Asesinatos y memoria
El indulto -al contrario de una amnist¨ªa- no borra los delitos ni la condena, y, en este caso en particular, extingue s¨®lo la acci¨®n penal principal, pero no las accesorias ni la civil. Videla, Massera, Viola y Firmenich no podr¨¢n votar, ser elegidos, designados para cargos p¨²blicos ni actuar en pol¨ªtica o negocios de cualquier tipo. El indulto no borra el proceso judicial ni sus conclusiones. La justicia argentina, en todas sus instancias, conden¨® a los tres militares por haber cometido "delitos graves y aberrantes" contra la condici¨®n humana, y al montonero, por "actos de terrorismo y secuestro con extorsi¨®n".El indulto tampoco borrar¨¢ de la historia la decisi¨®n del presidente Ra¨²l Alfons¨ªn de ordenar el procesamiento de los m¨¢ximos responsables de la dictadura. Argentina se convirti¨®, merced a esa decisi¨®n, en un ejemplo para el mundo al ventilar ante la opini¨®n p¨²blica uno de los periodos m¨¢s tr¨¢gicos de su historia y llevar al banquillo de los acusados a sus m¨¢ximos responsables. Estos, que cometieron sus cr¨ªmenes con alevos¨ªa, amparados en la impunidad de la noche y con la suma del poder p¨²blico, fueron juzgados con las m¨¢ximas garant¨ªas jur¨ªdicas y humanas, las que ellos negaron a sus v¨ªctimas. En el accionar de los dictadores y de sus secuaces no hubo excesos ni obediencia debida: apresaron, torturaron, asesinaron e hicieron desaparecer a ni?os, embarazadas, ancianos, j¨®venes y adultos, una minor¨ªa de estos ¨²ltimos involucrados en acciones armadas.
Esos juicios sirvieron, adem¨¢s, para que cualquier persona o grupo que en el futuro sufriera la tentaci¨®n de ir tras los pasos de Videla, Massera y compa?¨ªa sepa que podr¨¢ ser llevado ante el tribunal y sufrir el escarnio p¨²blico por sus cr¨ªmenes. Videla y sus socios podr¨¢n salir en libertad, pero jam¨¢s podr¨¢n caminar con la frente alta por la calle.
Una situaci¨®n diferente es la de Firmenich, quien lider¨® uno de los movimientos guerrilleros que lucharon contra las dictaduras de Ongan¨ªa, Levingston y Lanusse (1966-1973). Por eso, en mayo de 1 973, al asumir el Gobierno el peronista H¨¦ctor J. C¨¢mpora, se aprob¨® una amplia ley de amnist¨ªa para todos los condenados, procesados o acusados por delitos pol¨ªticos y conexos, incluidos los que involucrasen alg¨²n tipo de acci¨®n armada.
Firmenich, uno de los amnistiados, continu¨® ordenando esas acciones, con atentados, secuestros y homicidios a pesar de que se restaur¨® el r¨¦gimen constitucional. Es m¨¢s, para justificar el pase de su movimiento a la clandestinidad, orden¨® autoatentados contra sus locales p¨²blicos. Dirimi¨® diferencias dentro de montoneros con el secuestro y la muerte de disidentes y, una vez en el exilio, lleg¨® a pactar con Massera y, sin la menor garant¨ªa, mand¨® de regreso para la contraofensiva a decenas de j¨®venes exiliados, la mayor¨ªa de ellos esperados y muertos al pasar la frontera, mientras ¨¦l daba conferencias en Roma.
Diferencias
Por eso, desde el punto de vista de la moral y la ¨¦tica, es dif¨ªcil decidir qui¨¦n es peor de los cuatro indultados. Pero, aun cuando el indulto los unifique y Firmenich acepte y apoye alborozado la libertad de los tres ex militares para lograr la suya, en una muestra m¨¢s de desprecio por los centenares de j¨®venes que dieron la vida sigui¨¦ndolo, los casos son diferentes.
Los militares que usurparon el poder y sus c¨®mplices civiles eran funcionarios p¨²blicos, ten¨ªan el monopolio de las armas confiado por las leyes, y autojustificaron el golpe de Estado bajo el argumento de que su objetivo era preservar la constitucionalidad republicana, la democracia y los derechos humanos. Exactamente todo lo que violaron con reiteraci¨®n y premeditaci¨®n. Los oficiales, sobre todo los de alta graduaci¨®n, conoc¨ªan las leyes, sab¨ªan que las estaban violando y renunciaron al derecho de no cumplir ¨®rdenes ilegales. Sab¨ªan tambi¨¦n que los grupos de tareas especiales adem¨¢s de torturar, matar y hacer desaparecer, extorsionaban, cobraban rescates y ten¨ªan redes para comercializar los bienes robados a sus v¨ªctimas.
Los j¨®venes que siguieron a los montoneros y a otras organizaciones guerrilleras lo hicieron guiados por fines altruistas, quer¨ªan la liberaci¨®n de su patria y justicia social para su pueblo. Firmenich y otros como ¨¦l ensuciaron las banderas m¨¢s puras, se sumaron a la guerra sucia y desvirtuaron aquellos fines. Sin embargo, tratar igual a los dos bandos es un insulto a la memoria de una juventud maravillosa incinerada en el altar del idealismo.
Menem asumi¨® la responsabilidad individual de firmar el indulto y de pagar la cuota de impopularidad que conlleva. Lo justific¨® recordando que bajo el Gobierno de Alfons¨ªn se dict¨® una amnist¨ªa encubierta bajo las leyes de obediencia debida, sin resolver las cuestiones internas de las Fuerzas Armadas y afirmando que el pa¨ªs deb¨ªa cicatrizar las heridas para mirar hacia el futuro con confianza. La mayor¨ªa de los argentinos, seg¨²n las encuestas, no es partidaria del indulto, pero tampoco manifiesta una oposici¨®n activa, por desencanto, resignaci¨®n y porque otras cuestiones, como la subsistencia diaria y la reconstrucci¨®n del pa¨ªs, reclaman su atenci¨®n urgente,
La represi¨®n r¨¢pida, eficaz y contundente del ¨²ltimo mot¨ªn de los carapintadas permiti¨® Menem sumar un punto a su afirmaci¨®n de que el indulto le permitir¨ªa cerrar una etapa con las Fuerzas Armadas, para establecer la disciplina, y con ella la primac¨ªa de la sociedad civil sobre el poder militar. Le queda por delante consolidar un gran frente nacional que permita superar la crisis econ¨®mica y social. Si tuviera ¨¦xito podr¨ªa justificar su apelaci¨®n al cierre de las heridas y al mirar para adelante, como requisito para que el pa¨ªs progrese.
Mientras, sigue presente el reclamo de las madres y abuelas de la plaza de Mayo por sus desaparecidos, y quedan las cicatrices, los archivos judiciales y las hemerotecas como mudos recuerdos de una pesadilla que, para muchos, fue una horrible realidad y testimonios de que ni la m¨¢s feroz dictadura asegura la impunidad para los violadores de los derechos humanos.
Porque el indulto podr¨¢ sacarlos a la calle, pero no borrar¨¢ sus cr¨ªmenes condenados por la justicia y por la opini¨®n p¨²blica, argentina y mundial.
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