Huele a muerto en el quinto
Decenas de ancianos madrile?os fallecen en sus casas en la m¨¢s absoluta soledad
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El lunes 7 de enero otra anciana muri¨® sola. Amelia Gorilla Guti¨¦rrez ten¨ªa 77 a?os y ya no sal¨ªa de su peque?o dormitorio, en el segundo piso del n¨²mero 13 de la calle de Apodaca, en el centro de Madrid. El olor que sal¨ªa de su cuarto alarm¨® a los vecinos del inmueble, que solicitaron ayuda domiciliaria al Ayuntamiento, pero nada impidi¨® que la anciana muriera en el abandono. Al d¨ªa siguiente, un hombre de la misma edad mor¨ªa en su casa de San Blas. El mal olor en la escalera suele ser signo inequ¨ªvoco de que un anciano m¨¢s ha muerto en soledad.
Amelia Gorilla Guti¨¦rrez se manten¨ªa gracias a la pensi¨®n que hab¨ªa heredado de su padre, un militar. La portera de la casa donde viv¨ªa, Consuelo Salmer¨®n, de 60 a?os, era de las pocas personas que se acercaba a ella. "Yo sub¨ªa de vez en cuando, le dejaba leche y magdalenas", comenta Consuelo. "Viv¨ªa de una forma terrible, muy sucia. Una vez me comentaron que hab¨ªa sido maestra. Yo no pod¨ªa encargarme de ella, adem¨¢s ella quer¨ªa que la dejaran en paz".Amelia Gorilla beb¨ªa y fumaba mucho. Se orinaba encima y tanto ella como su cuarto desprend¨ªan un olor tan fuerte que se hizo fatalmente conocida en el edificio.
El presidente de la casa, Francisco Capel del ?guila, comenta que el 17 de mayo de 1990 puso una instancia en la Junta Municipal del distrito Centro para solicitar ayuda. "Alguien ten¨ªa que atenderla y yo como presidente de la casa comenc¨¦ a mover los hilos. Durante meses me enviaron de un sitio a otro y me ped¨ªan m¨¢s papeles y m¨¢s papeles, pero nadie se movilizaba. En octubre volv¨ª a la Junta Municipal de Centro, al ¨¢rea de Servicios Sociales, y esa vez me atendi¨® Ana Isabel L¨®pez Valero, que es la ¨²nica persona que actu¨® desde el principio".
Carmen Casesneiro, directora de Asuntos Sociales del distrito de Centro, declara: "El 17 de octubre de 1990 el presidente de la comunidad denunci¨® por primera vez la situaci¨®n. El d¨ªa 19 del mismo mes Ana Isabel L¨®pez Valero realiz¨® la primera visita a la anciana. Se comprob¨® el estado de abandono y suciedad en que viv¨ªa. No ten¨ªa ni documentaci¨®n ni familiares. La mujer expuls¨® a la asistenta social y se neg¨® a ser ¨¢tendida. Entonces tuvimos que recurrir al juzgado para que declarara el estado de locura de la mujer y as¨ª poder internarla en un centro psiqui¨¢trico. La anciana hab¨ªa creado problemas de aut¨¦ntico peligro. Dejaba colillas encendidas Adem¨¢s, su cuarto era un foco de infecciones. Pero no se pod¨ªa actuar contra la voluntad de la mujer, que se negaba a salir".
Casesneiro aclara que en el juzgado n¨²mero 30 se ha retenido el expediente durante dos meses, pendiente del resultado de un examen de salud mental que realizaron a la mujer.
El 7 de enero de este a?o lleg¨® a la Junta Municipal de Centro la orden del juzgado que ten¨ªa validez hasta el d¨ªa 11 del mismo mes. Pero esa misma ma?ana Amelia Gorilla mor¨ªa en una ambulancia de camino al hospital Gregorio Mara?¨®n. La anciana no quer¨ªa irse de su casa, dec¨ªa siempre que estaba bien y que no necesitaba nada ni a nadie. Un vecino llam¨® al p¨¢rroco del barrio para que le diera la extremaunci¨®n.
En el Gregorio Mara?¨®n ingres¨® cad¨¢ver a las 14.26 bajo el nombre de Amelia Gorria Guti¨¦rrez. De all¨ª fue trasladada al Instituto Anat¨®mico Forense, donde se decidi¨® el destino del cad¨¢ver, que bajo el nombre de Amelia Garc¨ªa Guti¨¦rrez se registr¨® como una muerte natural.
Monedero en el aparador
El de Amelia no es un caso aislado. En los meses de agosto y septiembre murieron en Madrid 12 viejos solos en sus casas. El olor de los cad¨¢veres, una semana sin ver pasar a los ancianos por el portal o cualquier se?al extra?a hace saltar la alarma a los vecinos, que tarde o temprano descubren que sus vecinos han muerto en la m¨¢s absoluta soledad."A veces, durante el d¨ªa, do?a Carmen dejaba la puerta de su casa abierta; durante casi una semana no se cerr¨® en ning¨²n momento y eso nos pareci¨® extra?o, pero fue el monedero lo que hizo sospechar; tampoco lo hab¨ªa movido del aparador de la entrada, y eso s¨ª que era extra?o", comenta una de las vecinas de la casa terrera de la colonia del Lucero, en Surbat¨¢n, donde viv¨ªa la mujer, de 80 a?os, que llevaba m¨¢s de 20 viuda y que ten¨ªa dos hijos, uno loco en Ciempozuelos y otro casado y con hijos.
Muri¨® el 18 de septiembre de un infarto. "Era una mujer de pueblo, muy rara. Su nuera me dijo que era ella la que quer¨ªa vivir sola. Una chica del Ayuntamiento ven¨ªa a verla, pero ¨²ltimamente hab¨ªa dejado de venir", contin¨²a la vecina.
Jos¨¦ Luis Aparicio Aparicio muri¨® a los 71 a?os. Solo, en su casa del n¨²mero 5 de la calle de Atocha, donde viv¨ªa desde hac¨ªa cinco a?os. "Era un hombre raro", comenta el portero del inmueble. Aparicio era diplom¨¢tico jubilado, soltero, "muy alto, guapo y distinguido, todo un se?or". No ten¨ªa problemas econ¨®micos y s¨®lo era visitado por una mujer m¨¢s joven que ¨¦l. Al parecer, Jos¨¦ Luis Aparicio sal¨ªa a horas "extra?as". Su altura quedaba menguada cuando volv¨ªa a la casa, a altas horas de la madrugada, con una copa de m¨¢s. "Beb¨ªa mucho, pero siempre era muy educado y muy amable", afirma el portero.
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