Mendoza: ''Ha sido un golpe muy bajo"
"No pasa nada, no pasa nada. Las cosas son as¨ª, y hay que aceptarlas" oy¨® de un compa?ero de palco mientras apuraba, mirando al suelo, los restos de una maltratada colilla. "No es por m¨ª por lo que sufro, es por la sociedad, la sociedad..." respondi¨® ¨¦l, al tiempo que tentaba su impecable americana en busca de otro cigarrillo. Ram¨®n Mendoza entr¨® al Bernab¨¦u por la puerta y sali¨® por la 51. No quiso ver a nadie. Al dar la vuelta al estadio, ya vac¨ªo y silencioso, pas¨® por debajo de una pancarta que alguien olvid¨® retirar. "Los madridistas de verdad, con Mendoza y el Madrid est¨¢n".
"?Y el Madrid? ?D¨®nde est¨¢ el Madrid?', se interrog¨® en voz alta un dolido socio de Villalba aferrado a una petaca de la que, de vez en cuando, apuraba culitos de co?¨¢. Apostado en la puerta cero, la del palco de presidencia, este seguidor cuarent¨®n y barrigudo, con bufanda y bocina al uso, lanz¨® su propuesta tras el desastre: "A los once de hoy, a Rusia; y los rusos, que se queden, que s¨®lo cobran 500 d¨®lares de pr¨ªma".Eel ex presidente y ahora candidato, Ram¨®n Mendoza, intent¨® apagar el televisor, pero all¨ª, en su palco, a escasos metros del asiento que ha ocupado durante seis a?os, le fue imposible. Horas antes lo hab¨ªa hecho. Fue en su oficina electoral, cuando presenci¨® el infarto de Ignacio Pinedo, entrenador del equipo de baloncesto. "No he querido ver m¨¢s. Me he puesto malo", explic¨® a EL PAIS una hora antes del inicio del partido. Mal presagio fue aquel. "En la casa blanca ha entrado la negra", elev¨® en una pancarta un seguidor en los momentos previos al encuentro.
En el palco hab¨ªa una infinita tristeza por el cr¨ªtic estado de Pinedo. Fernando o ay, llegado de la cl¨ªnica dond el t¨¦cnico de baloncesto luchaba' por su vida, a duras penas pod¨ªa contener las l¨¢grimas. "Es ley de vida, pero en verdad parece que este club vive bajo una maldici¨®n. Este partido ha perdido inter¨¦s para m¨ª. Me siento alica¨ªdo", lament¨® Pedro Zapata, presidente de la junta gestora madridista, a todos los periodistas que a ¨¦l se acercaron. Por all¨ª aparecieron, tambi¨¦n procedentes del hospital Gregorio Mara?¨®n, Javier G¨®mezNavarro, secretario de estado para el Deporte, y Rafael Cortes Elvira, director de Deportes."Pase lo que pase esta noche, no ser¨¢ Mendoza o Uss¨ªa los que pierdan o ganen. Es la sociedad la que esta noche se juega algo importante, no sus candidatos", a?adi¨® Mendoza mientras se aproximaba a pie al estadio -apenas 50 metros separan su oficinal electoral del Bernab¨¦u-, salpicado de carteles en los que Alfonso Uss¨ªa reclamaba el voto. Un joven hincha de cabeza rapada y botas rojas almidonadas (con puntera reforzada con una placa de metal) encontr¨® diversi¨®n en ir arrancando, uno a uno, todos los carteles que encontr¨® a su paso. Cada uno, a lo suyo.
Los jugadores saltaron al campo con un brazalete de luto en el brazo, en homenaje a Robert Busnell, el fallecido ex pres¨ªdente de la Federaci¨®n Internacional de Baloncesto (FIBA). Demasiado mal ag¨¹ero para una noche que ten¨ªa que ser vivificadora para la entidad. En esas lleg¨® el gol de Butrague?o y la parroqu¨ªa de Chamart¨ªn, por un segundo, so?¨® con lo imposible.
Abucheos y aplausos
Radchenko lanz¨® el trueno con su tanto. Primero, el silencio,. Luego, abucheos, dirigidos a la zona de tribuna donde se encontraba Mendoza. Finalmente, aplausos para el juego de los sovi¨¦ticos tras el segundo gol. En el tercero, de nuevo cabezas giradas hacia el palco, gritos, pitos y manos alzadas. Cuando aquello acab¨®, la gente ya deambulaba por los aparcam¨ªentos. "Desgraciadamente, esto nos beneficia", coment¨® un miembro de la candidatura del otro candidato, Alfonso Uss¨ªa, quien, indispuesto, no pudo acudir al Bernab¨¦u. Mendoza, en el antepalco, fumaba apesadumbrado. "Ha sido un golpe muy bajo", mascull¨®, mientras Lorenzo Sariz, su amigo, preguntaba: ?Hay period¨ªstas ah¨ª fuera?". "S¨ª", respondi¨® el guardaespaldas. "Nada, por la 51 ", recomend¨® alguien. Al caminar por la grada vac¨ªa, Mendoza pas¨® debajo de su pancarta. All¨ª segu¨ªa horas despu¨¦s, en silencio.
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