Cumbre aplazada
LA CUMBRE entre George Bush y Mija¨ªl Gorbachov, prevista en Mosc¨² para los d¨ªas 11 y 13 de febrero, ha sido suspendida por la imposibilidad del presidente de Estados Unidos de ausentarse de su pa¨ªs en tiempos de guerra. En el anuncio hecho p¨²blico en Washington no se mencion¨® la represi¨®n en las rep¨²blicas ¨¢lticas, repudiada masivamente en Estados Unidos. Bessm¨¦rtnik, ministro de Exteriores de la URSS, no evit¨® se?alar que "Estados Unidos y la URSS est¨¢n totalmente de acuerdo en la guerra del Golfo". Todo ello indica el deseo de las dos partes por desdramatizar una decisi¨®n que tiene, pese a todo, un significado pol¨ªtico preocupante.La decisi¨®n de suspender la cumbre ha sido tomada unilateralmente por Bush pese a los argumentos con los que Gorbachov, hasta el ¨²ltimo momento, quiso convencerle para que se celebrara. Para el l¨ªder sovi¨¦tico, que atraviesa el peor momento de su carrera y sufre senos ataques, tanto de los reformistas como de los conservadores -anhelantes de medidas dr¨¢sticas para liquidar los Gobiernos nacionalistas de Vilna y de Riga-, una cumbre en Mosc¨² le permitir¨ªa reafirmar interiormente el relevante papel que desempe?a en el ¨¢mbito internacional. El aplazamiento adoptado por Bush se debe, sin duda, a causas pol¨ªticas.
En los ¨²ltimos meses, una serie de hechos ha puesto de relieve el incremento de las diferencias entre Mosc¨² y Washington. Los actos de violencia en Lituania y en Letonla no han sido sino el reflejo de una evoluci¨®n en la conducta de Gorbachov hacia pol¨ªticas autoritarias que lo han alejado progresivamente de sus ccilaboradores m¨¢s liberales y dem¨®cratas, como Shevardnadze o Y¨¢kovIev. A la par, el sector militar m¨¢s distante de la perestroika ha conseguido mayores cotas de poder e influencia. Esta tendencia regresiva en el Kremlin provoc¨® en Bush -reticente a continuar con la pol¨ªtica de sonrisas inaugurada por Reagan- un distanciamiento cada vez mayor. A la vez, la presi¨®n del Senado, que conden¨® en¨¦rgicamente los actos de violencia en el B¨¢ltico, ha sido un factor m¨¢s para que Bush haya decidido realizar en estos momentos un gesto poco amable como es el aplazamiento de su encuentro con Gorbachov.
Por otra parte, la involuci¨®n de la pol¨ªtica interior sovi¨¦tica -por mucho que se haya dicho lo contrario tras la dimisi¨®n de Shevardnadze- influye tambi¨¦n en su pol¨ªtica exterior. La presi¨®n militar se hace sentir negativamente en aspectos que afectan al desarme y a las relaciones con Estados Unidos. Las dificultades para concluir el tratado START reduciendo los arsenales nucleares, y sobre todo los obst¨¢culos surgidos en la aplicaci¨®n de los acuerdos de Viena sobre armas convencionales, tienen que ver sin duda con el nuevo peso de los militares. En cuanto a la guerra del Golfo, dentro del reiterado apoyo a las resoluciones de la ONU, la frase de Gorbachov, repetida por Bessm¨¦rtnik, de que "no se debe destruir Irak" indica un desacuerdo con la forma como Estados Unidos est¨¢ realizando la guerra. Con ello la URSS se prepara para reforzar una pol¨ªtica de acercamiento hacia los pa¨ªses ¨¢rabes. Pol¨ªtica que puede ser ¨²til en etapas ulteriores, de negociaci¨®n y posguerra -y concretamente para Europa-, pero que hoy resulta muy molesta para Estados Unidos.
Precisamente porque existen esas diferencias, la cumbre entre Bush y Gorbachov hubiese sido quiz¨¢ doblemente importante en estos momentos. Su suspensi¨®n s¨®lo puede enfriar un clima que ya se deteriora. En todo caso, ambos presidentes han decidido que se reunir¨¢n en el primer semestre del a?o. S¨®lo cabe esperar que ese nuevo plazo se cumpla.
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