Refer¨¦ndum en la Uni¨®n Sovi¨¦tica
MA?ANA SE celebra en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, por primera vez en su historia, un refer¨¦ndum en el que los ciudadanos deber¨¢n votar si desean que se mantenga la URSS "corno una uni¨®n renovada de rep¨²blicas soberanas e iguales". El proyecto del nuevo Tratado de la Uni¨®n, que se acaba de publicar, otorga un contenido reformista a la respuesta afirmativa a la pregunta del refer¨¦ndum, ya que el texto estipula progresos notables a las demandas de autogobierno de las rep¨²blicas. Prev¨¦ incluso que ¨¦stas podr¨ªan desarrollar cierta actividad internacional y establecer relaciones con otros Estados.Sin embargo, las condiciones que han rodeado la preparaci¨®n de la consulta la transformaron paulatinamente en una batalla pol¨ªtica en la que, en realidad, se pretenden dirimir otros problemas que poco tienen que ver con los de las relaciones que se deben establecer entre las rep¨²blicas de la URSS. El descontento de la poblaci¨®n por la incesante degradaci¨®n de la situaci¨®n econ¨®mica -que se ha reflejado en la gran huelga minera realizada en diversas regiones- incitar¨¢, sin duda, a muchos sovi¨¦ticos a emitir un voto negativo. Es preciso recordar que el Movimiento Democr¨¢tico de Rusia, que engloba a intelectuales y figuras pol¨ªticas eminentes de la perestroika, como Yeltsin y los alcaldes de Mosc¨², Leningrado y otras ciudades, ha lanzado una amplia campa?a de m¨ªtines y manifestaciones llamando a los ciudadanos a votar no para manifestar su desacuerdo con la pol¨ªtica de Mija¨ªl Gorbachov, cada vez m¨¢s sometida a las presiones de los militares, del KGB y de los conservadores del aparato comunista.
No es casual que el presidente del S¨®viet Supremo de Rusia, Bor¨ªs Yeltsin, adopte precisamente ahora posiciones cada vez m¨¢s extremistas, "declarando la guerra" a Gorbachov a la vez que propugna la creaci¨®n de un gran partido que se convierta en la posible alternativa de poder del comunista. Iniciativa que, sin embargo, no encuentra el apoyo de todos los sectores del Movimiento Democr¨¢tico. En ¨¦ste persisten criterios dispares sobre la t¨¢ctica que deben aplicar en esta coyuntura. Personalidades de relieve, como el profesor Afanasiev, diputado del S¨®viet Supremo, se oponen a la idea de crear un partido y consideran preferible en la actualidad desarrollar un amplio movimiento de masas susceptible de ejercer una influencia sobre Gorbachov. Estos fen¨®menos de desuni¨®n y de extremismo que se manifiestan desde la oposici¨®n de izquierda a Gorbachov, pese a tener ra¨ªces hist¨®ricas, reflejan tambi¨¦n una cierta falta de madurez pol¨ªtica en un pa¨ªs que no ha conocido la democracia.
Esa debilidad de los sectores democr¨¢ticos radicales tiene en la actualidad consecuencias muy negativas. Por certeras que sean sus cr¨ªticas a Gorbachov no ayudan a construir una alternativa realista. Por eso, en la hip¨®tesis e probable, aunque no descartable- de que el no resultase vencedor en el refer¨¦ndum, cabe temer muy seriamente que ello beneficiar¨ªa en primer t¨¦rmino no a los reformistas radicales, sino a los sectores conservadores, militares y civiles, que manejan una buena parte de los instrumentos de poder y cuyo objetivo es frenar y poner fin cuanto antes al proceso de la perestroika. Los pa¨ªses europeos, muy interesados en que la reforma siga adelante en la URSS, no tendr¨ªan ning¨²n motivo de satisfacci¨®n en la eventualidad de un fracaso y debilitamiento de Gorbachov.
Por otra parte, es un dato importante el que seis rep¨²blicas -Estonia, Letonia, Lituania, Armenia, Georgia y Moldavia- se negaran a realizar la citada consulta popular. Son precisamente las rep¨²blicas que han adoptado las medidas m¨¢s resolutivas para afirmar su soberan¨ªa. Las del B¨¢ltico han celebrado incluso consultas propias en las que la gran mayor¨ªa ha votado por la independencia. Por tanto, incluso despu¨¦s de una victoria rotunda del s¨ª en el refer¨¦ndum, quedar¨¢ en pie el grave problema de las rep¨²blicas que se niegan a integrarse en la nueva uni¨®n. Cabe esperar que, ante ese problema, Gorbachov opte por el camino de la negociaci¨®n y del respeto a la voluntad de los pueblos -principio que ha proclamado en numerosas ocasiones- y que rechace las tentaciones de un recurso a la fuerza, que tan tristes resultados ha dado recientemente en Lituania y Letonia.
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