Friedrich, el grande
Parece que D¨¹rrenmatt ha recibido la visita de la vieja dama. El viejo diab¨¦tico proclive a consumir grandes dosis de alcohol, lo sab¨ªa. Cuando nos despedimos en Madrid a finales de enero de 1989, tras el ensayo general de Frank V, le dije: "Bueno, espero que nos vearnos pronto. A lo que me replic¨®: "?Improvisemos! No quedo con nadie m¨¢s all¨¢ de ma?ana.. Porque no s¨¦ si pasado estar¨¦ o no". Lucidez, sentido del humor negro, ¨¢cido y m¨®rbido, y una cierta dosis de desesperanza caracterizan su obra y tambi¨¦n su persona. "Fabulista l¨²cido y desesperanzado", as¨ª le defin¨ªa Enrique Sordo.Mi primer encuentro con D¨¹rrenmatt -te?ido con el color de la subyugaci¨®n- se produjo a finales de los 50, cuando siendo yo un nino asist¨ª en el desaparecido cine Princesa de Barcelona a la proyecci¨®n de El cebo, de Valda, sobre la novela La promesa.
Mediados los 60 intervine, en tres montajes de El matrimonio del Sr. Misisip¨ª, texto por el que todav¨ªa hoy siento una peculiar predilecci¨®n. Desde entonces y hasta Frank V siempre que me proponen la puesta en escena de un texto teatral, hay un moniento en que invariablemente pienso en D¨¹rrenmatt.
Textos como La visita..., H¨¦rcules, R¨®mulo, Frank V y, algunas otras de sus obras cortas, son fundamentales en la dramaturgia del siglo XX porque nos hablan del desmoronamiento del hombre y la sociedad occidentales. Producto de una educaci¨®n calvinista, Friedrich D¨¹rrenmatt era, no obstante, polimorfo en su estilo y en su andadura vital, como si sus tres locos antih¨¦roes de El matrimonio... se incrustaran en ¨¦l.
Le conoc¨ª personalmente el d¨ªa de la rueda de prensa de Frank V en el Teatro Mar¨ªa Guerrero. D¨¹rrenmmatt explic¨® que. le cog¨ªa por sorpresa el montaje de esa obra, y apostill¨® que las cinco ¨²ltimas versiones que hab¨ªa presenciado le hab¨ªan irrritado profundamente. Al despedirnos me dijo: "Bueno, hasta la noche, amigo. Porque ahora todav¨ªa somos amigos
Estuvimos compartiendo la mesa de direcci¨®n durante tres noches. Reelaboramos conjuntamente el final de la obra y fue un seguidor meticuloso y exhaustivo de lo que estaba viendo en escena. El estreno se retras¨® por motivos t¨¦cnicos y ¨¦l parti¨® para Suiza. Cuando llegu¨¦ al teatro la manana siguiente, me encontr¨¦ con una de las m¨¢s bellas cartas que un autor pueda escribir a un director. El universo cerrado, expresionista, shakesperiano y brutal que hab¨ªamos creado, le satisfac¨ªa enormemente. La cita que acordamos ya no tendr¨¢ lugar.
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