Sobre la 'ley de hierro' cr¨ªtica a los cr¨ªticos
Hemos asistido durante los ¨²ltimos d¨ªas a una rara ocasi¨®n, escasa pero deseable, en la que las discusiones pr¨¢cticas sobre temas econ¨®micos se entremezclan con los fundamentos te¨®ricos de las mismas.Me refiero, obviamente, al debate originado por una frase del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, pronunciada en el seminario Futuro del socialismo.
En esta peque?a aportaci¨®n al debate voy a centrarme en los aspectos relativos a la historia del pensamiento econ¨®mico, sin entrar en las implicaciones para una econom¨ªa moderna de la extrapolaci¨®n a una ley de hierro de los beneficios, tema que por otro lado no s¨®lo no parece balad¨ª, sino del que tambi¨¦n podr¨ªa hablarse mucho. En caso de que se haga ser¨ªa deseable que fuese seriamente debatido.
La conclusi¨®n fundada es bien clara: Alfonso Guerra ten¨ªa raz¨®n dos veces sobre los fundamentos te¨®ricos y epistemol¨®gicos de su afirmaci¨®n. Primero, porque la paternidad de la ley se atribuye a Ricardo incuestionablemente, y segundo porque no hay error alguno, sino lo contrario (son los cr¨ªticos los que se equivocan) al hablar de ley de hierro.
Para el primer aspecto veanse los propios Principios de econom¨ªa pol¨ªtica de Ricardo (Principles ofpolitical economy, p¨¢gina 93 a 105 de la edici¨®n de Sraffa) y el tratado b¨¢sico en la materia, Studies in the labour theory of value, de Ronald Meek (p¨¢gina 240 de la edici¨®n de Laurence and Wishart; sobre la iron law of wages puede verse, como ya han se?alado otros, The critique of the Gotha Programme, de Marx, versi¨®n inglesa, p¨¢gina 39). Otra cosa distinta es que el cura que bautiz¨® la ley fuera, m¨¢s tarde, Lasalle. Ahora parecen haberle salido a este ¨²ltimo muchos feligreses. Y otra distinta, y bien conocida por cualquier alumno aventajado del paradigma cl¨¢sico, que las ideas de Ricardo sobre los salarios provinieran en buena medida de Malthus, aunque este ¨²ltimo no las llevara al rigor inductivo del primero.
Terminolog¨ªa
Dicho sea de paso, en este debate se ha olvidado a Adam Smith, cuya respetabilidad se utiliza cuando conviene. Smith tambi¨¦n en relaci¨®n al salarlo promedio o natural mantiene latendencia de ¨¦ste hacia el nivel de subsistencia. Pero el argumento que lo sustentaba era distinto de los restantes cl¨¢sicos, y en mi opini¨®n, casi m¨¢s interesante en este contexto; la tendencia al nivel de subsistencia la fundamentaba en la ventaja que los patronos (a los que ¨¦l llamaba masters) tienen en las disputas salariales, al poder mantener m¨¢s tiempo que los trabajadores.
En cuanto a la cuesti¨®n terminol¨®gica sobre la ley del hierro y del bronce, lo que algunos han tachado de ignorancia del pensamiento de la econom¨ªa en las reflexiones que abrieron este debate, en el peor de los casos ser¨ªa trabajar en la tradici¨®n econ¨®mica mayoritaria, dominante y generalmente aceptada, que es la anglosajona.
Iron, hasta donde yo s¨¦, sigue traduci¨¦ndose por hierro. Cierto es que las versiones francesas de este concepto utilizanla palabra bronce (arain), af igual que algunas de las traducciones en castellano; sin embargo, otras tambi¨¦n hablan de hierro (v¨¦ase Schumpeter en Capitalismo, socialismo y democracia, tomo 1, p¨¢gina 55, en la edici¨®n de Orbis; Galbralth en Historia de la econom¨ªa, p¨¢ginas 98 y 99, en la tercera edici¨®n de Ariel). Blaug -tan del gusto neocl¨¢sico-, aunque mantiene la prioridad del hierro, habla de] car¨¢cter Indistinto de las dos versiones. En todo caso, a m¨ª ¨¦ste se me antoja un tema de erudici¨®n de car¨¢cter muy menor, a no ser en mentes malintencionadas.
Leyes naturales
Se ha dicho tambi¨¦n en estos d¨ªas que los economistas cl¨¢s¨ªcos pensaban en t¨¦rminos de leyes naturales, lo que es cierto (aunque ello contrasta con la escasa proclividad a utilizar elpensamiento cl¨¢sico en el d¨ªa a d¨ªa), pero lo es tambi¨¦n que los economistas cl¨¢sicos lo hac¨ªan no por mera curiosidad intelectual, que al menos en econom¨ªa no existe, sino para comprender las sociedades capitalistas y actuar sobre ellas. Y precisamente porque ten¨ªan una intenci¨®n de actuaci¨®n sobre la econom¨ªa es por lo que desde la econom¨ªa cl¨¢sica esta disciplina no se vio libre de los juicios pol¨ªticos de valor; algo que precisamente se demuestra en la pol¨¦mica suscitada estos d¨ªas.
Por ¨²ltimo, aunque implique salirse de los l¨ªmites autoimpuestos anteriormente, es necesarlo hacerse una reflexi¨®n: dadas las pol¨ªticas intervencionistas de car¨¢cter socialdem¨®crata, generalmente aceptadas, cualquier pol¨ªtica redistributiva implica alg¨²n tipo de control sobre la parte del producto social correspondiente a los beneficios. Por tanto, si la tendencia hist¨®rica a la limitaci¨®n en la determinaci¨®n de los beneficios y al repario de los mismos (v¨ªa fondos de pensiones, fondos de inversi¨®n de asalariados, accionariado social, y sobre todo v¨ªa ¨ªmpositiva) es ya una tendencia de la propia realidad, ?por qu¨¦ algunos estamentos se escandalizan cuando alguien se atreve a enunciarla en un plano te¨®rico?
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