Un montaje discutido
Beckett pasar¨¢ sin duda a la historia del teatro contempor¨¢neo como un gran revolucionario de la forma dram¨¢tica, como un creador de im¨¢genes esc¨¦nicas fascinantes que perduran en el recuerdo del espectador, mucho tiempo despu¨¦s de que ¨¦ste haya olvidado todas las palabras. En todo el teatro de Beckett, pero mucho m¨¢s en sus ¨²ltimas piezas minimalistas, el c¨®mo se dice es m¨¢s importante que el qu¨¦ se dice. Esta es una opini¨®n un¨¢nima de toda la cr¨ªtica beekettiana moderna. Las puestas en escena que tan meticulosa y detafiadamente creaba Beckett constituyen una parte esencial e imprescindible en el montaje de sus obras y, por tanto, si se suprimen ¨¦stas, se suprime a Beckett. Esto es lo que, desgraciadamente, ocurre en el montaje Beckettiana que se represent¨® en el teatro Mar¨ªa Guerrero.No es ¨¦ste lugar para hablar extensamente de las met¨¢foras esc¨¦nicas que Beckett concibi¨® para cada una de las cuatro piezas que se representaron. Adem¨¢s, dos de ellas, Nana e Impromptu de Ohio, se estrenaron en 1985, en el C¨ªrculo de Bellas Artes, en un montaje excelente, y los espectadores que lo vieron podr¨¢n comparar y sacar sus propias conclusiones. Sin embargo, me gustar¨ªa considerar brevemente el espacio esc¨¦nico que Beckett cre¨®, para la que ha sido aclamada como quiz¨¢ su obra m¨¢s original: Yo no -dado que la cr¨ªtica teatral no ha mencionado este punto- En un espacio esc¨¦nico, en casi total oscuridad, la luz pinta un c¨ªrculo plateado que ilumina los labios, en movimiento constante, de la protagonista: boca. Esta boca, el resto del cuerpo totalmente invisible, est¨¢ suspendida a unos tres metros y medio sobre el nivel del suelo y a la derecha de la escena. Esta imagen de una "boca ardiendo que derrama un torrente de palabras con vertiginosa rapidez es tan fascinante que al espectador le cuesta cierto tiempo descubrir, a la izquierda de la escena, a un segundo personaje, el auditor, una figura gris con una chilaba que le oculta todo el cuerpo. Este personaje adquiere unas dimensiones gigantescas al estar de pie sobre un podio invisible. Todo esto no tiene nada que ver, claro est¨¢, con el montaje que de esta obra se hace en el teatro Mar¨ªa Guerrero, que no respeta la puesta en escena del autor, ni en ¨¦sta ni tampoco en las otras tres piezas representadas; es lo hace que las palabras, fuera del espacio para el que fueron escritas, tengan muy poco sentido.
A Beckett se le considera un genio del arte dram¨¢tico por haber creado unas im¨¢genes esc¨¦nicas originales, fascinantes y estremecedoras, aunque el equipo del Teatro Nacional que ha montado Beckettiana parece no haberse enterado.-
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