La barba o la vida
La defensa civil israel¨ª ha advertido repetidamente a la poblaci¨®n de que las m¨¢scaras antig¨¢s resultan ineficaces para los que tengan barba, ya que ¨¦sta impide que la goma se acople herm¨¦ticamente sobre la cara. Y, sin embargo, no parece que, en un pa¨ªs de barbudos, semejante aviso haya provocado ning¨²n auge de los negocios de peluquer¨ªa.Las autoridades son las primeras que no han dado ejemplo. Varios ministros religiosos, como el de Absorci¨®n, Isaac Peretz, conservan sus pobladas barbas intactas y, aunque los rabinos han autorizado expresamente el afeitado, las calles de Jerusal¨¦n siguen llenas de hasidin, jud¨ªos tan ortodoxos que no reconocen al Estado de Israel porque no ha llegado de un mes¨ªas, vestidos con sus trajes negros, sus sombreros dieciochescos y barbas que a veces les llegan a la cintura.
Uno de ¨¦stos ha criticado la decisi¨®n de las autoridades de no distribuir m¨¢scaras especiales para barbudos por no aumentar los costes de la guerra, con un argumento tan poco caritativo como ¨¦ste: "Tienen dinero para dar m¨¢scaras a los ¨¢rabes, que apoyan a la OLP, pero no para los religiosos".
Aunque la religi¨®n no es el ¨²nico factor de resistencia al afeitado. La mayor¨ªa de los periodistas no jud¨ªos que han llegado a Israel estos d¨ªas conservan sus barbas, si las ten¨ªan. Probablemente, haya una resistencia comprensible a aceptar que el estallido de una guerra le cambie a uno la cara, pero, sobre todo, hay una clara incredulidad de la amenaza iraqu¨ª de atacar con armas qu¨ªmicas.
Esa incredulidad aumenta a medida que pasan los d¨ªas y el pa¨ªs vuelve a la normalidad. El Gobierno aconsej¨® ayer la vuelta al trabajo en todo el pa¨ªs, menos en la zona de Tel Aviv y Haifa. No obstante, las escuelas permanecen cerradas.
El jefe de Estado Mayor israel¨ª general Dan Shornron advert¨ªa ayer mismo que el levantamiento de las medidas de excepci¨®n no quiere decir que el peligro de un ataque iraqu¨ª con misiles haya pasado, sino que "una naci¨®n tiene que trabajar, no puede quedarse sentada en casa". Prueba de la normalizaci¨®n que Israel pretende tras 24 horas de paz es que ya se ha empezado a discutir qui¨¦n pagar¨¢ los d¨ªas de trabajo perdidos en el inicio de esta guerra. Y los sindicatos han o¨ªdo con aprensi¨®n que es posible que sean vacaciones perdidas.
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