La 'heroica' de Shostak¨®vich

Present¨® Iberm¨²sica a la Orquesta Filarm¨®nica Sovi¨¦tica dirigida por Gnnadi Rozhdestvensky (Mosc¨², 1931), sin duda el m¨¢s interesante y original maestro de la URSS en nuestro tiempo. Su t¨¦cnica gestual tiene poco que ver con la de cualquier otro, y tiende a efectuar las indicaciones absolutamente necesarias, con lo que la orquesta toca libre y voluntariosa. M¨¢s a¨²n si se trata de una formaci¨®n de tan alta calidad y brillantez como la Filarm¨®nica Sovi¨¦tica, capaz de vencer todas las dificultades y de apurar al m¨¢ximo todos los matices.En el programa, una sola obra: la Sinfon¨ªa n¨²mero 7, Leningrado, de Dimitri Shostak¨®vich, estrenada hace casi medio siglo y convertida, en su momento, en aut¨¦ntico s¨ªmbolo pol¨ªtico y guerrero. Hoy, ser¨ªa in¨²til perseguir a trav¨¦s del programa formulado entonces para la sinfon¨ªa tal c¨²mulo de grandes incidencias y con bastantes estados de ¨¢nimo. La m¨²sica es la m¨²sica, y al final impone sus razones. Perdura, pues, la extensa partitura como algo abstracto, valedero por sus m¨¦ritos musicales, y representativo, eso s¨ª, de uno de los no demasiados momentos en los que Shostak¨®vich cultiv¨® verdaderamente el denominado realismo socialista.

Rozhdestvensky hace una versi¨®n muy depurada de la S¨¦ptima sinfon¨ªa. Quita hierro all¨ª donde otros gustan de a?adirlo y logra un amplio y unitario fresco sonoro y expresivo que, en definitiva, resulta mucho m¨¢s aceptable que cuantos crearon los pintores real socialistas. La orquesta, reforzada por un grupo de metales cuyos instrumentistas vest¨ªan uniforme militar, lo que daba mayor virtualidad a esta heroica de Shostak¨®vich, hizo primores. Parec¨ªa y era un d¨®cil instrumento en manos del admirable Rozhdestverisky. El ¨¦xito fue grande.