El esc¨¢ndalo del 'rublogate' salpica a Yeltsin
Cuando Mosc¨², con ocasi¨®n de su ofensiva de paz [en la guerra del Golfo], se convirti¨® por unos d¨ªas en la capital de la diplomacia mundial, Mija¨ªl Gorbachov aprovech¨® la ocasi¨®n para sermonear a sus interlocutores europeos. Les reproch¨® su "interpretaci¨®n precipitada de la situaci¨®n de la URSS". "Ustedes est¨¢n a¨²n prisioneros de los estereotipos de la ¨¦poca de la confrontaci¨®n", les dijo, indign¨¢ndose por su "injerencia" en los asuntos de los pa¨ªses b¨¢lticos. Las presiones de los occidentales no servir¨¢n para nada, subray¨®, y estos pa¨ªses deber¨¢n aceptar el procedimiento de separaci¨®n previsto por la Constituci¨®n sovi¨¦tica. Y a?adi¨®: "La uni¨®n europea, por su propio porvenir, tiene necesidad de una URSS pol¨ªticamente estable, democr¨¢tica y rica".Puede imaginarse que los ministros europeos le dieron la raz¨®n sobre este ¨²ltimo punto, aunque dudaran de la capacidad del dirigente sovi¨¦tico para asegurar la estabilidad y la riqueza de su pa¨ªs. Pero como no hay por el momento ning¨²n interlocutor v¨¢lido que lo pueda reemplazar, Occidente est¨¢ obligado a apostar por la capacidad de Gorbachov para superar sus dificultades actuales. George F. Kennan, veterano de la diplomacia norteamericana, lo dijo claramente en The Washington Post: "Si existe en la URSS otro l¨ªder m¨¢s que ¨¦l, yo no lo conozco". Particularmente, ¨¦l no cree en la estrella de Bor¨ªs Yeltsin.
Los hechos parecen confirmar su an¨¢lisis. A la misma hora en que el mundo ten¨ªa clavados los ojos en el Kremlin, esperando el resultado de su plan de paz, un enorme esc¨¢ndalo pol¨ªtico-financiero estall¨® en Mosc¨². El rublogate pone en tela de juicio a los colaboradores directos de Bor¨ªs Yeltsin y posiblemente al propio dirigente ruso. La cronolog¨ªa del rublogate se remonta bastante lejos. En el mes de enero, el primer ministro de la URSS, Valent¨ªn P¨¢vlov, retira de la circulaci¨®n por sorpresa, el grueso de los billetes de 100 y de 50 rublos, y congela temporalmente las cuentas de ahorro.
Cambio de argumento
Medida destinada, seg¨²n ¨¦l, a disminuir la presi¨®n del dinero sobre un mercado en el que por un rublo no se consigue nada m¨¢s que 13 kopeks en mercader¨ªas. M¨¢s tarde, el 12 de febrero, P¨¢vlov cambia de argumento: en una entrevista al diario de los sindicatos, Trud, afirma haber retirado el grueso de los billetes para hacer fracasar in extremis un compl¨® de los bancos suizos, austr¨ªacos y canadienses asociados a ciertos bancos comerciales sovi¨¦ticos, que hubieran deseado inundar la URSS de rublos para derribar al r¨¦gimen.Las declaraciones del primer ministro parec¨ªan hasta tal punto excesivas, que el portavoz de Gorbachov declar¨® ir¨®nicamente: "No se puede derribar al presidente de la URSS golpe¨¢ndole con un rublo". El Departamento de Estado norteamericano protest¨® igualmente contra estas acusaciones que apuntaban a los bancos occidentales.
Valent¨ªn P¨¢vlov no se dej¨® apabullar. Record¨® que en 1964 Harold Wilson acus¨® tambi¨¦n a los "gnomos de Z¨²rich" de querer torpedear la libra esterlina y dictar su pol¨ªtica al Reino Unido. "Por lo que yo s¨¦, ni las autoridades helv¨¦ticas ni el Departamento de Estado se precipitaron para defender el buen nombre de los banqueros zuriqueses", ironiz¨® ¨¦l a su vez.
El 24 de enero los agentes de seguridad del aeropuerto de Mosc¨² detuvieron a un brit¨¢nico, Paul Pearson, que iba a viajar a Londres con el contrato del siglo. Su firma, anglosurafricana, la Dove Trading International, concert¨® un acuerdo con una empresa de Cheliabinsk, en el Ural, sobre la venta de bienes de consumo por valor de 7.000 millones de d¨®lares pagados en rublos al precio del mercado negro (20 rublos por un d¨®lar). Con esta monta?a de 140.000 millones de rublos, casi equivalente a toda la masa monetaria en circulaci¨®n en la URSS, la Dove Trading se propon¨ªa comprar f¨¢bricas y otros negocios que el Gobierno ruso deseaba privatizar. Este contrato, perfectamente ?legal, llevaba el aval del viceprimer ministro del Gobierno ruso, Guennadi Filchine, pr¨®ximo a Bor¨ªs Yeltsin.
Es tremendo. Guennadi Filchine, 59 a?os, economista, es imposible pensar que ignorase que un ministro no puede estar asociado en una operaci¨®n. que justifica el mercado negro. El no defiende su causa, sino que dimite, precisando que el contrato incriminado hab¨ªa sido discutido con otros ministros y ten¨ªa como finalidad mejorar el abastecimiento de Rusia. En Mosc¨² circulan al mismo tiempo los nombres de algunos otros, comenzando por V¨ªktor larouchenko, ministro de Comercio Exterior. Algunos van m¨¢s lejos: los otros son el primer ministro Iv¨¢n Silaev y el presidente Bor¨ªs Yelstin en persona. Entonces piden que el Congreso de los Diputados de la Rep¨²blica rusa sea convocado con urgencia para destruirlos. Yeltsin contraataca inmediatamente pidiendo en una entrevista televisada nada menos que la dimisi¨®n inmediata de Gorbachov. Demanda absurda que prueba su falta de inquietud por los intereses de la URSS en este momento de crisis internacional. Adem¨¢s, sus respuestas sobre el rublogate aparecieron terriblemente confusas y poco convincentes.
Abusos de poder
El asunto de la Dove Trading llega en un momento oportuno para Gorbachov. Desde el mes de enero ¨¦l estaba lanzando una ofensiva contra los abusos de poder en diferentes rep¨²blicas, comprendida la gesti¨®n financiera, y aqu¨¦lla era la m¨¢s grande de todas: la Federaci¨®n de Rusia hab¨ªa sido pillada en flagrante delito. Gorbachov subray¨® tambi¨¦n que entre los nuevos empresarios sovi¨¦ticos hay muchos aventureros, que se esfuerzan en atraer socios occidentales para algunas joint ventures. Pero en vez de firmas s¨®lidas atraen a menudo compa?eros dudosos que buscan un enriquecimiento inmediato. La Dove Trading International es un perfecto ejemplo: su reputaci¨®n en Occidente es turbia, y su presidente, K. Gibbins, es, seg¨²n Pravda, buscado por la Interpol. Sea lo que sea, Gorbachov ve la prueba de que s¨®lo el Gobierno central de la URSS puede negociar importaciones de esta envergadura en la legalidad y rode¨¢ndolas de las garant¨ªas necesarias. ?ste es uno de los puntos principales de su nuevo tratado de uni¨®n.El 17 de marzo todas las rep¨²blicas deber¨¢n pronunciarse sobre su adhesi¨®n a esta "uni¨®n renovada democr¨¢tica y garante de los derechos de todas las nacionalidades". Abriendo la campa?a electoral, Gorbachov se declar¨® seguro de que la respuesta ser¨¢ positiva. Sin duda ¨¦l presume de sus fuerzas, pues los pa¨ªses b¨¢lticos hacen sus sondeos para demostrar que ellos no quieren seguir formando parte de la URSS. Su ejemplo puede que sea seguido por otras tres peque?as rep¨²blicas, Armenia, Georgia y Moldavia. Pero para Gorbachov es vital retener las nueve rep¨²blicas restantes, comenzando por las m¨¢s importantes, Rusia, Ucranla, Bielorrusia y Kazakist¨¢n. Bor¨ªs Yeltsin, para torpedear el proyecto de Gorbachov, quer¨ªa concertar entre esos cuatro grandes un tratado convergente que acordara el m¨¢ximo de poder a cada rep¨²blica y redujera al m¨ªnimo el poder central. Si tuviera ¨¦xito, Gorbachov no ser¨ªa nada m¨¢s que un presidente honorario, pero la URSS, en tanto que pa¨ªs unitario, dejar¨ªa de existir.
Se comprende, pues, la irritaci¨®n de Gorbachov cuando en Occidente se da demasiado cr¨¦dito a las tesis de Yeltsin, que lo acusa de querer enterrar la perestroika y de establecer una dictadura. Gorbachov ha respondido que ya en 1985 dispon¨ªa de los poderes de la dictadura y que renunci¨® a ellos para transformar la URSS en un pa¨ªs democr¨¢tico en el cual "la ¨²nica dictadura ser¨ªa la de las leyes". Pero es verdad que durante sus seis a?os de mandato ha pecado a menudo por un exceso de optimismo.
Crey¨® que el desarme, la paz con Occidente y las relaciones armoniosas con EE UU ser¨ªan suficientes para crear un mundo sin conflictos mayores. Pero la guerra del Golfo demostr¨® que no era as¨ª. Los dividendos de la paz tardar¨¢n, pues, en venir, y el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico encuentra de nuevo argumentos de peso contra el desmantelamiento de las industrias militares. ?l ha apostado en el interior de la URSS, por la inteligentzia, que deb¨ªa ser la fuerza motriz de la gl¨¢snost y de la perestroika en el cuadro socialista. Pero aqu¨ª tambi¨¦n se ha equivocado: mientras que ¨¦l cree que "la econom¨ªa de mercado no es la panacea", sus supuestos aliados de la inteligentzia no hacen m¨¢s que desearla.
En el mes de enero, la revista Kommunist, de tendencias gorbachov-liberales, acus¨® a los separatistas de diferentes rep¨²blicas de "ceguera pol¨ªtica". La URSS, seg¨²n ella, constituye sobre el plan econ¨®mico un cuerpo estrechamente integrado, y aquellos que quisieran dejarla se privar¨ªan al mismo tiempo de la red sangu¨ªnea que les permite vivir. Lo que la revista no dice es que entre los ciegos, los comunistas son una legi¨®n. Su conducta en las rep¨²blicas en las que est¨¢n en el poder r¨ªo es diferente a la de los nacionalistas. ¨²ltimo ejemplo: el Azerbaiy¨¢n, donde el partido comunista levant¨® el ¨²ltimo a?o la mano en las elecciones. Esta rep¨²blica, sin embargo, acaba de decretar que ellos no son ni sovi¨¦ticos, ni socialistas, sino la Rep¨²blica de los Azer¨ªes.
Esperanza en el refer¨¦ndum
No es extra?o que Gorbachov trate de movilizar a aquellos de sus camaradas que consideran que la historia de la URSS no se reduce a los horrores del estalinismo, y sobre todo que su porvenir no puede consistir en copiar los modelos occidentales. ?l piensa que pronto, el 17 de marzo, la victoria del refer¨¦ndum agrandar¨¢ su base social y le permitir¨¢ impulsar de nuevo la perestroika. ?No peca una vez m¨¢s de un exceso de optimismo? No es seguro, pues todos los sondeos muestran que los sovi¨¦ticos aspiran a un poco m¨¢s de orden, que no aceptan los beneficios del mercado libre y est¨¢n cansados de la demagogia de la oposici¨®n llamada radical. El rublogate reforzar¨¢ a¨²n m¨¢s esta tendencia.La apuesta del 17 de marzo supone demasiado -riesgo para que Gorbachov no la haya tenido en cuenta cuando emprendi¨® su mediaci¨®n con Irak. ?Por qu¨¦? Porque, en efecto, su ofensiva diplom¨¢tica le garantizaba el mantenimiento, de seis rep¨²blicas musulmanas de la URSS, lo que no es poco. Azerbaiy¨¢n, ayer todav¨ªa semiseparatista, se alinea de golpe en el campo del s¨ª al refer¨¦ndum, despu¨¦s de haber denunciado los bombardeos de Irak.
Una vuelta todav¨ªa m¨¢s espectacular se produce en Kazast¨¢n, pieza maestra del proyecto de Bor¨ªs Yeltsin. Esta gran rep¨²blica acaba de pasarse con todo su equipo al campo de Gorbachov. En Occidente se ha perdido de vista que para el presidente sovi¨¦tico el "rnundo ¨¢rabe" no empieza en Oriente Pr¨®ximo, porque lo tiene en el interior de sus fronteras. Todo depende, pues, de esta partida de ajedrez que Gorbachov juega sobre el tablero internacional y sobre el de las rep¨²blicas sovi¨¦ticas en v¨ªsperas del 17 de marzo.
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