Un a?o de silencios
En la ma?ana del d¨ªa 21 de diciembre de 1989 -hoy hace un a?o-, Juantxu Rodr¨ªguez, de profesi¨®n fot¨®grafo de prensa, ca¨ªa mortalmente herido como consecuencia de un certero d¨ªsparo que le atraves¨® la mejilla y que hab¨ªa salido de una tanqueta conducida por marines norteamericanos, ocupados en la invasi¨®n de Panam¨¢. Una autopsia de urgencia estableci¨® que su muerte se produjo por destrozos de los centros cerebrales. El suceso se produjo en las inmediaciones del hotel Marriot de la capital paname?a, adonde Juantxu,, junto a la tambi¨¦n periodista Maruja Torres, intentaba regresar para recoger unos carretes de fotos. El hotel estaba tomado por marines norteamericanos, que exigieron la identificaci¨®n de los periodistas espa?oles.Poco despu¨¦s se aproximaron tanquetas estadounidenses haciendo fuego indiscriminado contra el hotel y, por tanto, contra el grupo de marines que lo controlaba. Juantxu se dirigi¨® entonces hacia el Marriot, y desde una tanqueta que preced¨ªa a las fuerzas que se aproximaron se tirote¨® sin contemplaciones a un grupo de corresponsales extranjeros. Malcolm Linton y Roberto Armocida, de la agencia Reuter, y Patrick Chauvel, de la revista Newsweek, vieron a Juantxu caer abatido por las balas mientras de forma fren¨¦tica los marines se disparaban entre s¨ª. La revista Time calific¨® los hechos de "tr¨¢gico error".
De inmediato, el Gobierno espa?ol requiri¨® a las autoridades estadounidenses la remisi¨®n de un informe completo. El presidente Bush telefone¨® al presidente Gonz¨¢lez manifestando sus condolencias, y la Embajada norteamericana en Madrid hizo llegar a los padres de Juantxu un rutinario telegrama de p¨¦same prometiendo hacer todos los esfuerzos para aclarar las circunstancias del fallecimiento.
Sentimientos y esfuerzos
Los hechos posteriores se han encargado de demostrar que la Administraci¨®n estadounidense ni sinti¨® la muerte de Juantxu ni llev¨® a cabo el menor esfuerzo para aclarar el suceso, puesto que el informe remitido al Gobierno espa?ol result¨® insatisfactorio e incompleto: no se hab¨ªan practicado pruebas de bal¨ªstica, ni tan siquiera se hab¨ªa exarninado a los testigos presenciales, y lo que es m¨¢s grave, se pretend¨ªa descargar toda la responsabilidad en el fot¨®grafo muerto, pretextando que se trataba de un riesgo profesional voluntariamente asumido y que posiblemente el teleobjetivo de su c¨¢mara pudo ser confundido con un arma.
De todo ello dio cuenta el subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores, Inocencio Arias, quien se?al¨® el pasado 14 de marzo ante la Comisi¨®n de Exteriores del Congreso que el Gobierno norteamericano, aun sin reconocer la autor¨ªa de los disparos, asum¨ªa su responsabilidad.
A los pocos d¨ªas, el embajador Zappala hizo saber que el Gobierno de su pa¨ªs no Indemnizar¨ªa a la familia de Juantxu, lo que supon¨ªa el archivo de las actuaciones. La Administraci¨®n estadounidense no hab¨ªa investigado el caso, no hab¨ªa establecido conclusiones convincentes y, por fin, rechazaba toda responsabilidad, evidenciando que las condolencias de Bush eran mera formalidad, y el inter¨¦s de su embajada en aclarar los hechos, una falacia.
Tal proceder tuvo su reflejo en la resoluci¨®n de 10 de agosto de 1990 dictada por el Servicio de Reclamaciones del Comando Sur rechazando -ahora formalmente- las exigencias de la familia. La formulaci¨®n de una demanda judicial ante los tribunales de los Estados Unidos correr¨ªa el grave riesgo de su desestimaci¨®n, ya que la legislaci¨®n de aquel pa¨ªs concede inmunidad para las acciones b¨¦licas acaecidas fuera de sus fronteras, lo que obliga a descartar tal acci¨®n.
El Gobierno puede y debe formular una reclamaci¨®n diplom¨¢tica ante el Gobierno de EE UU en defensa de los intereses de la familia de Juantxu. Ambos pa¨ªses est¨¢n vinculados por la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos y por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Pol¨ªticos, textos en los que se proclama el derecho a la vida y a la tutela judicial.
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