El factor humano
Es la primera vez que los cludadanos espa?oles pudimos asistir, perplejos, a la retransmisi¨®n en directo del comienzo de una guerra. Pr¨¢cticamente todas las cadenas de televisi¨®n nacionales conectaron con la norteamericana CNN y, sobre sus im¨¢genes, sobre,las cr¨®nicas de sus enviados especiales (Bernard Shaw, John Holliman, Peter Arnett, entre otros), se superpon¨ªan las narraciones telef¨®nicas de los enviados especiales espa?oles (Hilarlo Pino, Eric Frattini, P¨¦rez Reverte, Garc¨ªa Serrano...), o la simple traducci¨®n simult¨¢nea. Pudimos escuchar historias de s¨®tanos de hoteles, de taxistas que no renuncian a su beneficio cotidiano, de ataques selectivos, de miserias y grandezas.Lo sorprendente de las primeras horas del ataque norteamericano a Bagdad, de las que sabemos s¨®lo el n¨²mero de oleadas de ataques a¨¦reos pero no de las v¨ªctimas que produjeron, es que todo el mundo estaba dispuesto para la acci¨®n salvo las tropas de Sadam Husein. No es concebibe que con los plazos fijados por la ONU, la escalada de entrevistas, reuniones, sugerencias, peticiones y avisos, el l¨ªder iraqu¨ª estuviera desprevenido. De confirmarse esta posibilidad nos encontrar¨ªamos ante un demente. La alternativa -el que estuviera preparado para un golpe de efecto de contraataque-, pone los pelos de punta.
Asistir a la transmisi¨®n en directo de un conflicto de estas caracter¨ªsticas conlleva una sensaci¨®n extra?a. No es ya tanto la constataci¨®n de lo que los counic¨®logos llaman la aldea global., algo que por su obviedad resulta grosera la simple referencia, como la impresi¨®n de que se asiste a un espect¨¢culo, a una enloquecida narraci¨®n de actos, mapas, briefings y toda una parafernalia conocida de antemano, cuando lo cierto es que tras todo ello, sin duda, debe haber cuerpos destrozados, mutilados, hogares e industrias destruidas, la maldici¨®n de la guerra.
Ciertamente los periodistas han cumplido su misi¨®n informativa; los expertos, la suya de analizar los hechos; los ministros y militares, la de alabar la eficacia de sus tropas -incluso alg¨²n chiste sobre la marcha, como el que se permiti¨® el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Dick Chaney, sobre CNN-, pero no pudimos ver los efectos de tanta eficacia, de tanta sofist¨ªcada tecnolog¨ªa destructiva, de tanto ataque selectivo. Las c¨¢maras no estaban ni en las calles, ni en los hospitales, ni se o¨ªan los alaridos de los heridos, los lamentos de los familiares de las v¨ªctimas. No es un reproche a quienes tratan de narrar unos hechos con peligro de sus vidas. Es un dato evidente: algo falta en la comunicaci¨®n audiovisual. El factor humano. Quiz¨¢ ese peque?o detalle dar¨ªa otro tono a la historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.