Gladio desencadena en Italia la lucha por la jefatura del Estado
Italia ha estado a punto de ser zarandeada por una crisis institucional en las ¨²ltimas horas a causa, o con la excusa, de Gladio, al enfrentarse dram¨¢ticamente la jefatura del Estado, presidida por el democristiano Francesco Cossiga; el presidente del Consejo de Ministros, tambi¨¦n democristiano, Giulio Andreotti, y el secretario del Partido Socialista Italiano (PSI), Bettino Craxi. Ellos son los personajes pol¨ªticos de mayor peso del actual sistema de gobierno.
Seg¨²n muchos observadores, lo que est¨¢ ocurriendo en este pa¨ªs de los eternos misterios sin resolver es que tras la desaparici¨®n de la guerra fr¨ªa y la transformaci¨®n del viejo Partido Comunista Italiano (PCI) ya no se sostienen en pie los fundamentos de la Primera Rep¨²blica, nacida de la Resistencia, tan condicionada por los comunistas. Esto es lo que ha permitido a la Democracia Cristiana partir el bacalao durante 40 a?os.Ahora, de repente, todo se tambalea. Las viejas alianzas en torno a la Democracia Cristiana (DC) se quedan anticuadas. El nerviosismo del PSI frente al cambio del PCI, que podr¨ªa convertirse en la nueva fuerza progresista del pa¨ªs, es evidente, mientras que la DC, como en todos los momentos cr¨ªticos, juega a reactivar su posici¨®n y se prepara con un ataque frontal al nuevo partido de Occhetto, intentando repetir un triunfo democristiano a la manera de Helmut Kohl en Alemania.
Faltan casi dos a?os para las pr¨®ximas elecciones, y otros tantos para el relevo del n¨²mero uno del Quirinal. Nadie tiene ganas de esperar, sobre todo porque no se quiere dar tiempo a Occhetto para que lance su nueva formaci¨®n pol¨ªtica.
De ah¨ª que cualquier excusa sea buena para forzar las cosas. Gladio ha llegado como anillo al dedo. Es un pu?al que amenaza a todos, porque probablemente en este pa¨ªs esa organizaci¨®n "il¨ªcita, pero secreta" estuvo involucrada, m¨¢s que otras, en acciones ilegales para frenar el acceso de la izquierda al poder. Ahora es una espada que cada cual hace vibrar sobre la cabeza de sus adversarios, directa o indirectamente.
El m¨¢s amenazado por Gladio es el jefe del Estado, Francesco Cossiga. Fue el primero en confesar que de joven, como subsecretario de Defensa, hab¨ªa contribuido activamente a la creaci¨®n de esa organizaci¨®n secreta. El juez de Venecia Felice Casson quiso interrogarle, pero Cossiga se neg¨® . Ahora estar¨ªa dispuesto a hacerlo, pero no ante ¨¦l, sino ante los magistrados romanos y ante el Parlamento.
Todo esto est¨¢ creando mucha tensi¨®n, porque el juez de Venecia ha advertido que exigir¨¢ una copia de los interrogatorios al jefe del Estado. La defensa de Cossiga es que Gladio era legal. Lo mismo ha sostenido el presidente del Gobierno, Andreotti, hasta que los socialistas, por boca del ministro de Hacienda, Rino Formica, han considerado que Gladio pudo haber sido ilegal.
Andreotti, para no crear problemas a su Gobierno, hab¨ªa propuesto el mi¨¦rcoles en el Consejo de Ministros la creaci¨®n de una comisi¨®n de sabios, integrada por ex presidentes del Consejo Superior de la Magistratura, con el fin de indagar y decidir si Gladio fue o no legal.
Enfurecimiento de Cossiga
Pero Cossiga, que ya hab¨ªa zanjado el asunto afirmando que Gladio no fue ilegal, se enfureci¨® y envi¨® el viernes una carta a Andreotti durante la celebraci¨®n del Consejo de Ministros. Antes se hab¨ªa negado a hablar con ¨¦l por tel¨¦fono, a pesar de que suelen ir juntos a misa muchas ma?anas. En su carta, Cossiga propon¨ªa la "autosuspensi¨®n" de sus cargos durante tres meses. El suyo quedar¨ªa en manos del presidente de Senado, el republicano Glovanni Spadolini, y el de Andreotti, en manos del vicepresidente del Consejo de Ministros, el socialista Claudio Martelli, hasta que se decidiese el tema Gladio.El astuto Andreotti no ha querido verse embarcado con Cossiga. Tras suspender durante una hora el Consejo de Ministros consigui¨® calmar por en¨¦sima vez en este mes y medio al nervioso jefe del Estado con una nota de su Gobierno en la que se afirmaba que Gladio habla sido legal. S¨®lo que los socialistas no estuvieron de acuerdo y pidieron que quedara constancia en las actas de su disensi¨®n al no estar seguros de si Gladio fue o no legal.
Andreotti tranquiliz¨® a Cossiga, pero sin hablarle del disenso socialista. Enterado el secretario socialista, Craxi, se enfurecio y descubri¨® el pastel. Craxi afirm¨® que es incre¨ªble que se admita "la infalibilidad" de un presidente de la Rep¨²blica o del Gobierno.
La respuesta de los comunistas fue inmediata: Ocehetto dijo en p¨²blico que si se creaba una crisis institucional y Cossiga dimit¨ªa, ellos apoyar¨ªan la candidatura de Bettino Craxi.
Todo ello ha encrespado las aguas pol¨ªticas, porque precisamente Andreotti es el gran aspirante al Quirinal, hasta el punto de que hay quien susurra que Cossiga est¨¢ nervioso porque teme que Andreotti se prepara a sustituirle "cuanto antes".
Ahora, el problema es si Craxi se siente dispuesto a dar ese salto. Siempre ha afirmado que de ir al Quirinal s¨®lo lo har¨ªa tras haber cambiado las reglas de juego y con una nueva Republica "presidencialista". Precisamente su presencia en la jefatura del Estado podr¨ªa servir para preparar dicha Rep¨²blica, y si lo hiciera bien y obtuviera un segundo mandato, esta vez ya lo har¨ªa por "elecci¨®n popular".
Pero Craxi, considerado pol¨ªticamente como un gato por sus movimientos r¨¢pidos y sus zarpazos sorpresa, tendr¨¢ que v¨¦rselas a¨²n en un duelo nada f¨¢cil con el Zorro Andreotti, con una experiencia incre¨ªble para salir ileso de todos los incendios sin quemarse.
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