Generosidad, altruismo, especulaci¨®n
El Ramad¨¢n provoca en Marruecos una espectacular carest¨ªa en productos de primera necesidad
El Ramad¨¢n, el noveno y m¨¢s sagrado mes del calendario musulm¨¢n, obliga a mil millones de creyentes a observar un ayuno total desde la salida hasta la puesta del sol. Un ayuno que se traduce en una ca¨ªda de la producci¨®n en los pa¨ªses musulmanes jam¨¢s cuantificada y que provoca la especulaci¨®n con los alimentos de primera necesidad. Pero el Ramad¨¢n a¨²n no ha llegado a Europa, donde las grandes firmas de autom¨®viles francesas se oponen a modificar sus cadenas de montaje para propiciar el ayuno de sus trabajadores musulmanes.
El aumento en un 15% de los bajos salarios decidido por el gobierno marroqu¨ª a ra¨ªz de la huelga general del 14 de diciembre de 1990 ya ha sido completamente devorado por las grandes subidas de los principales productos de la alimentaci¨®n diaria. Una fren¨¦tica sed especulativa se ha apoderado de productores y vendedores, que se est¨¢ reflejando en un nuevo y grave deterioro del poder adquisitivo del consumidor marroqu¨ª. El Gobierno no torna ninguna medida para atajar o paliar el fen¨®meno, mientras crece el descontento, por el momento callado y resignado, en el mes m¨¢s significativo del a?o para los musulmanes.Los aumentos empezaron en enero. La levadura, muy utilizada por el ama de casa marroqu¨ª ya que amasa ella misma su pan, de pronto escase¨® o desapareci¨® de las tiendas de ultramarinos. Se encontraba s¨®lo en el mercado negro, pasando su precio de 2,5 a 10 ¨® 15 dirhams (1 dirham equivale a unas 12 pesetas) y ya no ha vuelto a descender a su precio anterior. Despu¨¦s le toc¨® el turno a la harina, producto muy utilizado tambi¨¦n, pues la tradici¨®n gastron¨®mica aut¨®ctona incluye el consumo de una gran cantidad de pan. De hecho, el pan es en muchos casos la alimentaci¨®n de base de la gente humilde del campo y las ciudades.
Conductos clandestinos
M¨¢s de dos meses antes del mes de Ramad¨¢n, mientras todo el mundo ten¨ªa la atenci¨®n puesta en la guerra del Golfo y los problemas sociales quedaron en el olvido, vendedores al por mayor de casi todas las regiones del pa¨ªs se pusieron a almacenar la levadura y la harina y a darles salidas por conductos clandestinos para su venta en el mercado negro.
La pauta ya estaba dada, y mientras iba acerc¨¢ndose el 18 de marzo, primer d¨ªa de este mes de ayuno diurno, plegarias, generosidad, perd¨®n y altruismo, durante el cual el musulm¨¢n pudiente debe ayudar, m¨¢s que durante el resto del a?o, a los desgraciados fieles indigentes, iba encareci¨¦ndose la vida poco a poco.
Y as¨ª, desde los primeros d¨ªas de marzo arrancaron las subidas de todas las categor¨ªas de carne, y despu¨¦s de un forcejeo en el que se mantuvo cierto statu quo se dispararon los precios de los productos de la alimentaci¨®n diaria, ya antes del fat¨ªdico 18 de marzo. El aceite, las lentejas, los garbanzos, las patatas, el perejil, las verduras, las frutas, las especies, los d¨¢tiles, los dulces, todo ha subido entre un 20% y un 100%. La cesta de la compra est¨¢ por las nubes y el poder adquisitivo por los suelos.
Las razones invocadas por fuentes socialistas y nacionalistas de oposici¨®n son, fundamentalmente, la especulaci¨®n llevada a cabo por desaprensivos con la ayuda y la complicidad de las autoridades municipales, as¨ª como la ausencia de todo control. En relaci¨®n con la carne, cada eslab¨®n de la cadena producci¨®n-venta justifica sus aumentos: el carnicero dice que compra caras las reses muertas, el matarife que compra caras las reses vivas y el campesino que le venden muy caro el pienso de sus animales. De hecho, el pienso ya no est¨¢ subvencionado por el Estado, por lo que la remolacha y el afrecho han doblado su precio. La ausencia de control se manifiesta en la venta de carne no apta para la alimentaci¨®n humana, como ha ocurrido en Casablanca, Gulmim, T¨¢nger, y otras muchas ciudades. Pero el problema de fondo es quiz¨¢s doble, uno de car¨¢cter estructural y otro de caracter coyuntural.
A nivel estructural, la producci¨®n agr¨ªcola en Marruecos est¨¢ destinada principalmente a la exportaci¨®n y esto tiene dos consecuencias: no existe ninguna estrategia para la autosuficiencia alimentaria y s¨ª hay una desorganizaci¨®n y una dejadez grave del comercio interior, por ser considerado sector secundario.
A nivel coyuntural, el mes de Ramad¨¢n, adem¨¢s de ser el del perd¨®n y el altruismo, es tambi¨¦n el de la disminuci¨®n de la producci¨®n y el aumento del consumo. Durante este mes, la poblaci¨®n tiene que comer de noche, y por lo tanto tiene que recuperar su sue?o durmiendo una parte del d¨ªa. Los horarios se retrasan por lo menos una hora, se hace jornada continua y los ritmos de trabajo y producci¨®n decrecen necesariamente. Paralelamente a este letargo generalizado, y contrariamente a lo que cree mucha gente, aumenta el consumo cuantitativa y cualitativamente.
El consecutivo desequilibrio entre oferta y demanda es terreno abonado para toda clase de especulaciones, sobre todo cuando los servicios de determinaci¨®n y control de precios parecen estar entre los primeros beneficiarios de este desorden tolerado, como lo indican diversas fuentes socialistas y, nacionalistas de oposici¨®n. En todo caso lo que s¨ª se puede afirmar es que hasta el momento el Gobierno no ha tomado medidas para atajar el fen¨®meno, a sabiendas quiz¨¢s de que Ramad¨¢n es tambi¨¦n el mes de la paciencia.
Noche y d¨ªa
La teor¨ªa misericordiosa de Ramad¨¢n se queda en agua de borrajas ante la cruda realidad. Globalmente, la poblaci¨®n se hace m¨¢s irascible y lo mismo que aumentan cada a?o los precios, crecen las disputas y tambi¨¦n cierta intolerancia, inexistente en los a?os sesenta, pero que ha ido tomando forma con el agravamiento de la crisis econ¨®mica y el fortalecimiento relativo de la fe isl¨¢mica como refugio ¨²nico y absoluto ante la inseguridad social. Tambi¨¦n el Estado ha acentuado su represi¨®n de las transgresiones a este mes sagrado. El art¨ªculo 222 del C¨®digo Penal estipula que todo musulm¨¢n notoriamente conocido como tal que rompe p¨²blicamente el ayuno puede ser condenado hasta a seis meses de c¨¢rcel, y algunos juicios han tenido lugar en anteriores a?os.
El ambiente general es pues de apat¨ªa y violencia contenida durante el d¨ªa, mientras que de noche se desata la alegr¨ªa. Si hace buen tiempo la gente sale a los caf¨¦s, va a los cines, se pasea y, consume mucho en la medida en que puede hacerlo. Cuando se ven de noche las calles de las ciudades, da la impresi¨®n de que los problemas desaparecen como por encanto. Pero la presencia de un n¨²mero impresionante de mendigos y vendedores ambulantes demuestra que esa alegr¨ªa nocturna s¨®lo representa una compensaci¨®n a la contenci¨®n diurna.
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