?Pueden los servicios seguir creciendo sin una base industrial?
En los ¨²ltimos 20 a?os, las estructuras sectoriales de nuestro empleo y de nuestro producto interno bruto al coste de los factores han cambido sustancialmente. El empleo en los servicios ha aumentado m¨¢s del 16% en el total a costa del empleo agr¨ªcola, que ha ca¨ªdo otro tanto, mientras que el industrial ha sido del 1,5%. Igual se puede decir del peso de los servicios en el PIB, que ha aumentado desde el 47% a casi el 63%, mientras que el de la agricultura ha ca¨ªdo del 10,7% al 4,7%, y el de la industria, del 32,9% al 24,2%, tal como muestra el cuadro adjunto.Para muchas personas, esta evoluci¨®n desde la agricultura y de la industria hacia los servicios es una evoluci¨®n hist¨®rica natural, y adem¨¢s es un factor de progreso, ya que est¨¢ relacionado con la mejora del medio ambiente y con el aumento de la calidad del capital humano y del bienestar. Las industrias contaminantes o basadas en bajos salarios se trasladan, de acuerdo con la teor¨ªa de las ventajas comparativas, a los pa¨ªses en desarrollo, mientras que, en los pa¨ªses avanzados, la alta tecnolog¨ªa, las finanzas, el comercio y, en general, los servicios profesionales cualificados mejoran ampliamente su peso espec¨ªfico.
Sin embargo, es muy importante matizar este optimismo ut¨®pico, que nos sit¨²a a los pa¨ªses avanzados en un futuro basado en los servicios, limpio y feliz, en el que estamos rodeados de o rdenado res personales y televisiones, mientras unos robots hacen los trabajos manuales.
La primera pregunta que hay que hacerse es: ?puede sobrevivir una econom¨ªa basada solamente en los servicios? La respuesta es negativa. En primer lugar, porque una buena parte de los servicios, tales como los financieros y los seguros, los comerciales, los de transporte, los de consultor¨ªa, auditor¨ªa, ingenier¨ªa, dise?o, investigaci¨®n, etc¨¦tera, dependen de la industria y, en menor medida, de la agricultura y la construcci¨®n. Este tipo de servicios no existir¨ªa ni se desarrollar¨ªa en ning¨²n pa¨ªs si no existiese una base industrial fuerte. De hecho, muchos de estos servicios estaban integrados en las empresas industriales y se han ido separando, contrat¨¢ndose hoy fuera de ellas.
En segundo lugar, porque para que dicho pa¨ªs hipot¨¦tico pueda seguir importando los bienes agr¨ªcolas e industriales que no produce, tendr¨ªa que compensar el volumen de dichas importaciones con sus exportaciones de servicios.
En Espa?a, por ejemplo, esto no ser¨ªa posible, ya que en 1989 nuestras exportaciones de servicios netas fueron de 8.446 millones de d¨®lares, mientras que nuestras importaciones de bienes intermedios, de capital y de consumo, alcanzaron la cifra de 65.646 millones de d¨®lares, es decir, casi ocho veces m¨¢s. Es importante destacar que en Espa?a el saldo de la balanza de servicios es positivo porque el turismo es un sector netamente exportador, ya que en el resto de los servicios es deficitario en m¨¢s de 1. 500 millones de d¨®lares.
En tercer lugar, porque la tecnolog¨ªa es hoy el factor de producci¨®n m¨¢s importante para el desarrollo de una econom¨ªa y es la industria la que origina la mayor parte de la investigaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gicos en un pa¨ªs como el nuestro.
En cuarto lugar, porque, dado que la productividad en la industria crece m¨¢s r¨¢pidamente que en los servicios, un pa¨ªs que dependa exclusivamente de estos ¨²ltimos crecer¨¢ m¨¢s lentamente que uno basado en la producci¨®n industrial, con lo que, poco a poco, tender¨¢ a tener salarios relativos m¨¢s bajos y una menor renta y bienestar que los pa¨ªses con una fuerte base industrial.
Pa¨ªs fr¨¢gil
Por ¨²ltimo, un pa¨ªs sin industria es mucho m¨¢s fr¨¢gil en t¨¦rminos de su defensa, su seguridad y su independencia pol¨ªtica y, por tanto, tender¨¢ a tener menor peso en la escena internacional.Estas razones muestran sobradamente que el crecimiento de los servicios tiene un l¨ªmite y que ¨¦stos no pueden desarrollarse, en su mayor parte, a expensas de la industria.
Dicho esto, es muy importante analizar que este crecimiento de los servicios tiene un car¨¢cter muy diferente en unos pa¨ªses y otros. Los americanos se quejan mucho de su decadencia industrial, de la competencia de Jap¨®n y de Corea y de su creciente d¨¦ficit en balanza comercial de bienes manufacturados. Sin embargo, la realidad es muy distinta, ya que las empresas industriales americanas han trasladado una parte de sus factor¨ªas a otros pa¨ªses en los que la mano de obra o el capital son m¨¢s baratos, o los impuestos m¨¢s bajos. Con ello, aunque la producci¨®n industrial realizada en Estados Unidos ha decrecido, la producci¨®n total industrial de las empresas americanas ha crecido. Igual se puede decir de su balanza comercial. Cuando una empresa americana vende desde Taiw¨¢n los componentes de un ordenador a su central en Estados Unidos figura como una importaci¨®n americana, pero, de hecho, es una venta dentro de la misma empresa. Si se cambiase la forma de contabilizar la producci¨®n y el comercio industriales desde su actual base geogr¨¢fica a otra de propiedad o de control, el panorama del declive industrial americano cambiar¨ªa de signo. Es decir, el crecimiento de los servicios se ha hecho a costa del empleo y la producci¨®n industriales en Estados Unidos, pero no a costa de la producci¨®n industrial.
Otro caso muy diferente es el de Espa?a. Aqu¨ª la desindustrializaci¨®n ha sido real. Conforme la econom¨ªa ha ido abri¨¦ndose a la competencia internacional y al juego de las ventajas comparativas, una parte de nuestras empresas industriales ha tenido que cerrar, reducir la producci¨®n, vender a un extranjero o a otro nacional o reconvertirse. Los empresarios y trabajadores han buscado refugio en los servicios, donde la competencia tiende a ser menor.
Como los servicios son suministrados por personas y no por m¨¢quinas, para que aumente la competencia tienen que desplazarse, temporal o definitivamente, los especialistas que los ofrecen, con lo que la competencia tiende a ser menor que con los bienes, que son casi todos ellos f¨¢cilmente comercializables en otros pa¨ªses. Con ello, muchos empresarios han perdido su base industrial y se han convertido en meros distribuidores de productos importados o nacionales, o se han diversificado pas¨¢ndose a otros sectores.
En el caso espa?ol, el aumento de servicios se ha hecho, ciertamente, a costa de la industria y de la agricultura. Pero conviene distinguir claramente entre un caso y otro. La agricultura ha perdido una gran cantidad de empleo porque se ha mecanizado, es decir, porque ha aumentado su productividad y se ha hecho m¨¢s competitiva. Por ello, tal como se?ala el cuadro, ha perdido relativamente mucha menos producci¨®n que empleo. En cambio, en la industria la ca¨ªda de la producci¨®n ha sido mucho mayor que la del empleo en relaci¨®n con el resto de los sectores, lo que da a entender, aparentemente al menos, que no ha sido debida a su modernizaci¨®n y aumento de su productividad, sino probablemente a su paulatino abandono o reconversi¨®n insuficiente.
En resumen, el desarrollo del sector servicios en Espa?a parece responder m¨¢s a un efecto inducido de refugio de los empresarios y trabajadores desplazados por la competencia industrial (y agr¨ªcola) internaciorial que a una etapa natural de nuestro progreso econ¨®mico, en el que nuestras empresas ¨ªndustriales desplazan a otros pa¨ªses con mano de obra m¨¢s barata, los procesos intensivos en trabajo y mantienen s¨®lo los que necesitan una mayor calidad de la mano de obra y un mayor nivel tecnol¨®gico.
La segunda pregunta que hay que hacerse es si una econom¨ªa como la espa?ola puede especializarse fundamentalmente en el suministro de servicios al resto de Europa, o como se dice en la jerga t¨¦cnica, si nos podemos convertir en un pa¨ªs nicho dentro de Europa. La respuesta es tambi¨¦n negativa. Los pa¨ªses que hoy se consideran nichos en Europa (Dinamarca, Finlandia, Holanda, B¨¦lgica), en que el peso de los servicios se azerca al 70% del PIB, son mucho m¨¢s peque?os y con una menor poblaci¨®n, mucho m¨¢s formada y especializada, y, a pesar del peso en su econom¨ªa del sector servicios, no por ello han dejado de tener industrias potentes. Por ¨²ltimo, no conviene olvidar que son pa¨ªses que llevan especializ¨¢ndose en los servicios desde hace siglos dadas sus ventajas comparativas de ubicaci¨®n en el centro del desarrollo industrial europeo.
Espa?a es un pa¨ªs peor ubicado y m¨¢s perif¨¦rico, y el hecho de que el clima, la mano de obra barata y un esfuerzo pol¨ªtico decidido nos hayan convertido en uno de los pa¨ªses europeos que consiguen mayores ingresos por turismo, no significa que podamos hacer la competencia en otros sectores de servicios a pa¨ªses que llevan siglos canalizando buena parte del comercio europeo (Holanda, B¨¦lgica) o de las finanzas y los seguros (Reino Unido) o del dise?o y la arquitectura (Dinamarca, Finlandia) por poner unos ejemplos. Quiz¨¢ por deformaci¨®n derivada del ¨¦xito tur¨ªstico tenemos a¨²n la err¨®nea idea de que a los servicios se les puede atraer b¨¢sicamente con nuestro buen clima, cuando lo que exigen son buenas universidades, buena investigaci¨®n, buenas infraestructuras de vivienda y transporte y buenas telecomunicaciones que es lo que han logrado tener los pa¨ªses citados anteriormente.
Papel en Europa
Como conclusi¨®n de estas reflexiones se puede decir que, aunque estamos integrados ya en Europa, no tenemos claras las ideas sobre qu¨¦ papel vamos a jugar en la econom¨ªa y en la divisi¨®n del trabajo de una Europa unida y ser¨ªa muy conveniente que se empezase a debatir seriamente este punto ya que, en contra de lo que piensa mucha gente, las ventajas comparativas no vienen dadas como un destino inmutable sino que se crean. Por ello, a¨²n estamos a tiempo de competir en sectores de alta tecnolog¨ªa en los que las barreras de entrada no son muy altas, o de especializarnos, como han hecho los italianos, en industrias ligeras con un alto contenido de dise?o y calidad, y tambi¨¦n estamos a tiempo de desarrollar seriamente nuestra agroindustria, entre otras muchas oportunidades.Para ello hay que abandonar cualquier postura derrotista y pasiva, (la competencia industrial derivada de nuestra integraci¨®n en Europa no ha hecho m¨¢s que empezar) y hay que conseguir que los agentes econ¨®micos, empresarios, sindicatos y Gobierno, pasen a una acci¨®n decidida y coordinada que mejore nuestra productividad y nivel de competencia. De ello depende que en el a?o 2.000 aspiremos a ser la "California de Europa" o que nos quedemos s¨®lo en la "Florida de Europa" o que incluso no lleguemos a tanto.
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