La soledad de Erich Honecker
El antiguo l¨ªder comunista, anciano y enfermo, perseguido por asesinato
Erich Honecker, el antiguo l¨ªder de la Alemania comunista, anciano y enfermo, ten¨ªa ayer una nueva raz¨®n para estar angustiado. Ahora pende sobre su cabeza una orden de detenci¨®n por su responsabilidad en las muertes de los que intentaron cruzar el muro que ¨¦l construy¨®. Honecker, de 78 a?os, vive recluido en el hospital militar sovi¨¦tico de Beelitz, a las afueras de Berl¨ªn, desde que a principios de a?o, tras ser operado de c¨¢ncer de ri?¨®n, pasar una noche en la c¨¢rcel y convencerse de la animosidad de sus antiguos s¨²bditos, obtuviera el ¨²ltimo favor de Mosc¨² en forma de cobijo.
Mosc¨² a¨²n no lo ha entregado a la justicia alemana, pero tampoco se ha negado. Seg¨²n la Embajada sovi¨¦tica en Berl¨ªn, Mosc¨² no se opone en absoluto a la detenci¨®n de Honecker, aunque argumenta que a¨²n no ha decidido cu¨¢ndo lo permitir¨¢. La senadora de Justicia de Berl¨ªn, Jutta Limbach, est¨¢ de acuerdo: "No tiene por qu¨¦ ser hoy mismo".La justicia alemana ha obrado con eficacia y perseverancia. Seg¨²n explic¨® Limbach, la orden de detenci¨®n est¨¢ en relaci¨®n con una serie de muertes de alemanes orientales que fueron abatidos cuando intentaban cruzar el muro en el tiempo que estuvo en pie. Desde 1961 a 1989, 190 personas perdieron la vida en el intento de escapar del antiguo Estado comunista alem¨¢n. "Tras un incansable trabajo ininterrumpido, los fiscales del Estado han conseguido desenterrar la orden precisa dada por Honecker de disparar a matar a quienes intentaran escapar del pa¨ªs", dijo.
Una conspiraci¨®n
Esta orden, seg¨²n la senadora berlinesa, ha sido encontrada en los archivos militares del antiguo Consejo de Defensa Nacional del que Honecker era secretario el 20 de septiembre de 1961, un mes despu¨¦s de que se iniciara la construcci¨®n del muro. Seg¨²n Limbach, posteriormente, en 1974, cuando ya era el m¨¢ximo l¨ªder del pa¨ªs, Honecker repiti¨® la orden en los siguientes t¨¦rminos: "Como antes, las armas de fuego deben ser usadas sin piedad en los intentos de violar las fronteras, y aquellos camaradas que usen las armas con ¨¦xito deben ser recompensados".
En los ¨²ltimos tiempos, la figura de Honecker se hab¨ªa convertido en algo parecido a un fantasma que paseaba por entre los bosques cercanos al hospital acompa?ado por un oficial sovi¨¦tico y se escond¨ªa tras los ¨¢rboles cuando adivinaba la presencia de alg¨²n paparazzo en lontananza. Algunas de estas fotos mostraban la mirada p¨ªcara de este anciano de voz atiplada, que hasta hace poco mas de un a?o representaba uno de los ejemplos m¨¢s claros del poder omn¨ªmodo.
Recientemente, el semanario The European public¨® una entrevista cuya autor¨ªa exacta no est¨¢ a¨²n muy clara, que fue realizada -se asegura en los ambientes period¨ªsticos- por un amigo personal del viejo l¨ªder comunista, que aprovech¨® una visita para transcribir algunos de los comentarios escuchados. Tanto en esta entrevista como en algunos otros anticipos de supuestas confesiones, Honecker mantiene la teor¨ªa de que fue v¨ªctima de una conspiraci¨®n orquestada desde Mosc¨² y llevada a cabo por su m¨¢s fiel, aliado, el que fuera todopoderoso jefe de la seguridad del Estado en la RDA, el octogenario Erich Mielke.
Tan s¨®lo esta opini¨®n basta para poner en evidencia el desplome f¨ªsico y mental de la gerontocracia que gobern¨® Alemania Oriental durante la d¨¦cada pasada. A Mielke, por ejemplo, encarcelado en la enfermer¨ªa de una prisi¨®n de Berl¨ªn, le acaba de ser denegada la libertad provisional y los que le han podido ver ¨²ltimamente aseguran que est¨¢ completamente senil y no se separa ni un momento de una cartera en la que, asegura con insistencia, est¨¢n todos los documentos que explican que la conspiraci¨®n fue obra de Egon Krenz, el breve sustituto de Honecker.
Krenz, en el paro
Krenz no est¨¢ en la c¨¢rcel, pero est¨¢ en el paro. Lo cierto es que aunque ahora empiece a ser ya evidente que no fue ¨¦l quien dio la orden de abrir las puertas del muro, por lo menos le queda el hecho de pasar a la historia como el pol¨ªtico que lo permiti¨®, aunque fuera por su propia incompetencia. Hace unos meses public¨® un libro titulado, c¨®mo no, Cuando caen los muros, y se dispuso a hacer una campa?a comercial para apoyar su salida al mercado. En Francfort una persona se levant¨® de la silla y le propin¨®, sin m¨¢s, una humillante bofetada. Era un antiguo s¨²bdito, suyo. Ahora colabora con el gigante de la prensa popular alemana, Bild Zeitung, en otros tiempos el m¨¢s odiado enemigo del r¨¦gimen que representaba.
Algunos se han salvado de la quema. Alexander Schalk-Golodkowski, uno de los ni?os bonitos del sistema, y el encargado del manejo de los fondos en divisas del antiguo Estado comunista alem¨¢n, vive apaciblemente en una lujosa mansi¨®n de Baviera, no en balde fue un amigo personal del l¨ªder b¨¢varo Franz-Josef Strauss.
Quedan, por ¨²ltimo, quienes han salvado la dignidad y, entre ellos, el m¨¢s representativo, el hombre que realmente abri¨® las puertas a la democracia y a la unidad alemana, Hans Modrow. El pen¨²ltimo jefe del Ejecutivo de Berl¨ªn Oriental es diputado por su partido, el PDS, en el Bundestag y se presentaba a la reelecci¨®n.
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