matanzas interconfesionales, el asedio y bombardeo impecable de Beirut por el ej¨¦rcito de Beguin, no han conmovido ni conmueven a la opini¨®n del primer mundo. Ning¨²n Gobierno occidental ha invocado razones ¨¦ticas ni jur¨ªdicas para dar fin a la desaforada carnicer¨ªa. En el momento m¨¢s duro del asedio de la capital libanesa, Francia no envi¨® su armada, sino un modesto buque hospital.
6. S¨®lo la invasi¨®n de Kuwait por Sadam y la subsiguiente anexi¨®n del emirato han permitido descubrir al mundo civilizado la validez universal de los conceptos de agresor y agredido. En nombre de un fulgurante consenso internacional, el Consejo de Seguridad de la ONU no s¨®lo ha condenado al dictador iraqu¨ª, sino que ha impuesto un bloqueo econ¨®mico a su pa¨ªs y ha avalado el env¨ªo de centenares de miles de soldados norteamericanos, brit¨¢nicos y franceses a Arabia Saud¨ª y a los Emiratos del Golfo. Con ello ha puesto de manifiesto una distinci¨®n esencial entre los seres humanos, a quienes se puede asesinar impunemente -ya sean palestinos, libaneses, kurdos o iran¨ªes- y aquellos que habr¨¢ que denominar desde ahora petrohumanos, cuyos derechos no pueden vulnerarse sin poner en peligro la paz del mundo.
7. El env¨ªo inicial de 100.000 hombres a defender a Arabia Saud¨ª de un eventual ataque de Sadam se ha ido transformando durante los ¨²lti-
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mos meses en la instalaci¨®n en la zona del Golfo de un cuerpo expedicionario de m¨¢s de 400.000 soldados y de un gigantesco arsenal de armas perfeccionadas destinados no ya a liberar Kuwait sino a aniquilar el potencial militar iraqu¨ª. Tal planteamiento -al descartar las posibilidades de una soluci¨®n negociada, fuera de la pura y simple rendici¨®n de Sadam implica la inevitabilidad de una guerra cuyo coste en vidas humanas y consecuencias econ¨®micas y ambientales ser¨ªa devastador.
La cruzada occidental contra Irak pretende revestirse de nobles argumentos morales y jur¨ªdicos, pero muestra en realidad el sometimiento m¨¢s o me nos servil de la comunidad internacional a la voluntad estadounidense de asegurarse de una vez para siempre el control del petr¨®leo ¨¢rabe a trav¨¦s de sus virreinatos del Golfo. Presentar los hechos como una nueva manifestaci¨®n del "peligroisl¨¢mico" es enga?ar deliberadamente a la opini¨®n y apoyar la l¨®gica de la guerra predicada por Bush.
?Hay que morir por Kuwait? ?Aceptar el env¨ªo de soldados europeos al matadero para salvaguardar los intereses de las grandes compa?¨ªas petrol¨ªferas y favorecer la reactivaci¨®n de la estancada econom¨ªa estadounidense? S¨ª, a fin de preservar el nivel de vida de sus conciudadanos ricos, el presidente Bush est¨¢ dispuesto a sacrificar la vida de sus conciudadanos pobres, como insinuaba John Kenneth Galbraith recientemente en el New York Times. All¨¢ ¨¦l. Los dem¨¢s pueblos no tienen nada que ganar y mucho que perder en semejante aventura. En el gui¨®n de La cr¨®nica de una guerra anunciada no hay buenos ni valores ¨¦ticos dignos de defenderse: s¨®lo el provecho ego¨ªsta de una gran potencia indiferente de ordinario a las tragedias y miserias del Tercer Mundo.
Escribo esto, mientras la amenaza de guerra se precisa, con una desesperante sensaci¨®n de impotencia. ?Qu¨¦ hacer? ?Firmar manifiestos de protesta contra la cruzada petrolera? ?Escribir art¨ªculos como los de S¨¢nchez Ferlosio, Mu?oz Molina y Llamazares para denunciar la hipocres¨ªa y barbarie? ?Incitar a los militares enviados al Golfo a una insumisi¨®n honrosa? ?Proponer a todos los intelectuales, escritores y artistas de Occidente pasar una temporada en los centros neur¨¢lgicos de Irak para servir all¨ª ¨²tilmente de escudos humanos y contrarrestar as¨ª de forma concreta la propaganda belicista y sus fabulaciones mortales?
Cualquier propuesta de desescalada moral ideol¨®gica me parece buena si contribuye a prevenir de alg¨²n modo la cat¨¢strofe que se avecina.
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