La batalla terrestre ser¨¢ la definitiva
Desde que se inici¨® la Operaci¨®n Tormenta del Desierto no se ha hecho otra cosa que tratar la batalla a¨¦rea, con la esperanza quiz¨¢ de que mediante la aplicaci¨®n de un potencial tan descomunal se doblegue la voluntad de Sadam Husein y finalice la pesadilla. Los primeros resultados, con un 80% de ¨¦xito, auparon a¨²n m¨¢s esta idea. La respuesta, aunque d¨¦bil, de la artiller¨ªa estrat¨¦gica iraqu¨ª -misiles Scud-, contrarrestada eficazmente por los misiles Patriot norteamericanos de la fuerza multinacional, matiz¨® la primitiva idea, aunque segu¨ªa teniendo pr¨¢cticamente el mismo valor. Hoy, despu¨¦s de 10.000 salidas a¨¦reas, las fuerzas iraqu¨ªes y sus posiciones presentan una dureza tal que parecen no darse por enteradas de la tormenta que se les ha venido encima. Se prepara una nueva fase, que ha de ser resolutiva, y ¨¦sta s¨®lo puede ser la batalla terrestre. Hacia ella se encaminan, irremediablemente, las fuerzas.La acci¨®n debe iniciarse del lado multinacional, dada la postura defensiva a ultranza del Ej¨¦rcito iraqu¨ª. La iniciativa, en consecuencia, elemento fundamental, estar¨¢ de su parte. La guerra se luchar¨¢ siguiendo el concepto airland battle, doctrina en vigor en el Ej¨¦rcito de EE UU y que, con ligeras modificaciones, aplican al combate tambi¨¦n los ej¨¦rcitos aliados. Seg¨²n dicho concepto, la batalla la ejecutan las fuerzas terrestres con empleo masivo de medios a¨¦reos, entre los que se cuentan, como muy importantes, los integrados en estas fuerzas terrestres, es decir, las unidades de helic¨®pteros.
El objetivo marcado a la fuerza multinacional es la liberaci¨®n de Kuwait. Para lograrlo pueden seguirse dos caminos diferentes. De un lado, una maniobra cl¨¢sica de ruptura, con una fuerza que rompa el frente desde el Sur, penetre en profundidad y, previo aislamiento de los primeros y segundos escalones iraqu¨ªes, reduzca las reservas estrat¨¦gicas, muy castigadas por el fuego de interdicci¨®n a cargo de los medios multinacionales con rnayor alcance. De otro, un ataque directo a la retaguardia iraqu¨ª, mediante una operaci¨®n lanzada por los flancos menos fortificados, aislando el frente que, privado de su log¨ªstica y sus reservas, se ver¨ªa obligado a capitular.
La respuesta iraqu¨ª, en ambos casos, consistir¨¢ en poner en juego sus reservas, formadas por las unidades de ¨¦lite de la Guardia Republicana, todas ellas acorazadas y mecanizadas, antes de que ¨¦stas pierdan su libertad de acci¨®n, es decir, en los momentos iniciales del ataque. Si la ruptura es frontal, acudir¨¢n a taponar las brechas abiertas en el despliegue de los primeros escalones. Si se trata de un envolvimiento, se aplicar¨¢n en la fase inicial, antes de que la fuerza aliada est¨¦ en posici¨®n de ventaja. En definitiva, existir¨¢ o no una ruptura, pero lo que se dar¨¢ con seguridad es un enfrentamiento entre potentes medios acorazados. La cooperaci¨®n entre los aviones A-10, los helic¨®pteros Apache y los carros M1 A1 y M60A3, generar¨¢n combates s¨²bitos y de gran violencia. Las p¨¦rdidas ser¨¢n grandes, pero, en todo caso, la superioridad tecnol¨®gica occidental hace prever un ¨¦xito aliado.
En condiciones ideales, y como si de una novela de Tom Clancy se tratara, los carros iraqu¨ªes no tendr¨¢n posibilidad ni de hacer fuego. Para redondear un escenario, optimista sin duda, la acci¨®n se desarrollar¨¢ durante la noche, para que la superioridad sea a¨²n mayor: los medios multinacionales no distinguen el d¨ªa de la noche.
Si se consigue neutralizar a la Guardia Republicana y cercar a las unidades en posici¨®n, la clave de la soluci¨®n estar¨¢ en el tiempo. Sin ning¨²n tipo de apoyo log¨ªstico, y castigadas por el fuego enemigo, las fuerzas iraqu¨ªes se ver¨¢n obligadas a capitular.
Quiz¨¢ no sea tan f¨¢cil, pero el escenario, al menos, plantea algo positivo dentro del desastre de la guerra: la ilusi¨®n de que sea corta y las bajas las menos posibles.
F¨¦lix Sanz Rold¨¢n es teniente coronel de Artiller¨ªa.
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