Palazzo Grassi, el arte de las cifras
La exposici¨®n 'De Van Gogh a Picasso, de Kandinsky a Pollock' se exhibir¨¢ en Madrid
"Hemos vendido cerca de 30.000 cat¨¢logos, 45.000 carteles y 80.000 gu¨ªas de la exposici¨®n", Pasquale Bonagura, vicedirector de Palazzo Grassi, vomita estas cifras con unci¨®n, tras una r¨¢pida consulta a una serie de albaranes ordenadamente dispuestos sobre la mesa de su despacho. "La media de visitantes por d¨ªa se coloca en 3.000. Un ¨¦xito", concluye. Bonagura a¨²n no tiene datos sobre la recaudaci¨®n, porque el departamento de contabilidad todav¨ªa suma, pero no duda de que ser¨¢n muy favorables.En la lista de acontecimientos multitudinarios convocados por el centro cultural veneciano patrocinado por Fiat, De Van Gogh a Picasso, de Kandinsky a Pollock se coloca en segundo lugar, por detr¨¢s tan s¨®lo de la exposici¨®n sobre los fenicios, celebrada hace dos a?os y que congreg¨®, en un lapso de tiempo similar a 751.000 personas. "Aquello fue un hecho hist¨®rico. Contribuy¨® definitivamente el que el 35% de esa cifra proviniera de las escuelas", se?ala Bonagura. "En el caso de la actual exposici¨®n, esta participaci¨®n ha quedado reducida al 25%".
Desde su inauguraci¨®n, el 4 de mayo de 1986, con la exposici¨®n Futurismo I futurismos, Palazzo Grassi acumula, uno tras otro, acontecimientos culturales de resonancia internacional. "A partir del pr¨®ximo 24 de marzo y hasta el 8 de diciembre, vamos a tener una gran exposici¨®n sobre la cultura celta. Contaremos con un total de 2.500 piezas arqueol¨®gicas procedentes de 190 museos de 23 pa¨ªses. Esta manifestaci¨®n no viajar¨¢: empezar¨¢ y acabar¨¢ en Venecia", puntualiza el vicedirector.
La precisi¨®n de las cifras de Bonagura contrasta con el bullicioso desorden de la nutrida cola que pacientemente espera su turno para entrar en el bello palacio del Gran Canal, restaurado por Gae Aulenti. Predominan los adolescentes, excitados por haber roto la monoton¨ªa de un d¨ªa lectivo cualquiera. Hay tambi¨¦n j¨®venes universitarios y parejas de edad avanzada. De vez en vez acceden al interior grupos de 30 personas, contadas a ojo de buen cubero por un guardia implacable.
Mercado en hora punta
La planta baja vibra como un mercado en hora punta. Ocupa una amplia zona del vest¨ªbulo la zona dedicada al merchandising: cat¨¢logos (48.000 liras, unas 4.000 pesetas), carteles, postales, camisetas, libros de arte. No faltan unos bellos pa?uelos mondrian -con los t¨ªpicos trazos verticales y horizontales del maestro holand¨¦s- a 150.000 liras la unidad (13.000 pesetas). M¨¢s humildes las corbatas a juego: 65.000 liras.
La aglomeraci¨®n ante Mujer de cabellos rubios (Picasso, 1931), que encabeza la exposici¨®n como un emblema, es premonitoria: el viaje por el arte no va a ser un camino de rosas.
Abrirse paso hasta Monta?as de Saint-R¨¦my (Van Gogh, 1931) es un ejercicio b¨¢sicamente de codos. Acercarse m¨¢s para ver con alg¨²n detalle el contundente trazo es ya una temeridad: en cuanto el pie excede del l¨ªmite de una alfombra verde colocada a lo largo del recorrido -y en la que el visitante no hab¨ªa reparado-, aparece un guardia que conmina al transgresor a mantener la compostura ante el arte.
Degas, Manet, Gauguin, Renoir, C¨¦zanne transcurren como "desmaterializadores de la imagen f¨ªsica, precursores de un cubismo que llevar¨¢ a cumplimiento la crisis formal por ellos vagamente intuida", seg¨²n se lee en un op¨²suculo que ilustra el recorrido (4.000 liras).
Braque, Picasso, Gris, Delaunay configuran el grueso del fen¨®meno anunciado por sus predecesores. Ante Tour Eiffel (Delaunay, 1912) la gu¨ªa explica a un grupo de adolescentes por qu¨¦ Guillaume Apollinaire "?un poeta?") relacion¨® este cuadro con el mito de Orfeo.
En la sala siguiente se produce un divertido incidente. Ante Peque?os placeres (Kandinsky, 1913), una cicerone anda metida en hondas explicaciones sobre las pigmentaciones utilizadas. De repente aparece un nuevo grupo, liderado por otro empleado. "?Tienes que venir aqu¨ª?", interrumpe la primera gu¨ªa dirigi¨¦ndose al colega reci¨¦n llegado. Ante la respuesta afirmativa de ¨¦ste, no se corta: "Bueno; total, da lo mismo". Sin inmutarse, y tras invitara su clientela a desplazarse, prosigue la misma explicaci¨®n, esta ve ante Pintura con margen blanco
El espacio dedicado al expre sionismo no suscita mayore reacciones de estupor por Parte de los j¨®venes visitantes. El grupo que admira Vaca amarilla (Franz Marc, 1911) no parece entrar con facilidad en el concepto de la "masculinidad de azul" frente a "la feminidad del amarillo". Un silencio distra¨ªdo acoge la voluntariosa pregunta del gu¨ªa de turno a un grupo de bachilleres ante Los artilleros (Ernst Ludwig Kirchrier, 1915): "?Os parece una imagen pacifista o intervencionista?". Resignado, musita entre dientes: "Comprendo vuestro cansancio".
De ah¨ª hasta el expresiortis mo abstracto de Pollock, que cierra el viaje, el camino a¨²n ser¨¢ tortuoso: habr¨¢ que penetrar los secretos del dada¨ªsmo (Duchamp, Picabia), los misterios de las vanguardias rusas (Goncorova, Malevic, El Lissitzy), las inc¨®gnitas del arte abstracto (Kandinsky, Mondrian), los delirios surrealistas "(Ernst, Arp, Mir¨®, Dal¨ª).
Sin resquicio para dudas
Son en total 150 obras, a cual m¨¢s significativa para entender los vericuetos del arte en la primera mitad de este siglo. Pero la exposici¨®n tiene algo profundamente inquietante: clasifica periodos y movimientos, no los interrelaciona; deduce, nunca induce (el recorrido al rev¨¦s resulta imposible); procede por una evoluci¨®n lineal, no por c¨ªrculos conc¨¦ntricos o en zigzag, formas todas ellas acaso mucho m¨¢s acordes con las obras expuestas. Clasificar, acotar, reunir en periodos: positivismo de digesti¨®n r¨¢pida, para que nada escape a los jugos g¨¢stricos culturales. Significativo el subt¨ªtulo de la exposici¨®n: 'El' recorrido del arte moderno. Si por lo menos hubiera sido un recorrido a¨²n quedar¨ªa alg¨²n resquicio para la duda. Pero lo que cuenta son las cifras: 276.000 visitantes. Un ¨¦xito.
Babelia
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