El Gorbachov de la Compa?¨ªa
Alguien lo ha apellidado el Gorbachov de la Compa?¨ªa porque Pedro Arrupe fue quien llev¨® a cabo una verdadera revoluci¨®n en la congregaci¨®n religiosa m¨¢s numerosa, m¨¢s poderosa y de mayor prestigio del mundo, pero que antes de su llegada, que coincidi¨® con la explosi¨®n del Concilio, estaba acusada de ser un baluarte conservador al servicio, sobre todo, de los poderosos.Dec¨ªa que antes del Concilio los jesuitas eran como el Opus Dei, que hac¨ªan la corte sobre todo a los ricos y a los listos, y comentaba: "Para nosotros, el Opus Dei es como el espejo donde nos miramos para decir: as¨ª fuimos y as¨ª no debemos ya seguir siendo m¨¢s".
Pero es que Arrupe, que hab¨ªa vivido 25 a?os en la comunidad de Jap¨®n, en contacto con jesuitas de todo el mundo, hab¨ªa sido siempre un religioso que no ten¨ªa miedo de la verdad. Un d¨ªa nos enseno un diccionario japones en el que en la palabra jesuita se le¨ªa: "Es el prototipo de la hipocres¨ªa, el hombre que no se preocupa de los medios para alcanzar lo que pretende y que quiere a toda costa mantener el poder".
Y explicaba que cuando un joven le ped¨ªa consejo para entrar en la Compa?¨ªa primero le hac¨ªa leer tal definici¨®n, "para que se curase en salud", dec¨ªa con su sonrisa bondadosa.
Entrevista
Cuando este corresponsal se present¨® la primera vez en su despacho con un equipo de televisi¨®n para hacerle un reportaje de una hora de duraci¨®n algunos de los compa?eros de la RAI se frotaban las manos ante la posibilidad de poder entrar en el sancta sanctorum del Kremlim de los jesuitas. No eran en su mayor¨ªa creyentes y esperaban, como confesar¨ªan m¨¢s tarde, "poder divertirse un poco" con esta entrevista.
Pero Arrupe, con su incre¨ªble sencillez y espontaneidad, acab¨® gan¨¢ndoselos ya el primer d¨ªa, tanto cuando contaba su experiencia de Hiroshima como cuando explicaba qu¨¦ era para ¨¦l la vida y la muerte.
Y a¨²n a distancia de muchos a?os, aquellos t¨¦cnicos de la RAI segu¨ªan interes¨¢ndose por aquel jesuita menudito, de ojos viv¨ªsimos y sonrisa cautivadora, y hasta le ped¨ªan consejos personales sobre como orientar la educaci¨®n de sus.hijos.
El padre Pedro Arrupe, que parec¨ªa que no iba a morirse nunca, ha querido marcharse del planeta que tanto amaba en el momento en que de nuevo los hombres han desempolvado, como una amenaza de exterminio, la atrocidad del peligro at¨®mico, cuyos horrores hab¨ªa ya tocado ¨¦l con su mano.
Y ahora este planeta, dec¨ªa anoche un amigo suyo entranable, "sin ¨¦l se queda a¨²n m¨¢s solo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.