Las columnas de H¨¦rcules
Hasta 1502, nadie habl¨® en Espa?a, Portugal, Roma, Florencia ni lugar alguno de Europa, ni mucho menos pas¨® por la mente de Col¨®n lo del descubrimiento de Am¨¦rica. No hab¨ªa ocurrido ni en la imaginaci¨®n, y el siglo XV termin¨® sin saberlo. Asisti¨®, eso s¨ª, a algo que para una edad de brujer¨ªas y milagros fue tan sensacional como para los del siglo siguiente la aparici¨®n de un continente inesperado: se rompi¨® el encantamiento del non plus ultra, que por 20 siglos detuvo a los marinos, cerr¨¢ndoles, por f¨ªsico miedo, el paso a trav¨¦s del Atl¨¢ntico.Es singular lo de unas puertas como estas de Gibraltar, que resistieron cerradas mil a?os a todas las naves, sin que nadie se atreviera a entreabrirlas, no teniendo ni abras ni aldab¨®n. Todo simb¨®lico. Las jambas estaban puestas una en ?frica, la otra en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, sobre el Estrecho. Eran las columnas de H¨¦rcules. Sin dintel. Ptolomeo dice que eran estatuas de cien codos de altura. El dios hab¨ªa puesto en sus manos las llaves del mar. De ah¨ª part¨ªan todas las longitudes. Gibraltar era el ombligo de la geograf¨ªa. Akbar Ab Zemaor precisa que las columnas eran dos series en m¨¢rmol de tres colores. Tres banderas de piedra. Un aviso para los marinos, como los de hoy diciendo que hay perro bravo en la casa.
El non plus ultra asust¨® durante 2.000 a?os. Las llaves pasaron, con los siglos, a manos de los reyes de Castilla. En 1492, Fernando e Isabel hac¨ªan de reyes porteros. Col¨®n encant¨® a Isabel, Isabel tir¨® al agua las llaves. Por esto zarparon las tres carabelas camino de Asia. ?Abajo el non plus ultra! iRegresaron las naves y se rompi¨® el encanto! Hab¨ªan tornado sanas de Jap¨®n, de China. Esto fue, para Espa?a, para Roma, para Lisboa, para Europa, la operaci¨®n m¨¢gica del viaje de Col¨®n y la presentaci¨®n de los indios en Barcelona.
Como el derrumbe -dir¨ªa Rub¨¦n- de una Babel de cristal. Los 20 siglos de la puerta cerrada por el miedo arrojaron una sombra sobre la filosof¨ªa. La mente m¨¢s l¨²cida del pensamiento occidental se confunde con la voz que dicta el non plus ultra. Plat¨®n inventa el mar tenebroso que se forma con el lodo de la Atl¨¢ntida, y su ficci¨®n detiene el curso de la humanidad por 20 siglos... Regresaron las naves, y Plat¨®n qued¨® burlado. Del regreso de Col¨®n saldr¨¢ el descubrimiento de Am¨¦rica en 1502, que pondr¨¢ a girar la Tierra alrededor del Sol, y de ah¨ª el descr¨¦dito de la escol¨¢stica que no cre¨ªa en eso de san Agust¨ªn, que adem¨¢s condenaba a quien dijera que por debajo de donde ¨¦l hablaba no pod¨ªa pararse un hombre. Con el Brasil que vio Vespucci, y los guaran¨ªes que de all¨ª conoci¨® Montaigne, Descartes dijo: "Tenernos que dudar de cuanto han dicho todos, de Arist¨®teles y santo Tom¨¢s hasta el ¨²ltimo profesor de la Sorbona". Y proclam¨® la duda como el m¨¦todo sistem¨¢tico para llegar a la verdad que ven¨ªa de lo que estaba llegando de Am¨¦rica. As¨ª empez¨® a girar el mundo. Cop¨¦mico fue un hijo de Am¨¦rica. El maestro que vino a darle el vuelco a esta nueva edad, y sobre este derrumbamiento de las columnas de H¨¦rcules tuvo la sensaci¨®n de que antes no se hab¨ªa pensado en Europa, lanz¨® este grito que estremeci¨® en sus entra?as las edades que quedaban atr¨¢s: ?Pienso, luego existo!".
Esto es el 12 de octubre con el derrumbamiento de las columnas. No la pintura de colores que tra¨ªan las cajas de tabacos de La Habana del desembarco de Col¨®n en las playas de Guanahan¨ª, entre indios en pelota y papagayos de verde, rojo y amarillo...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.