Nieve sobre la plaza Mayor
Pinos, panderetas, confetis y bombas f¨¦tidas, en el tradicional mercado madrile?o

En diciembre no hace falta que nieve en Madrid para que en su plaza Mayor nieve a diario. Copos de nieve artificial sustituyen a la nieve aut¨¦ntica. En la plaza se venden, adem¨¢s, bengalas, panderetas, lucecitas, nacimientos, pinos, musgo, cortezas de alcornoque, confetis, zambombas y todo lo necesario para que la Navidad madrile?a se parezca a la de las postales. Aunque no falta un toque sacr¨ªlego: un aerosol que reproduce, con olor incluido, el excremento humano, delicado producto para que los ni?os pongan un sello d¨ªscolo en el bel¨¦n familiar.
El grifo loco, el gel fantas¨ªa, la tinta m¨¢gica, las bombas f¨¦tidas y los petardos conviven con el Ni?o Jes¨²s, la Virgen Mar¨ªa, los pastores y los Reyes Magos en las 104 casetas que se han instalado un a?o m¨¢s en la plaza Mayor. Los puestos permanecen abiertos hasta m¨¢s de 12 horas, aproximadamente de diez de la ma?ana a once de la noche.Cada uno tiene su especialidad: objetos para que el pino se convierta en ¨¢rbol de Navidad, art¨ªculos de broma para el d¨ªa de los Santos Inocentes y Nochevieja y nacimientos para la noche de Reyes.
La calle de Atocha fue el primer lugar donde se instalaron estas casetas. Luego lo fue la plaza de Santa Cruz, donde vend¨ªan lo imprescindible para las navidades: turrones, peladillas, zambombas y panderetas. M¨¢s tarde, despu¨¦s de la guerra civil, en el a?o 44, se traslada ron a su actual ubicaci¨®n en la plaza Mayor. Los clientes aumentaron y los productos en venta tambi¨¦n, que adem¨¢s con el paso del tiempo variaron: se sustituy¨® el turr¨®n por los art¨ªculos de broma, que desde hace 15 a?os son parte esencial de estos puestos que ahora re¨²nen a los miles de madrile?os que se amontonan en la plaza para comprar.
Los puestos se pasan religiosamente de generaci¨®n a generaci¨®n. Juli¨¢n Hernando, de 65 a?os, ofrece junto a sus hijos todo lo necesario para montar un nacimiento. Vende piezas artesanales, adquiridas en Murcia, por un precio que oscila entre las 100 y las 20.000 pe setas. "Casi todos los que estamos aqu¨ª nos hemos criado vendiendo cada invierno estos productos. No se saca mucho dinero. Pero es una vieja tradici¨®n que merece la pena seguir", dice Hernando, que no teme la amenaza de los grandes almacenes ya que conf¨ªa en la clientela que a?o tras a?o repite su visita a la plaza, principal gancho, para comprar.
A Dios de vigilante
La plaza est¨¢ bordeada por los vendedores de pinos. Su rinc¨®n, un trozo de suelo a la intemperie, tambi¨¦n lo han heredado con el trascurso de los a?os."Mi abuela La Goya me tra¨ªa aqu¨ª cuando yo era ni?o a vender con ella", dice El Zorro, un hombre de color aceituna de 35 a?os, que vende junto a su mujer, Virginia, de 28, los pinos que compra en un vivero por 2.000 pesetas y que luego vende por 3.000. El resto del a?o es vendedor ambulante de frutas y flores. "Pagamos casi 20.000 pesetas al Ayuntamiento por este trozo de plaza. Con lo que ganamos solo sacamos dinero para el turr¨®n y para los regalos de Reyes", dice El Zorro, que a?ade con un gui?o p¨ªcaro: "Por la noche atamos todos los ¨¢rboles y dejamos a Dios de vigilante".
Muchos de estos vendedores se quejan de que el Ayuntamiento s¨®lo les instala unos palos para separar una zona de venta de pinos de otra. "Pasamos mucho fr¨ªo aqu¨ª parados todo el d¨ªa. Cuando llueve es horrible. Nos aguantamos sin rechistar, incluso contentos por el ambiente que hay aqu¨ª en la plaza. Pero deber¨ªan instalar unos toldos para los que vendemos pinos", comenta Ignacio Ceberiano Dom¨ªnguez, de 27 a?os, que como lo hicieron sus padres, y a pesar del intenso fr¨ªo del invierno, vende desde ni?o pinos, musgo y cortezas de alcornoque. Como ahora lo hace su primo, Antonio Horcojuel, de 13 a?os, que disimula su tiritona con una sonrisa.
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