Juantxu

HOY HACE justamente un a?o que el fot¨®grafo espa?ol Juantxu Rodr¨ªguez, colaborador de EL PA?S, ca¨ªa abatido por las balas de los soldados norteamericanos que acababan de invadir Panam¨¢. Doce meses despu¨¦s, este pa¨ªs centroamericano est¨¢ m¨¢s sometido que nunca a la pol¨ªtica de Washington, la muerte de Juantxu Rodr¨ªguez no ha sido esclarecida y el entonces m¨¢ximo dirigente de Panam¨¢, antiguo protegido de EEUU, general Manuel Antonio Noriega, espera en una prisi¨®n de Miami el final de un ambiguo proceso por narcotr¨¢fico, reabierto por sus valedores de otros tiempos.De los objetivos asignados a la invasi¨®n -ninguno de ellos excusa suficiente para perpetrar el grav¨ªsimo atentado contra el derecho internacional que es la violaci¨®n de la soberan¨ªa de un pa¨ªs- s¨®lo se ha conseguido la detenci¨®n del dictador paname?o y antiguo colaborador de la CIA. La pretendida restauraci¨®n de la democracia se ha revelado como un pretexto. Panam¨¢ se encuentra en manos de un Gobierno desprestigiado y que necesita para sobrevivir del apoyo permanente de las fuerzas de ocupaci¨®n norteamericanas, como ha puesto de relieve la reciente intervenci¨®n de los marines para sofocar un conato de sublevaci¨®n del ex jefe de polic¨ªa del presidente Endara.

En cuanto a la muerte del fot¨®grafo espa?ol, la actitud mantenida por las autoridades norteamericanas s¨®lo puede calificarse de c¨ªnica. El Comando Sur, la fuerza militar invasora, se ha negado en redondo a cualquier investigaci¨®n; el embajador norteamericano en Madrid, Josep Zappala, que ya dio muestras de su sabidur¨ªa diplom¨¢tica y humana absteni¨¦ndose de cualquier muestra de condolencia por lo sucedido, ha seguido sin querer saber nada y sin contestar a ning¨²n requerimiento. Mientras tanto, el Gobierno espa?ol, bajo el pretexto de que no se ha agotado la v¨ªa interna de la justicia norteamericana, se ha inhibido de plantear cualquier tipo de reclamaci¨®n oficial ante EE UU.

Sin embargo, la v¨ªa de los tribunales, adem¨¢s de costosa y lenta, tiene una m¨¢s que dudosa efectividad: las leyes norteamericanas amparan de cualquier acci¨®n penal o civil los actos cometidos por el Ej¨¦rcito en acciones b¨¦licas fuera de sus fronteras. Una inmunidad que se confunde con la impunidad, como ha ocurrido con la injustificada muerte de Juantxu Rodr¨ªguez, que por las circunstancias en que se produjo -ausencia de soldados paname?os y plena identificaci¨®n de los periodistas ante las fuerzas invasoras- fue algo m¨¢s que un tr¨¢gico error, como la calific¨® la revista Time. Precisamente por ello, alguien deber¨ªa responder de su comisi¨®n. No existe ley, ni nacional ni internacional, salvo la de la fuerza, que pueda amparar tama?a injusticia. Y alg¨²n tribunal deber¨¢ existir en este mundo que haga prevalecer, finalmente, el derecho sobre la arbitrariedad.