Un fr¨ªo IPC
EL DESCENSO del ¨ªndice de precios al consumo (IPC) un 0,1% durante el mes de noviembre es una buena se?al en la direcci¨®n de convergencia de la tasa de inflaci¨®n de nuestra econom¨ªa con la vigente en los principales pa¨ªses comunitarios. Un registro tal ha sido posible gracias al descenso en la tasa de crecimiento intermensual de los precios de los carburantes (1,1%), y en mayor medida al correspondiente a los alimentos sin elaborar (2,3%), que han compensado el incremento registrado en octubre como consecuencia de la huelga de los transportes. El 6,7% en que se sit¨²a la correspondiente tasa interanual del IPC, y en mayor medida el 6,2% de la denominada inflaci¨®n subyacente, permite albergar ciertas esperanzas acerca del control de este desequilibrio en los pr¨®ximos meses, a pesar de la resistencia a la desaceleraci¨®n que siguen mostrando los precios de los servicios. A ello contribuir¨¢ la previsible continuidad en el menor ritmo de crecimiento de la econom¨ªa, y en especial de la demanda interna, del que existen evidencias desde hace meses.No le ha faltado sentido de la prudencia al ministro de Econom¨ªa al negarse a echar las campanas al vuelo tras conocer el esperanzador dato; m¨¢s dudoso es que sea esa virtud la inspiradora de su insistencia en el mantenimiento a ultranza de las restricciones monetarias, determinantes, seg¨²n ¨¦l, del enfriamiento econ¨®mico ya existente. Considerar que el menor crecimiento que est¨¢ registrando la econom¨ªa ha sido exclusivamente determinado por las actuaciones restrictivas de las autoridades espa?olas es anal¨ªticamente arriesgado y, en todo caso, escasamente susceptible de ser exhibido como m¨¦rito. Lo ser¨ªa si esa contenci¨®n de la inflaci¨®n, hoy satisfactoria, se hubiera alcanzado, y se consiguiera mantener en los pr¨®ximos meses, sin grandes sacrificios de la inversi¨®n y del empleo.
La aplicaci¨®n de una combinaci¨®n m¨¢s coherente de pol¨ªticas macroecon¨®micas con que se ha pretendido responder a los efectos de la situaci¨®n creada tras el incremento en el precio del petr¨®leo requiere evidentemente m¨¢s esfuerzos y habilidad pol¨ªtica que el mero juego de mu?eca preciso para graduar la disciplina monetaria. La necesidad de ¨¦sta y el reconocimiento de la eficacia en su ejercicio no pueden obviar la consideraci¨®n de los costes asociados a su empleo en solitario, en un contexto sensiblemente distinto al que ha presidido el recalentamiento de la econom¨ªa espa?ola en los ¨²ltimos a?os. Garantizar la continuidad del favorable registro en el IPC de noviembre requiere igualmente eliminar las ineficiencias que siguen vigentes en importantes sectores de nuestra econom¨ªa, sobre las que el rigor monetario no ha podido evitar su enquistamiento inflacionista. Objetivo sin duda complicado y que, en cualquier caso, no podr¨¢ lograrse con milagrer¨ªas como las propuestas en Sevilla, y a beneficio de inventario, por Alfonso Guerra. Sus asesores econ¨®micos deber¨ªan proponerle met¨¢foras minero-jur¨ªdicas m¨¢s sencillas, que su disc¨ªpulo entienda, a fin de evitar que siga marc¨¢ndose goles en propia meta.
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