Alemania se rebela contra su papel secundario
En Bonn reina la ansiedad. El Gobierno, la clase pol¨ªtica y la gran industria tratan de averiguar cu¨¢l va a ser el papel que se le permitir¨¢ jugar a la nueva Alemania en el desarrollo del "nuevo orden internacional" y, especialmente, en el gran negocio de la reconstrucci¨®n de Kuwait e Irak. Pese a haber contribuido con m¨¢s de 15.000 millones de marcos (alrededor de un bill¨®n de pesetas) al esfuerzo b¨¦lico de la coalici¨®n y haber prestado una importante ayuda log¨ªstica, su ausencia militar puede relegar a Alemania a un papel secundario.
Cuando estall¨® la guerra del Golfo, la coalici¨®n democristiana liberal, encabezada por el canciller Helmut Kohl, no hab¨ªa conseguido a¨²n formar Gobierno. A la postura de una gran parte de la opini¨®n p¨²blica en contra de la guerra se uni¨® la prohibici¨®n constitucional que impide el despliegue de tropas alemanas m¨¢s all¨¢ del territorio de la Alianza Atl¨¢ntica. Para sacar partido de la situaci¨®n, Estados Unidos y el Reino Unido pusieron en marcha una campa?a en la que se acusaba a Bonn de inconsistente, mal amigo y, casi, de traidor.El Gobierno adopt¨® entonces la llamada "pol¨ªtica del talonario de cheques" , destinando cantidades ingentes de dinero tanto a los aliados como a determinados pa¨ªses de la zona perjudicados por el conflicto, como Jordania. Pero ahora, silenciadas las armas, se percibe que no fue suficiente y que una de las consecuencias de la guerra ha sido frenar en gran medida la ascensi¨®n de Alemania al estado de gran potencia.
Para que esto no vuelva a suceder, el canciller Kohl dej¨® bien claro el jueves que su Gobierno intentar¨¢ llevar a cabo una reforma de la Constituci¨®n que permita la actuaci¨®n de las tropas alemanas m¨¢s all¨¢ del territorio de la Alianza Atl¨¢ntica. Kohl, tras mostrar su satisfacci¨®n por el alto el fuego alcanzado en la guerra del Golfo, culpar de todo a Sadam Husein y poner en duda que el Yasir Arafat sea a partir de ahora el hombre adecuado para negociar el problema palestino, neg¨® que se hubiera producido ning¨²n enfrentamiento entre ¨¦l y los l¨ªderes de EE UU, Francia y el Reino Unido a causa del papel jugado por Alemania en el conflicto.
Acusaciones a Genscher
La paradoja es que la b¨²squeda de un chivo expiatorio para esta situaci¨®n parece centrarse en el hasta ahora intocable ministro de Asuntos Exteriores, el liberal Hans Dietrich Genscher. Se le acusa de que, a lo largo de la gestaci¨®n de la crisis, nunca inform¨® suficientemente al Gobierno sobre las intenciones de los aliados con respecto a la liberaci¨®n de Kuwait. La prensa conservadora asegura que Genscher estuvo en todo momento contra la guerra porque dudaba que la intenci¨®n fuera s¨®lo liberar Kuwait.Bonn se apresur¨® ayer a anunciar la reapertura de su Embajada en Kuwait, pero la presencia pol¨ªtica alemana en Oriente Pr¨®ximo est¨¢ a la baja, y el gran negocio de la reconstrucci¨®n de Kuwait parece que se escapa de sus manos.
Un representante de la patronal aseguraba ayer en televisi¨®n que, "pese a la desventaja pol¨ªtica, los kuwait¨ªes tendr¨¢n tambi¨¦n que tener en cuenta los precios y la calidad del producto", recordando las virtudes del made in Germany. Otro insinuaba que, si no se consegu¨ªan muchos contratos en Kuwait, Alemania podr¨ªa encargarse de reconstruir Irak. Mientras tanto, la fiscal¨ªa general sigue investigando a las m¨¢s de 100 empresas que violaron el embargo impuesto por la ONU.
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