Lo espa?ol y lo ruso

El segundo programa de la Soviet Philharmonic con Grinady Rozhdestverisky constituy¨® un ejercicio virtuosista para la orquesta. Tras el Tiento y batalla, de Crist¨®bal Halffter, expuesto con inusitada brillantez, crepitante en sus combinaciones y contrastes, la pianista Vlktoria Postnikova actu¨® en el Concierto n¨²mero 3, de Serge Rachmaninov, uno de sus ejemplos m¨¢s decididos de romanticismo tard¨ªo, defendido por la gran traza de la escritura pianista, as¨ª como por una idea inicial de gran belleza.Nacida en Mosc¨², en enero de 1944, la Postnikova es artista de sangre: imaginativa, pujante, clarificadora y con un sonido maravilloso que mantiene sus calidades en toda la gama din¨¢mica. A tal naturaleza sonora se ajusta, igualmente, un tipo de fraseo, m¨¢s tr¨¦mulo que sentimental, frente al cual puede alzarse en torrentera el poder de un virtuosismo, en la t¨¦cnica mec¨¢nica como en la interpretativa, capaz de hacer del piano, por encima de la orquesta, aut¨¦ntico protagonista.

Desde Arb¨®s en los matinales de la Sinf¨®nica la suite de danzas de Cascanueces, estos pentagramas chaikovskianos han perdido vigencia como pieza de concierto. Rozhdestvensky interpret¨® el segundo acto del ballet con todo lo de detalles y dando a su formaci¨®n sinf¨®nica lugar para el lucimiento individual y colectivo. Ante los aplausos de un p¨²blico que llenaba el gran auditorio, un regalo especialmente atractivo: el Tango, de Alb¨¦niz, orquestado con mucho acierto por Rodion Schedrin (Mosc¨², 1932), quien ya se hab¨ªa acerca(lo al tema espa?ol en su versi¨®n de la Carmen de Bizet.

Una grande del piano

Por otra parte, la Orquesta Nacional, con su principal director invitado, el vien¨¦s Walter Weller, volvi¨® al cultivo del gran repertorio tradicional con tres nombres muy significativos: Beethoven, Liszt y Strauss. El p¨²blico, que quiz¨¢ ha cambiado sus gustos con relaci¨®n al de hace unos anos, no mostr¨® mayor entusiasmo por el poema estraussiano Don Juan con todo y tratarse de una p¨¢gina rotunda y brillante, en¨¦rgica y sentimental.Bien es verdad que si Weller logr¨® de nuestros profesores esos valores expresivos y hasta los acentu¨® por una cierta exageraci¨®n de los tiempos, la ejecuci¨®n no fue todo lo limpia que cabe esperar de la primera orquesta espa?ola. Un conjunto, por cierto, que se cualific¨® en los comienzos de su historia por grandes versiones de Brahms y Strauss, compositores de los que Ataulfo Argenta consegu¨ªa interpretaciones esplendorosas.Antes de la Quinta sinfon¨ªa de Beethoven, programada en la segunda parte, tuvimos lo m¨¢s interesante de la tarde en la magn¨ªfica actuaci¨®n de la pianista sovi¨¦tica Elizabeth Leonskaia (Tiblisi, 1945). Interpret¨® Leonskaia en su actuaci¨®n madrile?a el Concierto n¨²mero 2 en la mayor de Franz Liszt, p¨¢gina no comparable al Primer concierto, tan bello y original de ideas. La pianista sovi¨¦tica hizo una interpretaci¨®n verdaderamente magistral, perfecta en la t¨¦cnica, en el concepto y en el sonido.