Separaci¨®n traum¨¢tica

Leo en EL PA?S del d¨ªa 5 de marzo la informaci¨®n sobre el juicio a dos enfermeras por el fallecimiento, en 1986, de un ni?o ingresado en el hospital infantil La Paz, de Madrid, al darle de merendar un alimento al que era al¨¦rgico y que ten¨ªa totalmente prohibido.Mi asombro y mi pesar ante este hecho, por esta incomprensible negligencia, y mi pleno apoyo a la propuesta que el Fiscal del caso va a elevar al Insalud acerca de que habilite los hospitales p¨²blicos para que la madre acompa?e al ni?o ingresado; yo a?adir¨ªa tambi¨¦n, en su caso, al padre. Y es que creo que es algo de vital importancia para el ni?o, pues, si bien suelen estar cumplidamente atendidos, esta separaci¨®n radical de los padres repercute muy negativamente en su salud ps¨ªquica y, por tanto, en su total y pronta recuperaci¨®n. Al menos ¨¦sta es mi experiencia con mi hijo, que estuvo ingresado en este hospital hace seis a?os, cuando contaba menos de dos a?os de edad.

Fue una separaci¨®n traum¨¢tica; al salir del hospital cambi¨® su car¨¢cter, pas¨® bastante tiempo hasta que volvi¨® a ser el ni?o tranquilo, alegre y confiado que era antes de su enfermedad.

Al ingresarle solicitamos quedarnos con ¨¦l y se nos neg¨® rotundamente; el centro no estaba preparado para eso. Al d¨ªa siguiente, las enfermeras nos dijeron que el ni?o hab¨ªa estado llorando desde que le dejamos, por la tarde, hasta la ma?ana siguiente.

Ya operado, insistimos en estar con ¨¦l en la hora de visita y no hacerlo a trav¨¦s de los cristales; tambi¨¦n se nos neg¨®. A los pocos d¨ªas nuestro hijo mejor¨® notablemente y, despu¨¦s de discutir con la enfermera jefe, conseguimos, en horas de visita, estar junto al ni?o; eso s¨ª, de pie con el ni?o en brazos, en los pasillos, pues en las dos semanas largas que esto dur¨® nadie tuvo la amabilidad de facilitarnos una silla.

Espero que mi hijo llegue a comprender que nunca lo abandonamos, que es lo ¨²nico que pudo sentir en aquellas momentos tan dif¨ªciles para ¨¦l en que tanto nos necesitaba.-