Hambre en la URSS
EL DETERIORO de la situaci¨®n econ¨®mica, y concretamente del abastecimiento en las grandes ciudades, ha alcanzado tal gravedad que el hambre es hoy una amenaza real para millones de ciudadanos sovi¨¦ticos. En Leningrado se ha implantado el racionamiento de alimentos b¨¢sicos. En Mosc¨², la falta de leche y de carne es angustiosa y se esperan medidas de racionamiento. La perspectiva ante el invierno es dram¨¢tica. El Gobierno sovi¨¦tico no tiene la posibilidad de superar en solitario este apremiante problema y ha pedido ayuda a la comunidad internacional. Gorbachov, al informar ante el Soviet Supremo sobre la cumbre europea de Par¨ªs, resalt¨® la disposici¨®n de los gobiernos occidentales a prestar tal ayuda.?C¨®mo se explican esas deficiencias en un a?o de buen¨ªsimas cosechas? Adem¨¢s de los problemas inevitables que plantea la transici¨®n de un sistema centralizado a una econom¨ªa de mercado, no cabe duda de que Mija¨ªl Gorbachov, audaz en la realizaci¨®n de otros cambios, ha sido muy vacilante ante las medidas precisas para el desarrollo del nuevo modelo econ¨®mico. El viejo sistema planificado se ha descompuesto y al amparo de su putrefacci¨®n ha crecido una enorme econom¨ªa sumergida, zonas de corrupci¨®n y mafias que controlan gran parte de los productos en circulaci¨®n.
Las actitudes nacionalistas inresponsables han provocado en muchos casos la ruptura de las redes de transporte, y abastecimiento, sin ser sustituidas. Se ha desembocado as¨ª en situaciones de caos que s¨®lo podr¨¢n enderezarse mediante cambios profundos en el sistema de propiedad y en los m¨¦todos de administraci¨®n, lo que requerir¨¢ plazos relativamente largos. Por ello hoy se plantea -aparte del problema general de una cooperaci¨®n internacional, con cr¨¦ditos y asistencia t¨¦cnica- la urgencia de una ayuda humanitaria inmediata con alimentos y otros productos que permitan mitigar el hambre y el fr¨ªo.
La Comunidad Europea ha decidido dedicar unos 1.000 millones de d¨®lares para ese fin. No obstante, es preciso reconocer que Alemania es el ¨²nico pa¨ªs que ha adoptado medidas extraordinarias para responder al problema. Sorprende la acogida que los ciudadanos alemanes han dado a los llamamientos en favor de la ayuda a la URSS: colectas millonarias y env¨ªos de paquetes de comida y ropa por decenas de miles. Las autoridades, empezando por el canciller Kohl, han tomado medidas sin precedente: adem¨¢s de la desgravaci¨®n fliscal para las ayudas personales a la URSS, el Gobierno ha organizado un puente a¨¦reo para acelerar los env¨ªos. Ante el problema m¨¢s complejo -la garant¨ªa de que los productos lleguen a su destino y no se pierdan en vericuetos oficiales o mafiosos- Bonn y Mosc¨² han creado organismos especiales para el control de la distribuci¨®n.
En la explicaci¨®n de la generosidad alemana influye sin duda la conciencia de que sin Gorbachov Alemania no estar¨ªa unida. Puede existir tambi¨¦n cierto deseo de compensar los horrores -no olvidados en la URSS- de la guerra y de dar una imagen generosa de la Alemania de hoy. Existe, adem¨¢s, el temor a la gran ola migratoria que puede producirse cuando, en un plazo breve, los sovi¨¦ticos puedan salir libremente de su pa¨ªs.
Sea como sea, Alemania est¨¢ demostrando una mayor conciencia de los problemas que se avecinan procedentes del Este, frente a la pasividad de otros pa¨ªses europeos, como Francia, temerosa siempre ante la amenaza de un nuevo Tratado de Rapallo. La CE, por su parte, ha perdido la oportunidad de europeizar una ayuda que, hoy, aparece como esencialmente alemana. Falta de audacia e inteligencia.
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