Ir¨¢n
Durante casi toda la d¨¦cada de los ochenta, Occidente ha considerado a la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Jomeini, y no le faltaban razones para ello, como lo m¨¢s perverso de Oriente Pr¨®ximo. Hoy, evidentemente, ese papel le corresponde a Irak. Con Ir¨¢n se inici¨® un acercamiento ya en 1988, que se vi¨® retrasado por el asunto Rushdie. Hoy, Londres ha restablecido las relaciones diplom¨¢ticas con ese pa¨ªs, y la normalizaci¨®n de las relaciones de Teher¨¢n y las capitales europeas, Par¨ªs incluido, parecen avanzar por buen camino. La agresi¨®n de Sadam Husein a Kuwait ha contribuido ciertamente a acelerar las cosas.Pero, ?qu¨¦, sucede en el interior de Ir¨¢n? El imam muri¨® hace m¨¢s de un a?o y el fervor revolucionario de las masas parece haberse enfriado considerablemente. El r¨¦gimen de los mollahs cada vez est¨¢ siendo m¨¢s criticado por una opini¨®n p¨²blica que constata la degradaci¨®n de las condiciones de vida desde que un d¨ªa fuera expulsado el sha. Ni siquiera Jomeini queda libre de las cr¨ªticas a causa de los estragos consecuentes a su guerra con Irak.
La tendencia moderada de Hashem¨ª Rafsanyani es la que de momento marca la pauta. El hoyatoleslam (grado religioso que sigue al de ayatol¨¢), del que no hay que olvidar que es tambi¨¦n el rey del pistacho, parece haber comprendido desde hace mucho tiempo que si el r¨¦gimen no consigue reinsertarse en el concierto de las naciones y restablecer su base econ¨®mica -las dos cuestiones est¨¢n ligadas entre s¨ª-, su propia condena estar¨¢ firmada. El equipo Rafsanyani-Jamenei es el fiel reflejo del equilibrio, sin lugar a dudas precario, del momento; el primero de ellos se ocupa de administrar una ideolog¨ªa cuyos signos m¨¢s evidentes siguen siendo la obligaci¨®n, concerniente a las mujeres, de llevar el h¨¢bito isl¨¢mico y la prohibici¨®n del alcohol, y el otro sigue esforz¨¢ndose, con notable ¨¦xito, en apartar a los ide¨®logos de la gesti¨®n efectiva de los negocios, confiados a j¨®venes tecn¨®cratas perfectamente competentes en su mayor¨ªa.
A principios de octubre, Rafsanyani dio un golpe maestro al eliminar a los radicales del Consejo de los Expertos, encargado de designar el gu¨ªa (actualmente, Jamenei) para el caso de quedar vacante el puesto. En general parece, y parece bien, que los religiosos m¨¢s eminentes se est¨¢n consagrando casi exclusivamente a sus ocupaciones religiosas.
Ir¨¢n est¨¢ hoy rodeado de pa¨ªses con alta tensi¨®n: Irak y la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, al Oeste; la Uni¨®n Sovi¨¦tica, al Norte, Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, al Este. Por cuanto se refiere a Irak, los iran¨ªes esperan con fundamento que Estados Unidos arreglar¨¢ las cuentas a Sadam Husein, aunque les resulta dificil expresarlo expl¨ªcitamente. Si su enemigo consolidara su presencia en Kuwait, saben que ellos ser¨ªan los principales perdedores. Hasta ahora, Ir¨¢n se ha beneficiado de la restituci¨®n gratuita de los territorios y de los prisioneros cedidos por Sadam Husein, y tambi¨¦n, claro est¨¢, del alza de los precios del petr¨®leo.
Teher¨¢n desea mejorar las relaciones con la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, y m¨¢s espec¨ªficamente con Riad, en los tres campos esenciales: el de los asuntos religiosos, el de la OPEP y el de la cooperaci¨®n econ¨®mica regional. Riad tambi¨¦n lo desea, pues lo que m¨¢s podr¨ªa temer sena una alianza entre Ir¨¢n e Irak. Pero la desconfianza de los iran¨ªes frente a la monarqu¨ªa saud¨ª, hoy m¨¢s desacreditada si cabe tras la llegada de las tropas norteamericanas, sigue siendo grande; siguen considerando que est¨¢ condenada en un plazo no demasiado largo, lo cual no es ¨®bice para que se reabra el di¨¢logo.
Ir¨¢n, y en esto coincide con los pa¨ªses europeos, no tiene ning¨²n inter¨¦s en alimentar las brasas del incendio nacionalista que arrasa la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Saben bien que Azerbaiy¨¢n independiente, por ejemplo, no les supondr¨ªa m¨¢s que nuevos problemas de seguridad. Su objetivo est¨¢, pues, en fomentar relaciones con las rep¨²blicas sovi¨¦ticas vecinas (con Azerbaiy¨¢n, pero tambi¨¦n con Tayikist¨¢n, donde se habla persa) en lo econ¨®mico y cultural, pero siempre en perfecta compenetraci¨®n con Mosc¨².
Con Afganist¨¢n, el juego iran¨ª es sutil. Oficialmente sostienen a los muyahidin y presumen de llevar esta gesti¨®n desde su Ministerio de Asuntos Exteriores, y no, como los paquistan¨ªes, desde el Estado Mayor. Pero, igual que los occidentales, constatan los ¨¦xitos de Najibul¨¢, que controla ahora un tercio de su territorio, y, por tanto, mantienen relaciones con el Gobierno afgano. A su manera de ver, la soluci¨®n deber¨ªa englobar, en el interior, a los muyahidin y a Najibul¨¢; en el exterior, a las potencias lim¨ªtrofes; es decir, Irak, la URSS y Pakist¨¢n. De hecho, coincidiendo de nuevo con los pa¨ªses occidentales, Ir¨¢n parece considerar que, con la nueva situaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el mantenimiento del Gobierno afgano tiene m¨¢s ventajas que inconvenientes.
Al tomar conciencia de los desastres provocados por la guerra contra Irak, Ir¨¢n ha comprendido tambi¨¦n que no dispone de medios para proyectar su poder¨ªo muy lejos de sus bases, como lo ha pretendido a trav¨¦s de los hezbol¨¢ de L¨ªbano. Tambi¨¦n en este aspecto Teher¨¢n ha escogido de momento la v¨ªa de la moderaci¨®n, que se ha traducido en un acercamiento entre los hezbol¨¢ y el movImiento shi¨ª Amal, de Nabi Berri.
Echando un mirada al conjunto de la situaci¨®n iran¨ª se tiene la impresi¨®n de que existe un compromiso real hacia la normalizaci¨®n. Los dirigentes iran¨ªes se han hecho conscientes de las limitaciones que los objetivos de la pol¨ªtica exterior pueden imponer a su pol¨ªtica interior, bien se trate, por ejemplo, del asunto Rushdie o de la condici¨®n femenina de su pa¨ªs.
Pero todas estas se?ales alentadoras no autorizan a concluir que el futuro va a ser necesariamente de color rosa. Ser¨ªa muy c¨®modo pensar que, puesto que Irak se ha convertido en el malo, a Ir¨¢n no le queda m¨¢s remedio que ser el bueno. El hecho es que la revoluci¨®n no ha concluido todav¨ªa, que el r¨¦gimen es casi tan policiaco como el del sha y que todav¨ªa siguen siendo posibles algunos golpes de teatro.
Lamentablemente, nada va a hacer que Oriente Pr¨®ximo se transforme de inmediato en un conjunto arm¨®nico de democracias bien engrasadas. Podemos, y debemos, practicar, en la medida de lo posible, una pol¨ªtica de apertura con cada uno de los Estados de la regi¨®n y, sobre todo, mantener una pol¨ªtica de equilibrio en nombre de la cual hemos tenido raz¨®n en sostener a Irak en un momento en que Jorneini pod¨ªa ganar, de la misma manera que tenemos raz¨®n hoy en oponemos a las ambiciones hegem¨®nicas de Sadam Husein y en mejorar nuestras relaciones con los herederos del imam.
es director del Instituto Franc¨¦s de Relaciones Internacionales.Traducci¨®n: J. M. Revuelta.
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