Carreteras: organizar nuestra red
En los ¨²ltimos tiempos, hablar de nuestras carreteras es ya un t¨®pico. Poco a poco, que no de repente, por mor de haber sido sumidas en el olvido durante a?os, ellas no han evolucionado con los tiempos, y se han convertido en una pesadilla que agobia a los ciudadanos que irremisiblemente, autob¨²s o autom¨®vil, tienen que utilizarlas para sus traslados diarios, en su trabajo y, a menudo, con motivo de sus descansos.Las carreteras, como todas las infraestructuras urbanas, se vinculan muy estrechamente a la vida de los ciudadanos, marcan de alguna forma nuestras cotas de calidad de vida y resultan ser un medio necesario para ejercer en toda su magnitud nuestras libertades del ocio, constituyendo Parte importante del derecho a la movilidad, sin el cual los otros derechos pueden verse mermados.
Esta cercan¨ªa al ciudadano, que se da en la infraestructura urbana y en los problemas medioambientales es recogida muy bien en la Espa?a del Estado de las autonom¨ªas. Las corporaciones aut¨®nomas y locales ejercen unas cotas muy altas de autogobierno en estas materias, a veces con competencias exclusivas.
Estas competencias auton¨®micas, a veces, no se calibran suficientemente en el caso de las carreteras por dos razones: la primera, porque el d¨¦ficit de infraestructuras de carreteras es tan grande que se precisan voluminosas inversiones que s¨®lo el Estado puede acometer, aunque sea preciso acudir a conciertos o contratos-programas por raz¨®n de las competencias, auton¨®micas. Recordemos el famoso plan Felipe, para las grandes urbes. La segunda raz¨®n es que suele argumentarse que un 50% del tr¨¢fico por carretera discurre por la llamada Red de Inter¨¦s General del Estado. Pero, suele olvidarse que la red estatal cubre menos del 15% de la red.
V¨ªas regionales
El 85% restante est¨¢ a menudo olvidado y es muy heterog¨¦neo. En efecto, hay carreteras de comunidades aut¨®nomas de importancia y rango igual a las estatales que en algunos casos soportan intensidades de tr¨¢fico superiores a 20.000 veh¨ªculos diarios, como la autov¨ªa de Colmenar Viejo.Otras soportan quiz¨¢ tr¨¢ficos m¨¢s moderados o variables, pero son ejes de conexi¨®n intracomarcal; son, por as¨ª decirlo, una red de segundo orden respecto a la estatal, pero de primer orden comarcal por ser vertebradoras de la vida de las comunidades aut¨®nomas. Tal es el caso del eje Aranjuez-Villarejo de Salvan¨¦s.
Finalmente, hay una red local m¨¢s tupida, en general perteneciente a las diputaciones, de una gran longitud y que forma como una red capilar que comunica los n¨²cleos rurales, a veces los m¨¢s olvidados, que necesitan estar bien comunicados con centros comarcales, de equipamiento, comerciales y de cultura, carreteras que cumplen un fin de desarrollo econ¨®mico, social y cultural.
Pues bien, no podemos meter en el mismo saco todos estos tipos de carreteras y tratarlos con las mismas exigencias que a la red estatal, que est¨¢ pensada con otros criterios, pues de este modo penalizar¨ªamos a nuestras grandes carreteras sociales que son las locales. Y esto es lo que ocurre cuando no se hace legislaci¨®n auton¨®mica espec¨ªfica de carreteras.
Pero si vamos a regular esta mayor¨ªa de carreteras, conviene aprovechar la ocasi¨®n y reflexionar sobre algunos temas.
Regulaci¨®n pareja
En primer lugar, hay que recordar c¨®mo en ¨¦pocas pasadas la necesidad de fuertes inversiones en el sector del urbanismo, que no fue acompa?ada de una regulaci¨®n pareja, produjo un estallido moment¨¢neo, que pudo parecer bueno entonces, pero que hoy nos ha legado el fruto amargo del desarrollismo salvaje, en especial en las zonas tur¨ªsticas costeras. S¨ªrvanos ello de lecci¨®n y hagamos que nuestro desarrollo en carreteras, nuestros planes, no s¨®lo respeten nuestro medio ambiente sino que se sumerjan en ¨¦l como un elemento m¨¢s, en aut¨¦ntica armon¨ªa y respeto hacia los valores naturales, y con respeto tambi¨¦n a los ciudadanos, con nuestro h¨¢bitat ciudadano y cultural, ecol¨®gico. En este sentido, la conciencia ciudadana cada vez es mayor. Recordemos, por ejemplo, el cierre del cuarto cintur¨®n de Madrid, deseado por la mayor¨ªa de los ciudadanos pero conservando a la vez intacto el monte de El Pardo, como las p¨¢ginas de este diario han reflejado. Por tanto, participaci¨®n ciudadana -de los municipios sobre todo-, respeto medioambiental y planificaci¨®n, que evite d¨¦ficits como los actuales, son principios que deben guiar la normativa de carreteras regionales.A¨²n habr¨ªa que referirse a la incardinaci¨®n de las carreteras dentro de los planes de pol¨ªtica territorial y de los planes de urbanismo para que no caminen ignor¨¢ndose, como suele ocurrir. Y a la necesidad de que los ciudadanos recibamos m¨¢s porcentaje de las plusval¨ªas de la acci¨®n urban¨ªstica, por las carreteras, como reza el art¨ªculo 47 de la Constituci¨®n.
Con estas ideas se est¨¢ aprobando en la Asamblea de Madrid una ley de carreteras. Quiz¨¢ no colme todos estos prop¨®sitos, pero es un paso adelante en el buen camino, paso que podr¨¢ dar pie a otros y que, en algunos casos, podr¨¢ servir de ejemplo.
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