El Atl¨¦tico elimina a un p¨¦simo Madrid
El reverso tenebroso del Real Madrid deambul¨® ayer durante 90 minutos sobre el c¨¦sped del Calder¨®n, para alegr¨ªa del Atl¨¦tico. Todo lo que el Madrid era hace tan s¨®lo una temporada ha pasado a la estanter¨ªa de las hemerotecas. Si no se lleva a cabo una r¨¢pida operaci¨®n de cirug¨ªa, la carrera cuesta abajo puede ser irrefrenable y acabar en un barranco. De momento, las competiciones nacionales han pasado por delante del Madrid sin que haya sido capaz de subirse ni al tren de la Liga, ni al de la Copa. El Atl¨¦tico no hizo ninguna demostraci¨®n de poder. No era necesario. Mantener la calma, a la espera del gol clasificatorio, fue suficiente para desatar la euforia en una de esas noches de alegr¨ªa tan escasas en el Calder¨®n.El Real Madrid ha dejado de creer en s¨ª mismo. Los jugadores lo reconocen en comentarios privados, y Di St¨¦fano cuando elige a los 11 titulares. Anoche lleg¨® hasta donde John Toshack, su predecesor, jam¨¢s hab¨ªa sido capaz de llegar. El Madrid, que necesitaba ganar o forzar los penaltis despu¨¦s del empate del Bernab¨¦u, salt¨® al campo con cinco defensas, cuatro centrocampistas y Butrague?o como ¨²nico punta. El esquema ten¨ªa muchos fallos. Michel era el ¨²nico creador en el centro del campo, y, adem¨¢s, no est¨¢ en su mejor forma. Gordillo, la ¨²nica alternativa por los carriles, fue superado siempre por Pizo G¨®mez. Y Butrague?o, solo contra cuatro defensas, estaba tan aislado que no ten¨ªa otra opci¨®n que bajar a buscar balones. A¨²n as¨ª, el esquema habr¨ªa. funcionado m¨ªnimamente si al menos hubiese existido una fuerte presi¨®n defensiva. Pero ni eso. El Madrid no ten¨ªa fe, no sent¨ªa ilusi¨®n, no presionaba. No exist¨ªa.
Tama?o desastre tiene sus datos: el primer tiro madridista dirigido a puerta lo realiz¨® Michel en el minuto 52, y el segundo (y ¨²ltimo) Sanchis, en el 86.
El Atl¨¦tico se encontr¨® con una bicoca, y su gran virtud estuvo en saber mantener la calina y en presionar constantemente al rival. El ambiente en las gradas -los m¨¢s viejos del lugar no recordaban algo similar desde un partido ante el Barcelona en la temporada 1980-81- empujaba a caer en cierta precipitaci¨®n. Eso le cost¨® quedar eliminado de la Copa de la UEFA ante el Timisoara. Pero entonces no estaba Schuster en el equipo. Era la pieza clave que faltaba en un equipo que cada vez parece m¨¢s compensado.
El Madrid se encontr¨® representando un papel al que no est¨¢ acostumbrado. En la primera parte apenas logr¨® entrar en el campo atl¨¦tico. Era un Madrid tan distinto que hasta Butrague?o cambi¨® su ropaje. Meti¨® la mano en un remate al que no llegaba, tratando de enga?ar al ¨¢rbitro, y eso le cost¨® una amonestaci¨®n. Luego, recibi¨® un codazo de Tom¨¢s, y, por primera vez en muchos a?os, se encar¨® con el defensa atl¨¦tico pidi¨¦ndole explicaciones. Era otro Buitre, quiz¨¢ carcomido por la impotencia de su equipo.
La presi¨®n del Atl¨¦tico no obtuvo mejor rendimiento por sus propios errores. Utiliz¨® en demas¨ªa el recurso del bal¨®n largo para Futre. El portugu¨¦s se encontr¨®, en la primera parte, con varias ocasiones de marcar, pero confirm¨® su escasa eficacia en el mano a mano con el portero. En la segunda mitad., y mientras sus compa?eros insist¨ªan en los lanzamientos largos, Futre comenz¨® a mirar los balones de reojo mientras parec¨ªa sostenerse el h¨ªgado con una mano. Ya no pod¨ªa m¨¢s. Si el Atl¨¦tico hubiese creado otras v¨ªas de ataque, como Pizo G¨®mez o Manolo, por la derecha, o Juan Carlos, por la izquierda, el estropicio en la vacilante defensa madridista habr¨ªa sido espectacular.
Cuando lleg¨® el gol, curiosamente, el Atl¨¦tico fren¨®. No fue un ataque de p¨¢nico, sino m¨¢s bien de reflexi¨®n. El Atl¨¦tico parece tan seguro de su sistema defensivo que debi¨® considerar que, con el 1-0, ya hab¨ªa alcanzado su objetivo final. Eso permiti¨® un cierto resurgir del Madrid. Fue una t¨ªmida reacci¨®n, casi m¨¢s para salvar la cara que para intentar dar un vuelco a la eliminatoria. En ello colaboraron, durante los 20 minutos escasos en que estuvieron en el campo, Arag¨®n y Alfonso, cuya inclusi¨®n dio cierta coherencia a su equipo. Pero ya era demasiado tarde.
Mientras el Atl¨¦tico se ha encontrado con un final de temporada pleno de ilusi¨®n, tanto en la Liga como en la Copa, al Madrid ya s¨®lo le queda tachar de su calendario la Copa de Europa para dar por conclu¨ªdo el a?o. Pero ni los m¨¢s optimistas, pueden pensar, visto lo de anoche, que este equipo sea capaz de conseguir en Europa lo que no lograron sus antecesores.
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