Un hombre muy conocido en el gremio
El chamarilero asesinado F¨¦lix de los Santos se traslad¨® desde la localidad conquense de La Peraleja hasta Madrid "antes de la guerra del 36", dice su hijo Enrique. Al llegar a la capital de Espa?a, se instal¨® como peluquero por cuenta propia. El negocio fue bien y poco a poco fue abriendo otros locales similares en el centro de la capital, logrando reunir un peque?o capital que invirti¨® en la compra de pisos.F¨¦lix de los Santos se asoci¨® con otro industrial de la zona de Lavapi¨¦s, apellidado Cabello, extendiendo su actividad comercial a la creaci¨®n de peluquines y postizos capilares. Despu¨¦s, cada uno de los socios tirar¨ªa por su lado.
Con el correr del tiempo, F¨¦lix de los Santos alquil¨® un peque?o local en la oscura y estrecha calle de la Cabeza, a mitad de camino entre la plaza de Lavapi¨¦s y la de Tirso de Molina. Alli instal¨® una tienda dedicada a la compraventa de sillones, espejos, lavabos y dem¨¢s artilugios de peluquer¨ªa.
"Pero mi padre acab¨® comprando pr¨¢cticamente cualquier cosa: desde una radio hasta un candelabro", recuerda ahora su hijo Enrique.
Debido a esta actividad profesional, se convirti¨® en un hombre muy popular en el mercadillo madrile?o. "?Else?or Santos? C¨®mo no voy a saber qui¨¦n fue el se?or Santos?. Era un buen hombre", dicen los comerciantes del Rastro de Madrid cuando se les pregunta.
Y todos los preguntados coinciden en que el homicidio de F¨¦lix de Santos fue obra de alg¨²n individuo que le conoc¨ªa tambi¨¦n bastante bien y que pens¨® que en su casa guardaba un verdadero tesoro digno de ser conquistado.
El industrial de origen conquense asesinado ahora hace cinco a?os tuvo en su matrimonio tres hijos (dos varones y una mujer). Tras la muerte de su esposa, conoci¨® ocho o nueve anos antes de su muerte a Clementa Espinosa y ambos decidieron vivir juntos.
"?l me explic¨® que a su edad ten¨ªa que estar recogido", sentencia un viejo amigo suyo sobre el tema.
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