Kuwait, paisaje tras la batalla
Comienza lentamente la reconstrucci¨®n en el emirato liberado
ENVIADO ESPECIALEl silencio y la desolaci¨®n de las calles de la Ciudad de Kuwait, tan muerta y oscura como el primer d¨ªa de su liberaci¨®n, compiten con el cementerio iraqu¨ª descubierto en la carretera que conduce hacia la ciudad de Subiya. A menos de 100 kil¨®metros de la ruta hacia Bagdad donde en pocas horas qued¨® sepultada toda una columna militar en fuga, los cad¨¢veres calcinados de 10 soldados iraqu¨ªes permanec¨ªan todav¨ªa en los asientos del autob¨²s alcanzado por la aviaci¨®n del ej¨¦rcito multinacional. Los 10 tienen el fusil Kal¨¢shnikov en las rodillas. Sus cuerpos fueron retirados hace menos de cuatro d¨ªas, dos semanas despu¨¦s de haber perdido la vida.
La Ciudad de Kuwait parece no haber despertado todav¨ªa y sus habitantes mantienen una temerosidad que sorprende en momentos de esfuerzo y trabajo Los residentes en la capital del emirato, que todav¨ªa dispensan un trato abierto y hospitalario al visitante occidental, dan la impresi¨®n de haberse acomodado en una espera desvalida y mendicante. "A los kuwait¨ªes les hicieron la guerra, la paz y ahora aguardan tambi¨¦n a que les hagan la reconstrucci¨®n", comentaba un embajador de la Comunidad Europea.Miles y miles de trabajadores asi¨¢ticos de vuelta al emirato se afanan en el primer lavado de cara. Pero no pueden con todo. El centro urbano de la capital contin¨²a destruido y los cristales rotos, y escombros de las oficinas bancarias, las multinacionales y concesionarios de firmas automovil¨ªsticas japonesas, norteamericanas o alemanas contin¨²an sin retirarse. El desorden es similar al del d¨ªa de la liberaci¨®n.
Las caravanas de camiones articulados que estos d¨ªas cruzan el emirato de punta a punta con toneladas de equipos y material de salvamento para una naci¨®n con permanentes ojeras transportan tambi¨¦n otro tipo de cargamento: los carros de combate iraqu¨ªes abandonados por sus tripulantes cuando eran bombardeados, las minas, los lanzagranadas y las toneladas de munici¨®n que los ingenieros brit¨¢nicos y norteamericanos amontonan cerca de los refugios antia¨¦reos levantados en las playas del paseo mar¨ªtimo. "Tenemos ¨®rdenes de no llevarnos nada como recuerdo. Todo va para Estados Unidos. No s¨¦ para qu¨¦, posiblemente para su estudio", dice un marine que en la carretera del norte hacia Subiya desmonta la ametralladora de cubierta de un carro de fabricaci¨®n sovi¨¦tica. "Es para adaptarla a otro tanque que no la tiene", agrega mientras levanta, diestro, el cerrojo del arma y lo vuelve a montar.
En varios puntos del recorrido de 100 kil¨®metros por esa carretera alguien ha enterrado a algunos de los iraqu¨ªes ca¨ªdos mientras hu¨ªan hacia Bagdad. Con medio Kal¨¢shnikov quemado y el casco como cruz, dos tumbas recuerdan otro de los infiernos sufridos por las tropas de Sadam Husein en su desesperada huida. No fue esta caravana, sin embargo, la encargada de transportar a Irak las alfombras persas, las piezas de ajedrez milenarias, las cristaler¨ªas, los pergaminos y las otras obras de arte de incalculable valor que ahora reclaman los kuwalt¨ªes.
Museo saqueado
Seg¨²n Ibrahim al Baghali, director del Museo Nacional, m¨¢s de 1.500 piezas relacionadas con la historia del islam fueron robadas o destruidas. "Me siento como un padre que hubiera perdido a su hijo". El saqueo del Banco Nacional y las galer¨ªas de arte fue uno de los cometidos m¨¢s diligentemente llevados a efecto por las tropas que ocuparon Kuwait, y en el mes de septiembre de 1990 17 camiones transportaron pinturas y objetos museables hacia Bagdad.
"Confio en que los iraqu¨ªes lo tengan todo en su poder, porque aqu¨ª no ha quedado nada", agrega Al Baghali. Jean Rajab, un brit¨¢nico residente en Kuwait, construy¨® una falsa pared que ocult¨® sus dep¨®sitos de joyas, sus colecciones, de la voracidad iraqu¨ª. "He pedido a los kuwait¨ªes que abran un nuevo museo conmemorativo de esta guerra como se hizo con motivo de la guerra civil norteamericana".
Algo est¨¢ cambiando, sin embargo, en el paisaje: las habitaciones que diariamente dejan los cientos de corresponsales que han cubierto la guerra del Golfo son ocupadas ahora por hombres de negocios que pese a alumbrarse con velas y ducharse con agua fr¨ªa cuando pueden intentan participar en la reconstrucci¨®n del pa¨ªs y ofrecen todo tipo de servicios. Jefes de Gobierno o ministros de pa¨ªses que participaron en la alianza contra Sadam se han apresurado a visitar Kuwait y favorecen con su presencia las posibilidades del empresariado nacional.
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