Cornell Capa
Presenta las fotos in¨¦ditas de su hennano Robert
Tiene la cara demasiado redonda, 72 a?os y las mismas cejas espesas que su hermano Robert Capa, el mejor fot¨®grafo de guerra del mundo. Sin embargo, a pesar de su aspecto de cascarrabias, Cornell Capa torn¨®, hace ahora 16 a?os, la decisi¨®n de entregar su tiempo a mostrar y conservar la obra de Robert, muerto en Indochina en 1954 al pisar una mina mientras acompa?aba a un grupo de soldados durante una misi¨®n de rutina. ?l ha sido quien ha identificado las fotograflas in¨¦ditas que conforman el libro que hoy presenta el Ministerio de Asuntos Exteriores. Las fotos, encontradas en un malet¨ªn de peque?as dimensiones perteneciente a Juan Negr¨ªn -presidente del Consejo de Ministros de la II Rep¨²blica-, ayudan a conocer la vertiente m¨¢s humana del gran Capa.Cornell Capa ten¨ªa s¨®lo 13 a?os cuando su hermano fue expulsado de Hungria, su pa¨ªs natal. A?os m¨¢s tarde, decidido a ser m¨¦dico, se reuni¨® con Robert -Bob- en Par¨ªs, donde ¨¦ste ya empezaba a ser conocido en el mundillo fotogr¨¢fico y frecuentaba gente como Henri Cartier-Bresson y David Seymour, Chim, con quienes terminar¨ªa fundando Magnum, la agencia de fot¨®grafos. Apodado el peque?o Capa, mientras asimilaba el franc¨¦s necesario para ingresar en la Facultad de Medicina, Cornell se ganaba la vida aprendiendo la t¨¦cnica fotogr¨¢fica en un estudio. Por las noches, en el cuarto de ba?o de su hotel, convertido en cuarto escuro, revelaba las fotos que Robert mandaba de la guerra civil espa?ola, el primer conflicto b¨¦lico al que asist¨ªa. "Por las ma?anas envolv¨ªa mis fotos, todav¨ªa mojadas, en papel de peri¨®dico, y me iba al laboratorio del estudio. Mi paga all¨ª consist¨ªa en poder usar la m¨¢quina secadora durante mi hora de comida. Pero, como Bob estaba tan ocupado en Espa?a, mandando fotos sin parar, me despidieron por gastar demasiada electricidad".
Contagiado por el apetito fotogr¨¢fico de Bob, Cornell decidi¨® seguir sus huellas. March¨® a Nueva York y pronto comenz¨® a hacer fotos para Life, que le mand¨® como corresponsal gr¨¢fico al Reino Unido. "Como un fot¨®grafo de guerra era suficiente para la familia Capa, yo decid¨ª ser fot¨®grafo de paz. A Bob le encant¨® la idea. Cuando yo empec¨¦ con las fotos, ¨¦l estaba harto de la fotografla y quer¨ªa hacer cine, pel¨ªculas. Me apoyaba constantemente, y por eso nunca hubo ninguna rivalidad entre nosotros. Los secretos de nuestra relaci¨®n eran muy simples. Yo era su ancla, su consejero, el que se encargaba de todo durante sus viajes".
Tras la muerte de Bob, Cornell ingres¨® en Magnum -"Bob quer¨ªa promocionar j¨®venes talentos desde la agencia y ?por qu¨¦ no iba a ser yo uno de ellos?"- y se propuso que su obra no cayera en el olvido. Apoyado por la viuda de Bischof (otro fundador de Magnum, despe?ado en 1954 en los Andes peruanos) y por la hermana de David Seymour, Chim, muerto en 1956 en Suez, crearon una fundaci¨®n en memoria de los tres fot¨®grafos. As¨ª, a?os m¨¢s tarde, como una prolongaci¨®n l¨®gica de su labor, naci¨® el International Center of Photography de Nueva York, del que es presidente, con el objetivo de convertirse en un museo de periodismo gr¨¢fIco y exhibir fotograf¨ªas contempor¨¢neas preocupadas por el ser humano. "De peque?o quer¨ªa ser doctor para curar seres humanos, pero creo que una fotograf¨ªa social bien hecha tiene mucho m¨¢s impacto que una cura f¨ªsica. Ahora soy un buen doctor de sentimientos".
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